El pasatiempo nacional estadounidense, más conocido como béisbol, es probablemente el ejemplo más vivo de como el deporte ha sufrido por causa del COVID-19.
Una temporada que debería de haber comenzado el primero de abril nunca tuvo un plan definido. Desde el principio jamás existió una decisión unánime, ni siquiera mayoritaria, que dirigiera lo que sería la edición del 2020.
Batallas entre los dueños de equipos y el sindicato de jugadores era la actividad que predominaba. Las diferencias iban desde que cantidad de partidos se jugarían hasta cuantos jugadores llevarían en el roster.
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Que cuando finalmente se dio la voz de “Play Ball”, más de la mitad de una campaña regular se había perdido y anunciaron que en la temporada del 2020 solo se realizarían 60 encuentros.
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En adición a todo lo anterior, el amante del deporte de las bolas y los strikes, ha tenido que soportar cambios implementados por las Grandes Ligas (MLB) para tratar de llegar a la cifra acordada. Los ejemplos más notables son; los de reducir las jornadas de doble juego a 7 entradas por partido. La otra regla controversial es la de comenzar los extra innings con un corredor en segunda base sin outs.
Para poner esto en perspectiva; en una doble cartelera, si alguno de los dos juegos termina empatado en el séptimo capítulo, el octavo comenzaría con un corredor en segunda sin outs. Peor aún, ese corredor, si no es un emergente, es el último out del episodio anterior.
Todos estos cambios e implementaciones de reglas, sumados a la reducida cantidad de partidos solo logran alejar del diamante al verdadero fanático.
Una sugerencia a Las Grandes Ligas. Si quieren minimizar el daño causado hasta el momento, no deberían de entregar ningún premio individual.
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Son tantas las categorías ofensivas y defensivas que comparadas con una temporada regular lucirían ridículas.
¿Dónde está la integridad de un deporte que proclama a los cuatro vientos su pureza y tradición?
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Recordemos que, por años, los jerarcas del béisbol, obligaron a poner un asterisco al lado del nombre de Roger Maris porque este había pegado un jonrón más que Babe Ruth; pero lo había logrado en ocho juegos extra. El nombrar a los líderes de todas las categorías como “Campeón de” es una farsa.
Igualar la actuación de un pelotero que solamente juega 60 partidos a uno que lo logra en 140 o 162 es simplemente “inflar un globo”.
Las proezas de Ted Williams, Babe Ruth, Bob Gibson, Ichiro Suzuki, Nolan Ryan y muchas otras figuras legendarias, corren el peligro de ser “aguadas”.
Sin duda alguna que, para el béisbol de Grandes Ligas, el 2020 es y será el “Año del Asterisco”.