La iniciativa de los cuentapropistas va a un ritmo mucho más veloz que las lentas legalizaciones del Estado.
El lema de Raúl Castro para la llamada actualización del modelo económico cubano es “sin prisa pero sin pausa”, algo así como abrir el grifo para que el agua salga sólo por goteo.
En la reciente sesión de la Asamblea Nacional Castro volvió a rechazar los llamados a acelerar el paso, acusando a quienes se lo piden de querer “dañar la confianza y el apoyo del pueblo en la construcción del socialismo”.
A ese ritmo, los trabajos por cuenta propia permitidos alcanzaron penosamente a fines de septiembre la cifra de 201 categorías, 18 más que las 183 iniciales publicadas hace tres años.
El desesperante paso ha llevado a algunos economistas a preguntarse si no sería más fácil y conveniente para la prosperidad del país ir publicando las listas de lo prohibido y dar por sentado que todos los demás trabajos privados están autorizados.
Una de las consecuencias es que la iniciativa popular para crear ofertas que cubran las innumerables necesidades de los cubanos se mueve a un ritmo más rápido que la capacidad del gobierno para autorizarlas.
Una de las categorías que habían sido aprobadas es la de operador de coches de paseo para niños, tirados por ponis o chivos. Ahora llega desde la isla un reportaje de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios que informa que en las calles del capitalino municipio de Centro Habana el alquiler de caballos ponis se ha convertido en negocio de particulares.
El precio por una vuelta cabalgando los equinos, un recorrido de dos cuadras, es de 5 pesos moneda nacional (cup).
La nota de José Antonio Sieres Ramallo precisa que el cuidador de estos animales y responsable del negocio utiliza un coche equipado para montar niños, a un precio de 10 pesos por cabeza, en un recorrido de alrededor de seis cuadras; obviamente, lo que cubre su licencia.
Pero el autor señala que montar a los niños directamente sobre los ponis –el sueño de cualquier pequeñín-- no está regulado entre las licencias aprobadas por la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT).
De igual forma, el propietario del negocio suele contratar el coche para cargar alguna mercancía que no sea demasiado pesada, a un precio ajustado entre él y el cliente.
Un servicio éste último que cubre otra necesidad, y que naturalmente se le ocurriría prestar a cualquiera que tenga un coche y animales de tiro; pero que probablemente tampoco está comprendido en la licencia de operador de coches de paseo para niños, tirados por ponis o chivos.
Sin embargo, hay esperanzas: en octubre pasado se publicaron en la Gaceta Oficial nuevas regulaciones para “ajustar” lo permitido por algunas licencias autorizadas en 2010, como las de sastre y modista que se usaban también para vender ropa importada. En este caso los “ajustadores” consideraron que ese popular servicio estaba perjudicando a las tiendas recaudadoras de divisas del Estado y lo proscribieron expresamente de las licencias.
Así que hay razones para el optimismo. Tal vez, dentro de tres años la mencionada categoría de servicios infantiles sea ajustada y quede así: “operador de coches para paseo de niños y carga de objetos ligeros, tirados por ponis o chivos, que también pueden ser usados para montar a niños de hasta seis años y 364 días”.
Y no hagan olas, señores, que esto es sin pausa, pero sin prisa.
En la reciente sesión de la Asamblea Nacional Castro volvió a rechazar los llamados a acelerar el paso, acusando a quienes se lo piden de querer “dañar la confianza y el apoyo del pueblo en la construcción del socialismo”.
A ese ritmo, los trabajos por cuenta propia permitidos alcanzaron penosamente a fines de septiembre la cifra de 201 categorías, 18 más que las 183 iniciales publicadas hace tres años.
El desesperante paso ha llevado a algunos economistas a preguntarse si no sería más fácil y conveniente para la prosperidad del país ir publicando las listas de lo prohibido y dar por sentado que todos los demás trabajos privados están autorizados.
Una de las consecuencias es que la iniciativa popular para crear ofertas que cubran las innumerables necesidades de los cubanos se mueve a un ritmo más rápido que la capacidad del gobierno para autorizarlas.
El precio por una vuelta cabalgando los equinos, un recorrido de dos cuadras, es de 5 pesos moneda nacional (cup).
La nota de José Antonio Sieres Ramallo precisa que el cuidador de estos animales y responsable del negocio utiliza un coche equipado para montar niños, a un precio de 10 pesos por cabeza, en un recorrido de alrededor de seis cuadras; obviamente, lo que cubre su licencia.
Pero el autor señala que montar a los niños directamente sobre los ponis –el sueño de cualquier pequeñín-- no está regulado entre las licencias aprobadas por la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT).
De igual forma, el propietario del negocio suele contratar el coche para cargar alguna mercancía que no sea demasiado pesada, a un precio ajustado entre él y el cliente.
Sin embargo, hay esperanzas: en octubre pasado se publicaron en la Gaceta Oficial nuevas regulaciones para “ajustar” lo permitido por algunas licencias autorizadas en 2010, como las de sastre y modista que se usaban también para vender ropa importada. En este caso los “ajustadores” consideraron que ese popular servicio estaba perjudicando a las tiendas recaudadoras de divisas del Estado y lo proscribieron expresamente de las licencias.
Y no hagan olas, señores, que esto es sin pausa, pero sin prisa.