La guerra de Putin, de la ONU a Siria

Putin visita un aeródromo militar.

El plan de Putin para combatir al Estado Islámico tiene más de defensa del régimen sirio que de ofensiva antiterrorista.

Vladimir V. Putin fue a New York para robarse el show de la ONU. Lo necesitaba más que nadie. Le jugó una mala pasada a Raúl Castro, que pudo ser el “actor principal” de esta Asamblea General y se tuvo que contentar con un papel secundario.

Pero es un acto circense muy peligroso. Los actores tiene armas que disparan sin pensarlo dos veces, lo mismo ocupan una península que tumban un avión civil en vuelo o apoyan a una dictadura que masacra con gases. Esa es la política del Kremlin y lo que trajo Putin a exhibir en la ONU.

El ruso llevaba casi dos años de paria por el mundo. Hay una amplia lista de sus funcionarios que no pueden ir al Louvre, ni pasearse por el Támesis o disfrutar de Disneyworld. Cada vez que salía Putin al extranjero era, en la mayoría de las ocasiones a un país aliado o un fuerte socio comercial; lo mismo Tayikistán, China, Azerbaiyán, Mongolia o Bielorrusia. De ahí su afán de viajar a EEUU en cuanto le llamaron de la Casa Blanca. Con esa insolencia propia del ex coronel de la KGB, el portavoz del Kremlin dijo que Putin no pidió la reunión con Obama y que Kerry insistió en el encuentro en varias ocasiones.

Le jugó una mala pasada a Raúl Castro, que pudo ser el “actor principal” de esta Asamblea General y se tuvo que contentar con un papel secundario.

Su presencia estuvo marcada por las protestas de ucranianos, bielorrusos, estonios, georgianos, kirguizios y de otras naciones vecinas que denuncian el expansionismo ruso, las presiones políticas y económicas del Kremlin en la región y la ocupación de Crimea.

Siria fue la manzana de la discordia y Assad tuvo un excelente abogado en Putin, quien pidió una amplia coalición internacional, con el dictador sirio en ella para combatir al Estado Islámico (EI). Su discurso fue una bravata antiamericana, un antónimo de lo dicho por el presidente Obama. Y para la Cumbre Antiterrorista donde asistieron cientos de jefes de estados y gobiernos, a invitación de EEUU, el Kremlin mando a un emisario de cuarta categoría. Putin boicoteó el evento donde se buscaba cooperación para luchar contra el Estado Islámico, Boko Haram o Al Qaeda. Hasta el embajador ruso en la ONU lanzó dardos a Obama calificando de arrogancia la reunión en el edificio sede de las Naciones Unidas.

Su plan para combatir al Estado Islámico tiene más de defensa del régimen sirio que de ofensiva antiterrorista. Y de Ucrania, ni una palabra, más allá de la retórica por los frágiles acuerdos de Minsk.

Y no hubo tiempo para esperar por la coalición amplia que pedía Rusia. En Moscú, el senado aprobaba, de forma unánime, el pedido de Putin para el uso de efectivos militares rusos en Siria, donde ya estaban. En su intervención ante el gabinete, el mandatario dijo que el EI había declarado a Rusia enemigo jurado, de ahí la necesidad de acabar con este antes de que triunfaran en Siria. Y en Damasco, la oficina del gobernate decía que le habían pedido ayuda militar a Rusia.

La aviación rusa, horas más tarde, comenzaba a atacar lo que llaman puntos de comunicación y logística del EI. La presentación de la propuesta y el debate fue a puerta cerrada, sin acceso a la prensa. Los 162 senadores presentes dieron carta blanca a Putin para su guerra personal en Siria.