Las ollas arroceras fueron las que más rápido se rompieron y las cocinas eléctricas elevaron la tarifa de consumo eléctrico y perjudicaron la economía de las personas.
Seis años después que la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba nombrara el 2006 como "Año de la Revolución Energética” y Fidel Castro prometiera un considerable ahorro en divisas convertibles y el óptimo uso del “combustible noble, seguro y sano“, la situación que enfrentan miles de familias en la isla es diferente.
Los fogones de kerosén, de petróleo, los calderos de la leña y las parrillas del carbón, vuelven a la cotidianidad de la cocina cubana. Algunos recurren nuevamente a los mercados para adquirir estos inventos criollos mientras otros, más precavidos, desempolvan sus viejos aparatos para la cocción de sus alimentos.
Ante la avalancha de nuevos equipos chinos y las promesas de Fidel Castro, quien apareció en televisión para enseñar a los cubanos a usar una olla, prácticamente "se obligó a cada familia a adquirir una olla frijolera, una arrocera, un fogón, un refrigerador y en algunos casos una jarra eléctrica para hervir agua, con la condición de pagarlos a créditos en la propia bodega del barrio”, recuerda Sander Reyes Machado residente en Santa Clara.
Cientos de propietarios "se empeñaron" con el importe de los equipos eléctricos, que en algunos casos tuvo que sustituir el gobierno por la mala calidad, pero que sin dudas, "significó un jugoso negocio en el caso de los refrigeradores", explicó uno de los entrevistados.
"Se llevaron mi refrigerador en muy buenas condiciones, pintado y no me dieron un céntimo por él y luego ellos lo vendían como materia prima", agregó con nostalgia la fuente.
Además de las deudas contraidas con el gobierno, cientos de hogares tuvieron que invertir para mejorar las redes eléctricas de sus viviendas, que por su baja calidad llegaron a provocar incendios y quemaduras de los circuitos.
“Los fogones son de mala calidad, los cables se deterioran, se derritieron las tomas eléctricas y las ollas se calcinaron por debajo y los afectados han tenido que desecharlos –los equipos eléctricos - por no tener piezas de repuesto”, destacó Sander para explicar el retorno a la leña y el carbón.
Mientras esto sucedía, en el argot popular de Cuba dos nuevos personajes cobraban renombre por su mala fama. Al refrigerador se le conocía como "el lloviznado" porque con las altas temperaturas no llegaba a enfriar, en tanto "la hornilla" era un nuevo tipo de desodorante porque siempre estaba debajo del brazo para llevarla hasta el taller.
Odalys Sanabria residente en la capital del país dijo que en la zona residiencial ha sido más difícil y aunque las personas resuelven con gas a veces no le alcanza y entonces apelan a la solidaridad "tienes que inventar o buscar ayuda entre los vecinos que te hacen un poquito de arroz o de café” apuntó.
Intentando opacar la verdad tras varios años de carencias, Granma anunció la víspera que “entre los meses de mayo y junio, arribará al país el grueso de las importaciones de piezas de repuesto del programa de Ahorro Energético previstas en el 2012, fundamentalmente para los módulos de cocción, con lo cual, informó el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), deberán estabilizarse los servicios en los talleres de reparaciones".
“Vamos a ver si realmente esas piezas de repuesto llegan a manos del pueblo", afirmó Odalys Sanabria, quien como muchos cubanos está anotada en una "lista de espera" para comprar las piezas.
Los encuestados destacan que de los equipos eléctricos que les vendieron a plazos, las ollas arroceras fueron las que más rápido se rompieron y que las cocinas eléctricas que supuestamente se utilizarían para que el país ahorrara electricidad hicieron todo lo contrario; elevaron la tarifa de consumo eléctrico y perjudicaron la economía de las personas.
Sander Reyes recuerda que nadie recibió reembolso por las roturas y tampoco en aquel momento pudo repararlas por lo que se vieron obligados a “inventar” por eso ahora se declara pesimista con el anuncio.
Algunas personas se decidían a no pagar por algo que ellos no escogieron o por rebeldía o descontento, pero el gobierno garantizaba el pago de las mensualidades con el asedio de los militantes del Partido los mismo del núcleo zonal (integrantes de la organización comunista pero retirados), que de los centros de trabajo y del Comité (CDR).
El descontento se hizo mayor con el mercado negro que se tejió ante la carencia de piezas, donde estas se vendían a precios exorbitantes y la venta de equipos en la red de tiendas en divisas.
Los fogones de kerosén, de petróleo, los calderos de la leña y las parrillas del carbón, vuelven a la cotidianidad de la cocina cubana. Algunos recurren nuevamente a los mercados para adquirir estos inventos criollos mientras otros, más precavidos, desempolvan sus viejos aparatos para la cocción de sus alimentos.
Cientos de propietarios "se empeñaron" con el importe de los equipos eléctricos, que en algunos casos tuvo que sustituir el gobierno por la mala calidad, pero que sin dudas, "significó un jugoso negocio en el caso de los refrigeradores", explicó uno de los entrevistados.
"Se llevaron mi refrigerador en muy buenas condiciones, pintado y no me dieron un céntimo por él y luego ellos lo vendían como materia prima", agregó con nostalgia la fuente.
Además de las deudas contraidas con el gobierno, cientos de hogares tuvieron que invertir para mejorar las redes eléctricas de sus viviendas, que por su baja calidad llegaron a provocar incendios y quemaduras de los circuitos.
“Los fogones son de mala calidad, los cables se deterioran, se derritieron las tomas eléctricas y las ollas se calcinaron por debajo y los afectados han tenido que desecharlos –los equipos eléctricos - por no tener piezas de repuesto”, destacó Sander para explicar el retorno a la leña y el carbón.
Mientras esto sucedía, en el argot popular de Cuba dos nuevos personajes cobraban renombre por su mala fama. Al refrigerador se le conocía como "el lloviznado" porque con las altas temperaturas no llegaba a enfriar, en tanto "la hornilla" era un nuevo tipo de desodorante porque siempre estaba debajo del brazo para llevarla hasta el taller.
Odalys Sanabria residente en la capital del país dijo que en la zona residiencial ha sido más difícil y aunque las personas resuelven con gas a veces no le alcanza y entonces apelan a la solidaridad "tienes que inventar o buscar ayuda entre los vecinos que te hacen un poquito de arroz o de café” apuntó.
Intentando opacar la verdad tras varios años de carencias, Granma anunció la víspera que “entre los meses de mayo y junio, arribará al país el grueso de las importaciones de piezas de repuesto del programa de Ahorro Energético previstas en el 2012, fundamentalmente para los módulos de cocción, con lo cual, informó el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), deberán estabilizarse los servicios en los talleres de reparaciones".
“Vamos a ver si realmente esas piezas de repuesto llegan a manos del pueblo", afirmó Odalys Sanabria, quien como muchos cubanos está anotada en una "lista de espera" para comprar las piezas.
Los encuestados destacan que de los equipos eléctricos que les vendieron a plazos, las ollas arroceras fueron las que más rápido se rompieron y que las cocinas eléctricas que supuestamente se utilizarían para que el país ahorrara electricidad hicieron todo lo contrario; elevaron la tarifa de consumo eléctrico y perjudicaron la economía de las personas.
Sander Reyes recuerda que nadie recibió reembolso por las roturas y tampoco en aquel momento pudo repararlas por lo que se vieron obligados a “inventar” por eso ahora se declara pesimista con el anuncio.
Algunas personas se decidían a no pagar por algo que ellos no escogieron o por rebeldía o descontento, pero el gobierno garantizaba el pago de las mensualidades con el asedio de los militantes del Partido los mismo del núcleo zonal (integrantes de la organización comunista pero retirados), que de los centros de trabajo y del Comité (CDR).
El descontento se hizo mayor con el mercado negro que se tejió ante la carencia de piezas, donde estas se vendían a precios exorbitantes y la venta de equipos en la red de tiendas en divisas.
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