Así fue la detención, encierro e interrogatorio del periodista cubano condenado por espionaje

El periodista José Antonio Torres. Foto tomada del diario digital 14ymedio.

El periodista José Antonio Torres Fernández fue arrestado alrededor de la medianoche del martes tras visitar la sede de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en el barrio santiaguero de Altamira. A las seis de la mañana del próximo día fue puesto en libertad con una multa por “violar el perímetro de seguridad”.

Torres, ex corresponsal del periódico Granma, fue sentenciado en 2011 a 14 años de prisión por espionaje, casi siete años después fue puesto en libertad condicional, medida bajo la que se halla actualmente.

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Tras ser liberado el comunicador relató a Radio Televisión Martí su encuentro con la policía política.

“Fui a la sede de la UNPACU para conversar asuntos personales relacionados con la condición médica de mi hija, que padece una nefritis lúpica y cuyo primer diagnóstico fue hecho precisamente por la doctora Nelva Ismaray Ortega, la esposa de José Daniel Ferrer.

"Ellos conocen bien el asunto porque han seguido su enfermedad desde el principio. Incluso fueron varias veces a verla al hospital cuando le ponían los sueros citostáticos. Además, nos une una muy buena amistad que nada, ni nadie podrá destruir.

"A la China (Nelva Ismaray Ortega) la conozco desde niña, su mamá y su padrastro eran subordinados míos cuando dirigía el Telecentro de Santiago de Cuba. Estuvimos conversando alrededor de dos horas y media. Antes debí esperar que Ferrer terminara una directa que tenía comprometida en las redes.

Hay patrullas y oficiales de la Seguridad del Estado por todos lados. ...


"Al salir me estaban esperando en la esquina. Desde temprano había un operativo muy fuerte. Se veía perfectamente desde la casa. Hay patrullas y oficiales de la Seguridad del Estado por todos lados. Aquello parece un campo de refugiados, una zona fronteriza, un campo de batalla.

"Previamente habíamos acordado llamarnos en dos horas, pues la detención era evidente. A pocos metros de la sede opositora, un oficial de los servicios de inteligencia, que antes atendía cárceles y prisiones, me interceptó y dijo que estaba detenido.

"Yo no ofrecí resistencia pero pregunté cuál era el motivo, me respondió que me explicarían cuando llegara a la estación de la policía.

Una mujer quería montarse conmigo en la patrulla ...


"De inmediato comenzó a llamar y acudieron varias motos y tres autos, dos patrullas y uno de la policía política. Me llevaron para la 2da estación de la PNR, conocida como El Palacete, allí me tuvieron hasta las 6 AM. El mayor Adriel Atié me puso una multa de $100 y una orden de alejamiento.

"El operativo fue estrafalario. La población que estaba en la esquina se portó muy bien. Repudiaron el hecho. Una mujer quería montarse conmigo en la patrulla para testificar que yo no había hecho nada. A la pobre la reprimieron. Cuando vuelva intentaré buscarla para darle las gracias.

"En la unidad me llevaron a una oficina, donde me reprocharon una entrevista que me hizo Radio Martí y los criterios que expuse en ella. Además me advirtieron que no podía visitar la casa de Ferrer.

me reprocharon una entrevista que me hizo Radio Martí ...

"Mi indignación era tal que le pregunté si con ese proceder yo también tenía el derecho de elegir sus amistades. De inmediato se ofendieron. Entonces les manifesté que ese era el mismo sentimiento que me indignaba. Nadie acepta la falta de respeto, la calumnia, el atropello y el ultraje.

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"Quisieron hasta confiscarme el móvil. Solo el conocimiento de mis derechos, la determinación de denunciar el hecho y los argumentos legales y culturales que me escudan como ciudadano los paró. En la misma medida que los oficiales se contrariaban, aparecía otro. Uno llegó a preguntarme si yo era periodista o abogado. Mi respuesta fue lacónica: lo que no soy es indolente, ni necio.

"Cuando le pregunté al carpeta el concepto de la multa, para saber qué ley había transgredido mi capacidad de análisis se congeló frente a la demencia: por violar el perímetro de seguridad.

me advirtieron que no podía visitar la casa de Ferrer. ...


"Nadie supo explicarme dónde comenzaba o terminaba la línea imaginaria que aísla y excluye a una vivienda donde conviven un matrimonio, tres niños y dos jóvenes. Tampoco por qué al resto de los cubanos se puede visitar y a José Daniel Ferrer, no; en qué ley se amparan para asediar militarmente su casa; quién me anula el derecho a visitar a mis amistades.

"No les basta con decidir qué comemos, si nos bañamos o lavamos la boca, qué pensamos, cómo nos vestimos y qué opciones tenemos socialmente acorde a nuestro perfil político. Ahora quieren escoger hasta nuestras amistades. Si ese no es el colmo, está cerca de la idiotez ciudadana.

"No hay límites. Cuando veo a los que debían cuidarnos, ofendiendo, calumniando e imponiendo su criterio a la fuerza siento estupor, pena, vergüenza.

"Política y culturalmente el régimen cubano se arrodilla ante la historia y abre un abismo insalvable en el corazón de su pueblo. Un día aprenderán que destruyendo no se salva nada”, concluyó el periodista.

En 2010, Torres, cuando laboraba como corresponsal en Santiago de Cuba del periódico Granma, realizó una investigación sobre los errores de inversión y planificación del acueducto en la capital santiaguera. Poco tiempo después, el 8 de febrero de 2011, es detenido, procesado y condenado a 14 años de prisión por el supuesto delito de espionaje.

Durante el tiempo que estuvo detenido, el periodista fue referencia sobre la falta de libertad de prensa en Cuba por el Departamento de Estado de EEUU y la Sociedad Interamericana de Prensa. Ambas entidades exigieron su liberación “de forma inmediata e incondicional”. Tras cumplir más de seis años encarcelado, fue puesto en libertad condicional, medida bajo la cual se halla actualmente.