Más de 50 días después de intentar hacer un performance en la Plaza de la Revolución en La Habana, y luego de ser detenida junto a decenas de activistas de Derechos Humanos que la apoyaban, la artista cubana Tania Bruguera dijo a Martí Noticias que su proceso se encuentra en el mismo lugar, sin avances.
"Soy una artista, lo que me queda es mi arte y mi arte yo lo hago con mis gestos", dijo la mañana del jueves desde su casa en El Vedado.
El 30 de diciembre de 2014 la artista convocó a través de la plataforma #YoTambienExijo al performance El susurro de Tatlin II, donde cada asistente podría exigir lo que deseara durante un minuto en ese lugar que ha sido testigo de los discursos oficiales.
Las autoridades cubanas detuvieron en varias ocasiones a Bruguera, le retuvieron el pasaporte y fue acusada de "resistencia y alteración del orden público".
¿Cómo está ahora mismo el caso tuyo, tu estado migratorio?
Todo está igual: ellos siguen con mi pasaporte y yo sigo hablando con distintos abogados para ver quién me quiere defender. Encontré una persona que me quiere defender, que él podía hacerlo, pero a la misma vez me dice: "Pero no vamos a llegar a juicio. Tú firma cualquier cosa que te den, lo importante es que salgas de eso". Entonces, imagínate, con este tipo de "defensa" yo no estoy tan segura que pueda trabajar con él. Porque incluso en una ocasión me dijo que si me dan el 8-3 que es una medida administrativa de multa me dijo, tú fírmalo. Y le dije que no, porque me he asesorado con CubaLex (una agencia legal independiente que radica en la isla) y si lo firmo estoy reconociendo culpabilidad.
Bruguera aclaró también que no puede firmar contrato ninguno con abogados hasta el día en que baje la resolución del Fiscal (en un primer momento le había dicho que tomaría 60 días y luego 180), hecho que otorgaría a un abogado el acceso al expediente de la artista.
¿Hay alguna señal directa de que te estén prohibiendo exponer en la venidera Bienal de Arte de La Habana?
Han cambiado la táctica, ya no están con un carrito que me perseguía a todos lados, ahora ya no lo veo, no sé si es que lo están haciendo distinto. Ya no me están llamando cada dos minutos para un interrogatorio.
Ellos no me han invitado a ser parte oficial de la Bienal, pero desde 2009 cuando hice El susurro de Tatlin a mí más nunca me han invitado, ni tengo expectativa de que eso suceda.
¿En qué condiciones estarías tú de participar?
En este momento la única participación que yo haría en absolutamente cualquier exposición sería que me dejaran poner esta obra en la Plaza de la Revolución, es la única opción que yo daría. De hecho, estoy tratando de averiguar porque he sabido que hay una exposición en el Museo de Bellas Artes –no estoy segura, pero alguien mencionó mi nombre– y si es así, yo pienso decirle que me saquen de la exposición.
¿Algún funcionario después de lo sucedido se te ha acercado?
No. El "compañero" Rubén del Valle, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, dijo la última vez que habló conmigo que se lavaba las manos y se desentendía de todo lo que me podía suceder, con lo cual cerró verbalmente un posible camino para transitar mutuamente.
Cuando estuvo presa nadie del Ministerio de Cultura o de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba se presentó en su casa, ni se interesó por su caso. Los mismos funcionarios que te apoyaron en 2009 –o que no se opusieron al Susurro de Tatlin– están ahí. ¿Por qué estos hechos de ahora?
Están las mismas tres personas: Fernando Rojas, Rubén del Valle y está Jorge Fernández, son los mismos. Pero hay un problema de percepción, a mí no me invita la Bienal sino su invitado especial que fue el artista chicano Guillermo Gómez Peña. Ellos no dicen que un segundo después de aquel performance me llamaron a la oficina de Rubén del Valle a discutir lo que había acabado de suceder, y fue Guillermo quien me sacó de esa reunión. Es por eso que el performance se pudo dar y porque es difícil decirle a tu invitado especial que no.
La política cultural cada vez se opone más al arte que intercambia con el activismo y que borra la frontera entre los dos. ¿Un comentario?
Bueno, hay una línea que está muy clara, que es la línea en que el artista puede hacer crítica, puede dirigir algunos puntos –digamos– de reflexión sobre la realidad, pero no puede mezclarse con los activistas, eso está muy claro. Y, de hecho, en las negociaciones para poder hacer El susurro de Tatlin en la plaza, todas las negociaciones Del Valle las entendió, pero el punto en que nosotros no nos poníamos de acuerdo es en que él decía que los mercenarios y los disidentes no podían participar y yo decía que ellos tienen derecho, igual que los demás. Ese es el punto, es el punto de discusión.
Si redondeamos un poco todo esto tu obra tiene cada vez menos espacio en Cuba. ¿Qué le queda a Tania Bruguera en Cuba, qué te queda por hacer?
Yo soy una artista y lo que me queda es mi arte y mi arte yo lo hago con mis gestos y eso no me lo puede quitar nadie.
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