Dice un refrán que “no hay boca que habló, que Dios no castigó”.
El australiano Michael Zerafa prometió noquear al cubano Erislandy Lara, para apoderarse del cinturón de las 160 libras de la Asociación Mundial del Boxeo en las 160 libras.
Pero a Lara, luego de casi dos años sin subir a un cuadrilátero, le bastaron dos asaltos para callarle la boca a su parlanchín rival y liquidarlo con un contundente fuera de combate en la cartelera de respaldo de Premier Boxing Champions en el T-Mobile Arena de Las Vegas.
El cubano, próximo a cumplir 40 años, estaba debajo en las apuestas, con todo y su título de campeón de la AMB.
El australiano, ocho años más joven que el antillano, llegaba con récord de 30 victorias, 19 por la vía del sueño, y cuatro derrotas.
El primer asalto transcurrió a un ritmo lento, de puro estudio, con un Lara que intentaba establecer la distancia y un Zerafa que comenzó tímido y luego intentó algún que otro ataque sin mucho éxito.
El segundo round no fue muy diferente y cuando el público se desesperaba por la falta de acción y comenzaba a abuchear a ambos púgiles, llegó la demoledora combinación de Lara, con un swing de derecha y un recto de izquierda a la mandíbula del australiano, quien cayó de espaldas contra el encordado, a ocho segundos del final.
Zerafa logró ponerse de pie, pero mareado, retrocedió nuevamente contra las cuerdas y el árbitro detuvo el combate, al ver que las piernas no le respondían.
Para Lara, apodado The American Dream, fue su trigésimo triunfo como profesional y decimoctavo por nocaut, frente a tres reveses e igual número de empates.
No peleaba desde que derrotó por KO técnico a Gary O'Sullivan el 28 de mayo del 2022.
Al guantanamero le ha costado mucho trabajo encontrar rivales, pero la manera tan contundente y espectacular en que derrotó a un rival que lo superaba en estatura y juventud, debe facilitarle ahora a sus promotores conseguir quien suba al ring contra él, quien demostró que el Sueño Americano sigue vigente.