El periodista independiente Mario Hechavarría Driggs aborda el tema de la ofensiva del Gobierno cubano contra el comercio informático fuera del control estatal.
El pasado 18 de junio la bloguera Lilibeth Alfonso comunicó desde Guantánamo que las autoridades de su provincia habían prohibido el Paquete. En La Habana, un aviso pegado al cristal del Palacio Central de la Computación ratificaba el fin del servicio gratuito de “actualizaciones” de los antivirus internacionales. Los clientes usaban preferentemente Kaspersky y Nod-32, ahora están obligados a formalizar contratos con la empresa nacional Segurmática.
Reporta Cuba. Una familia viendo la programación del paquete semanal.
Piratería informática es el trasfondo de ambas noticias, en ambos casos bajo la complicidad silenciosa o la acción directa estatal. Los Joven Club no pueden hacer otra cosa que aceptar la decisión gubernamental. Lo curioso es que ahora muchos clientes de los anti virus internacionales acudirán al “paquete” para obtener las referidas actualizaciones semanales.
Se trata de un maletín llamado Internet, del cual los cubanos emprendedores toman cada semana ciertos productos: telenovelas, Revolico.com, filmes y otras ofertas digitales, así se conforma lo que bien pudiera llamarse la Selecciones del Readers Digest en la era digital, burlando las conocidas restricciones estatales al uso de los medios de comunicación internacionales.
La contrapartida manipuladora son los ensayos de WI-FI de alto precio y un anunciado plan para masificar la red de redes en unos cinco años.
En las calles sigue, por el momento, la oferta de los paquetes, incluyendo las actualizaciones, junto a los DVD quemados, todo pirateado de internet. ¿Hasta cuándo? No es lógico pensar que será por mucho tiempo, en la ofensiva contra las ilegalidades le va de plácemes al gobierno.
Está por ver el diseño macabro que aplicarán ante el reto del “maletín.” Lo cierto es que la ofensiva contra el comercio digital fuera del absoluto control estatal ha comenzado.
Más sobre el tema en el blog La Santanilla de Mario Hechavarría.