Es la segunda ocasión en los últimos seis años que Rusia utiliza sus tanques y aviones para imponer la fuerza más allá de sus fronteras y sin el pedido de la comunidad internacional.
Kiev pide ayuda internacional y moviliza a sus hombres. El país ha sido invadido por Rusia. Vladimir Putin agredió de nuevo a una nación vecina. Es la segunda ocasión en los últimos seis años que Rusia utiliza sus tanques y aviones para imponer la fuerza más allá de sus fronteras y sin el pedido de la comunidad internacional. Georgia sufrió similar agresión en el verano del 2008 y ahora el escenario se repite. Dos regiones separatistas del Cáucaso, Abjasia y Osetia del Sur, donde ya había “tropas de paz” de Rusia, pidieron la protección de Moscú. La “ayuda rusa” a Crimea no es diferente. Tropas de la Flota del Mar Negro están dislocadas en Crimea, allí tienen su base principal en el puerto de Sebastopol y por toda la península hay bases navales y aeropuertos militares rusos. Al cuanto terminaron los Juegos Olímpicos de Sochi el mandatario ruso se dedicó de lleno al tema ucraniano. Y lo hizo con la única razón que conocen en el Kremlin, la de la fuerza. El desenlace de las protestas en Kiev no ha sido del agrado de Moscú, del poder sacaron al aliado Yanukovich y la aproximación a Europa siempre molesto a Putin. Como un evento olímpico se trató en Rusia la entrada de tropas en Ucrania, la votación en la Cámara de la Federación (cámara alta) del parlamento se trasmitió en vivo por la televisión. Los legisladores dieron el espaldarazo al gobernante para usar la fuerza, que ya venía utilizando hacia horas.
Las tropas rusas, quienes desde el viernes controlan aeropuertos, puertos y las carreteras que dan acceso a la península, aparecieron primero sin distintivos en sus uniformes, pero fuertemente armados. Unidades militares ucranianos fueron ocupadas por los soldados rusos, los helicópteros se pasean por el cielo de Crimea y los barcos no permiten la salida a alta mar de las naves ucranianas.
Los activistas pro rusos en la zona ya había preparado el camino a los militares, negando la autoridad del nuevo gabinete ucraniano, y pidiendo protección a Putin. Moscú, una vez más, rompió leyes y acuerdos internacionales y bajo el pretexto de la ayuda a los ciudadanos rusos irrumpió en el suelo soberano de Ucrania. Ni el pedido de Barack Obama, de Angela Merkel y de otros políticos europeo a Putin para que desista del uso del ejército dieron resultados.
Crimea fue arrebatada al Imperio Otomano por las tropas de Catalina en una de las guerras ruso-turcas. En 1954 Nikita Jruschev le traspasa a Ucrania la soberanía como muestra de amistad entre los rusos y ucranianos. Casi el 60 por ciento de la población en la península es de origen ruso, un 24 por ciento ucranianos y un 12 por ciento de tártaros de Crimea. Rusia reconoció a la República de Crimea como parte integral de integral de Ucrania al desaparecer la Unión Soviética. La población originaria de la península son los tártaros de Crimea, quienes fueron deportados por Stalin a la Siberia en 1944 y fue con la perestroika que pudieron retornar a su tierra natal. Los tártaros están a favor de seguir siendo parte de Ucrania y no anexarse a Rusia.
Yanukovich y los Sudetes
Quizás hubiera tenido un barniz más "constitucional" y menos agresor si Victor Yanukovich, hubiera pedido la asistencia de Rusia para controlar la situación, pero se fue de Ucrania antes de tiempo. Y no reaparece en Moscú, sino en Rostov del Don, casi que suplicando a Putin que actué y abogando por un encuentro. Ahora ni en Crimea desean al depuesto gobernante.
La Segunda Guerra Mundial tuvo un episodio inicial en 1938 con la crisis de los Sudetes, aquella minoría germana que Hitler prometió defender de las autoridades checoslovacas. Los rusos de Crimea utilizan los mismos mecanismos que aquellos sudetes emplearon para apelar a la protección del Fuhrer alemán.
Las tropas rusas, quienes desde el viernes controlan aeropuertos, puertos y las carreteras que dan acceso a la península, aparecieron primero sin distintivos en sus uniformes, pero fuertemente armados. Unidades militares ucranianos fueron ocupadas por los soldados rusos, los helicópteros se pasean por el cielo de Crimea y los barcos no permiten la salida a alta mar de las naves ucranianas.
Los activistas pro rusos en la zona ya había preparado el camino a los militares, negando la autoridad del nuevo gabinete ucraniano, y pidiendo protección a Putin. Moscú, una vez más, rompió leyes y acuerdos internacionales y bajo el pretexto de la ayuda a los ciudadanos rusos irrumpió en el suelo soberano de Ucrania. Ni el pedido de Barack Obama, de Angela Merkel y de otros políticos europeo a Putin para que desista del uso del ejército dieron resultados.
Crimea fue arrebatada al Imperio Otomano por las tropas de Catalina en una de las guerras ruso-turcas. En 1954 Nikita Jruschev le traspasa a Ucrania la soberanía como muestra de amistad entre los rusos y ucranianos. Casi el 60 por ciento de la población en la península es de origen ruso, un 24 por ciento ucranianos y un 12 por ciento de tártaros de Crimea. Rusia reconoció a la República de Crimea como parte integral de integral de Ucrania al desaparecer la Unión Soviética. La población originaria de la península son los tártaros de Crimea, quienes fueron deportados por Stalin a la Siberia en 1944 y fue con la perestroika que pudieron retornar a su tierra natal. Los tártaros están a favor de seguir siendo parte de Ucrania y no anexarse a Rusia.
Yanukovich y los Sudetes
Quizás hubiera tenido un barniz más "constitucional" y menos agresor si Victor Yanukovich, hubiera pedido la asistencia de Rusia para controlar la situación, pero se fue de Ucrania antes de tiempo. Y no reaparece en Moscú, sino en Rostov del Don, casi que suplicando a Putin que actué y abogando por un encuentro. Ahora ni en Crimea desean al depuesto gobernante.
La Segunda Guerra Mundial tuvo un episodio inicial en 1938 con la crisis de los Sudetes, aquella minoría germana que Hitler prometió defender de las autoridades checoslovacas. Los rusos de Crimea utilizan los mismos mecanismos que aquellos sudetes emplearon para apelar a la protección del Fuhrer alemán.