Hoy se cumplen seis años de la muerte del opositor político Orlando Zapata Tamayo, quien falleció a los 43 años en Cuba tras una prolongada huelga de hambre, realizada en la cárcel, exigiendo derechos mínimos.
De origen sencillo, Zapata Tamayo fue albañil y fontanero. Había nacido en Banes, Holguín, al oriente del país, pero luego se trasladó a la capital y se incorporó al movimiento de disidentes que, dentro de Cuba, son fuertemente perseguidos y castigados por la dictadura de los hermanos Castro.
Su muerte en la cárcel conmovió a la comunidad internacional y significó el segundo episodio más connotado de huelguistas de hambre por motivos políticos, tras el que ocurrió en 1972 con la muerte del activista Pedro Luis Boitel.
A raíz de la muerte de Zapata Tamayo, entre otros actos de solidaridad con la disidencia cubana, el artista Geandy Pavón, radicado en Nueva York, recorrió varias capitales del mundo con su performance contestatario, que consistía en proyectar la imagen del fallecido en la fachada de consulados y embajadas cubanas.
La madre de Orlando Zapata Tamayo, Reina Luisa Tamayo, sostuvo una larga batalla para recuperar los restos de su hijo, exhumarlos y llevarlos fuera del país, luego de ser amenazada y hostigada por fuerzas de la Seguridad del Estado cubanas (policía política). La imagen de esa madre por las calles de La Habana, llevando en las manos las cenizas de su hijo, también recorrieron el mundo en el año 2011. Luego la familia se exilió en Miami.
Este último domingo, las Damas de Blanco y en general la campaña Todos Marchamos dedicaron su marcha habitual al luchador muerto en la cárcel.
Cuando falleció Orlando Zapata Tamayo, el gobierno comunista de la isla organizó una campaña de descrédito hacia el activista, señalándolo como un vulgar delincuente. La oposición nunca aceptó aquellas calumnias. Amnistía Internacional le consideraba un prisionero de conciencia.
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