El New York Times destaca relaciones familiares entre cubanos

Mientras las relaciones entre Washington y La Habana siguen en punto muerto, los cubanos están normalizándolas con el acercamiento de los familiares de las dos orillas.

El diario The New York Times ha dedicado un reportaje al estrechamiento de los vínculos entre dos fracciones del pueblo cubano que por largo tiempo estuvieron artificialmente separadas: los que viven en la isla y los que residen en Estados Unidos.

La reportera del Times, Lizette Alvarez, ve un símbolo de esta profunda transformación en la normalidad que va adquiriendo el que los hijos de los cubanoamericanos pasen sus vacaciones de verano con sus tíos y primos en la isla. Alvarez considera que este es un reconocimiento de que el paso del tiempo y la añoranza por la familia han comenzado a superar el estancamiento político. Agrega que hoy muchos cubanoamericanos prefieren más contactos con su gente en Cuba, no menos.

“Eso es mucho más fuerte que 50 años de hostilidad entre ambos gobiernos", dice Joe García, ex presidente del Partido Demócrata en Miami. "En cuanto se retiran algunas barreras, la gente hace lo que quiere hacer: ayudar a sus familiares”.

La autora observa que los lazos entre los dos grupos poblacionales cubanos se han intensificado en los últimos dos años, a raíz de las medidas de la administración Obama en 2009 para relajar las restricciones a los viajes y los envíos a la isla. Ella cree que también han ayudado las decisiones que permiten a los cubanos de la isla poseer teléfonos celulares y computadoras, abrir pequeños negocios y comprar y vender autos y bienes raíces.

Pero para la reportera del Times la razón más importante de este giro es un cambio en el perfil de los cubanoamericanos en el sur de Florida. Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, le dijo que 300 mil de ellos llegaron después de la década de los 90, y superan ahora numéricamente a los que se exiliaron en los años 60.

Esos recién llegados –dice el Times-- tienen una red fuerte y amplia de familiares inmediatos en Cuba, y aunque se oponen a los Castro y conocen bien los fracasos de Cuba, su prioridad es su familia, no la política y la ideología. "Los recién llegados no van a sumarse al aislamiento y la confrontación, porque significa excluir a sus familiares", dice Fernand Amandi, de Bendixen & Amandi International, una firma de investigaciones de la opinión pública en Miami. "Así que las relaciones de pueblo a pueblo son hoy mucho más estrechas".

Alvarez apunta citando cifras del Departamento de Aviación del condado Miami-Dade que el año pasado, una cifra récord de 320.000 personas abordaron vuelos charter a Cuba desde Miami que este año, se espera un número superior.

Aprovechando la ausencia de límites en la cantidad de visitas algunos de estos pasajeros viajan a Cuba varias veces al año para compartir con los suyos en bodas, cumpleaños y días festivos. Y en el ínterin se mantienen en contacto a través de celulares, correo electrónico e incluso mensajes de texto que se pueden encaminar a través de un tercer país.

Los cubano-americanos también pueden ahora enviar "paquetes de regalo," que contienen no sólo alimentos, ropa y medicinas, sino artículos que sus familiares en Cuba pueden utilizar para operar los nuevos micronegocios por cuenta propia. Dice el Times: “Herramientas, neumáticos, juegos de Nintendo, aceite de cocina e insumos de repostería comercial enviados desde el sur de Florida conforman la base material de los emergentes talleres de carpintería, poncheras, salas de videojuegos, restaurantes y panaderías de la isla. Y se espera que la nueva ley que permite a los cubanos comprar y vender propiedades atraiga miles de dólares, canalizados a los parientes de los expatriados.

Los vuelos dice Lizette Alvarez-- van llenos de gente como Rey García, de 27 años, quien llegó a Miami hace 11 años y ha vuelto a Cuba 14 veces. "Nadie me va a impedir visitar a mi familia", blasona García. Cuando lo entrtevistaron había parado en “Ño, qué Barato”, la tienda de Hialeah que vende artículos con descuentos y los envía a la isla, para preguntar cómo podía enviar a Cuba una sierra sinfín. García y su padre poseen un negocio de carpintería y están ayudando a su tío a montar uno en Holguín. Ya le han enviado buena cantidad de herramientas.

"Quiero mandarle también un motor de carro", añade con una sonrisa.

"En Washington, el debate sobre la normalización de las relaciones con Cuba está muerto", le dijo al New York Times Phil Peters, experto en asuntos cubanos del Instituto Lexington, un grupo de análisis político con sede en Arlington, Virginia. "Mientras tanto, en Miami, los cubanoamericanos las están normalizando, uno por uno".