Recluso amanece esposado dentro de su celda en el Combinado del Este

Vista del Combinado del Este.

Denuncian maltratos físicos dentro de los centros penitenciarios cubanos por parte de los oficiales de Orden Interior.

Continúan las informaciones sobre maltratos físicos desde las prisiones cubanas: los reclusos denuncian que sufren “tortura psicológica” de parte de los oficiales de Orden Interior.

El colaborador de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en La Habana, Alvin Navarro Terrero, se comunicó el jueves 21 de diciembre desde la prisión Combinado del Este con el coordinador de esa organización Zaqueo Báez Guerrero para ofrecer la siguiente información:

“Ahora mismo tienen a un hombre que amaneció esposado, con las manos hacia arriba. ¿Oíste? Aquí en la Unidad Número 1 del Combinado del Este, soy yo Alvin Navarro Terrero, ¿oíste?”.

“Él se llama Alexis Durán Peña, amaneció esposado, eso es tortura psicológica y abuso de la integridad física y moral”.

Navarro identificó como reponsables al oficial de guardia llamado Norberto y al jefe de la Unidad Número 1 Yoel Estrada Verdecia.

El prisionero pidió al coordinador de UNPACU divulgar la denuncia:

"Haz esa denuncia que ahora mismo lo tienen ahí, amaneció esposado, que eso no se puede hacer, porque cuando se tiene dentro de un calabozo no se puede tener a la persona esposada”.

El pasado lunes 18 la presa política Melkis Faure hechevarría, activista de UNPACU que cumple 7 años de cárcel por protestar en la vía pública, denunció que en la prisión de mujeres El Guatao, en Artemisa, se cometen abusos físicos con la misma características.

"Un día vi un caso de una presa que la esposaron a la litera, la Segunda de aquí del penal le puso hasta la media, se la quitó y se la puso en la boca porque esa presa estaba reclamando. A ‘Neneco’, a Natalia Durán Zulueta la esposaron atrás por reclamar también por su comida. He visto hasta las mujeres esposarlas en cuatro, como si fueran Jesucristo, a la litera, por reclamar nada más”, denunció Faure Hechevarría.

“El Balancín”, “La Shakira” y “La Sillita”

En diversas ocasiones activistas de derechos humanos y presos políticos y comunes han descrito otros castigos corporales como “El Balancín” y “La Shakira”, usado para inutilizar a los reclusos.

El primero de ellos –El Balancín-, describió en una ocasión el exprisionero Anderlay Guerra Blanco, consiste en esposar a los reos con las manos a la espalda y los pies atrás, ambos sujetos por una cadena. En algunos casos el castigo puede durar desde algunas horas hasta varios días.

En el caso de “La Shakira” radica en sujetar al recluso con una cadena a la cintura y de ahí a las esposas que lleva a las manos y colgarlos por las muñecas. Guerra Blanco lo describió así el 25 de mayo de 2010 al salir de prisión:

“Yo vi hombres allí que se orinaron y defecaron en esa posición pues los tuvieron 24 y 48 horas así. Además, esa tortura tiene modalidades, la cadena que une manos y pies puede ser más o menos acortada, en el caso de que la tensen mucho el hombre queda solo con el pecho pegado al sucio, húmedo y pestilente piso por donde transitan insectos y roedores. La decisión de soltarlo la dan los carceleros cuando ellos entiendan, si el preso es muy rebelde o la falta es considerada muy grave entonces lo tienen más tiempo”.

El mismo método fue practicado al expreso de conciencia y luego fallecido en una huelga de hambre Orlando Zapata Tamayo. Su colega en actividades de derechos humanos Efrén Fernández detalló el suceso en una carta enviada desde prisión en febrero de 2010:

“En una de las noches tenebrosas de la prisión de Taco-Taco, en el año 2006, torturaban en una celda de castigo a Zapata, por gritar consignas y plantarse en huelga de hambre, en reclamo del cese de los malos tratos, las condiciones infrahumanas y exigiendo el respeto de los derechos de los reclusos. En ese momento le estaban aplicando la tortura física conocida en las prisiones pinareñas con el nombre de "la sillita"; después de golpearlo le pusieron a la fuerza unas esposas en los pies, le torcieron las manos hacia la espalda, se las aprisionaron con un segundo par de esposas y a continuación con un tercer par le unieron los pies y las manos arqueando su cuerpo hacia atrás, dejándolo así tirado en el suelo varios días, Pero él no se rindió y continuó gritando: “¡Abajo Fidel!, ¡Abajo la dictadura!, ¡Vivan los Derechos Humanos!”.