La bandera de la hoz y el martillo, ondeaba en la Plaza Lenin de Simferopol. EL himno ruso, donde solo han cambiados algunas palabras del soviético, era cantada por miles de residentes.
Dicen los rusos que viven en Crimea que conmemoraban “El Día de la Victoria”. Se oían entonar nostálgicas canciones e himnos, muy populares en la URSS. Los rusos que viven en Crimea apoyaron lo que ya era una realidad, Rusia se apoderó de la península.
El reconocimiento de los resultados del referéndum y la anexión de Crimea ya es un hecho consumado. Ucrania teme que los planes de Rusia no se detengan en la península, y busquen controlar el este del país. La política de recuperación de tierras por parte de Vladimir Putin ha sido sistemática. Lo vimos en el 2008 en Georgia. Putin apuesta por un renacer imperial, una expansión para rescatar el orgullo ruso, muy afligido con la pérdida de 14 colonias al desaparecer la URSS. Putin ya firmó los decretos que reconocen la independencia y soberanía de la cesionista región e implementa la anexión de Crimea a Rusia. Un discurso en el Kremlin con los legisladores es el colofón de la euforia postsoviética. Dijo que el proceso de anexión de Crimea se hizo cumpliendo cumple con las leyes internacionales.
Estados Unidos y la Unión Europea ya impusieron sanciones contra activos rusos y funcionarios de Moscú y Crimea; todos vinculados con la crisis de Crimea. Barack Obama prometió más sanciones si Rusia no para la escalada agresiva. Los países de Europa Oriental y Central están preocupados y exigen una política más férrea antes los apetitos del Kremlin. Temen un nuevo acuerdo de Yalta, donde Moscú imponga sus condiciones.
Hasta las ex repúblicas soviéticas no aplauden la agresión rusa y expresan el respeto a la integridad territorial. Bielorrusia y Kazajistán podrían ser los primeros en perder territorio si el apetito de Putin no se aplaca.
Tienen que preocuparse en Japón, pues no hay perspectiva de solución a sus reclamos por las islas Kuriles o Territorios del Norte, ocupadas por la URSS al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Tokio pensaba recuperarlas mediante tratados y acuerdos. La zona del norte de Kazajistán tiene una mayoría rusa, y al igual que Crimea allí hay una base militar espacial importante para Rusia, el cosmódromo de Baikonur.
El reconocimiento de los resultados del referéndum y la anexión de Crimea ya es un hecho consumado. Ucrania teme que los planes de Rusia no se detengan en la península, y busquen controlar el este del país. La política de recuperación de tierras por parte de Vladimir Putin ha sido sistemática. Lo vimos en el 2008 en Georgia. Putin apuesta por un renacer imperial, una expansión para rescatar el orgullo ruso, muy afligido con la pérdida de 14 colonias al desaparecer la URSS. Putin ya firmó los decretos que reconocen la independencia y soberanía de la cesionista región e implementa la anexión de Crimea a Rusia. Un discurso en el Kremlin con los legisladores es el colofón de la euforia postsoviética. Dijo que el proceso de anexión de Crimea se hizo cumpliendo cumple con las leyes internacionales.
Revisando las leyes de la URSS
Putin hizo en el discurso una revisión de las leyes de la URSS, en relación con la entrega de Crimea a Ucrania en 1954. Repitió el lamento de la desaparición de la URSS pues millones de “rusos se despertaron en otro país”, en relación a los demás que vivían en el imperio soviético. Aseguró que “el ruso es el pueblo más separado” del mundo y la protección de esos rusos es una de las tareas del nuevo estado ruso. No faltaron los ataques al gobierno de Kiev y a Occidente.Estados Unidos y la Unión Europea ya impusieron sanciones contra activos rusos y funcionarios de Moscú y Crimea; todos vinculados con la crisis de Crimea. Barack Obama prometió más sanciones si Rusia no para la escalada agresiva. Los países de Europa Oriental y Central están preocupados y exigen una política más férrea antes los apetitos del Kremlin. Temen un nuevo acuerdo de Yalta, donde Moscú imponga sus condiciones.
Hasta las ex repúblicas soviéticas no aplauden la agresión rusa y expresan el respeto a la integridad territorial. Bielorrusia y Kazajistán podrían ser los primeros en perder territorio si el apetito de Putin no se aplaca.
Tienen que preocuparse en Japón, pues no hay perspectiva de solución a sus reclamos por las islas Kuriles o Territorios del Norte, ocupadas por la URSS al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Tokio pensaba recuperarlas mediante tratados y acuerdos. La zona del norte de Kazajistán tiene una mayoría rusa, y al igual que Crimea allí hay una base militar espacial importante para Rusia, el cosmódromo de Baikonur.