Un homenaje de Jacobo Machover a Angel Cuadra, poeta y exprisionero de conciencia

Ángel Cuadra, escritor y ex prisionero político que luchó contra las dictaduras de Batista y Castro.

"Murió en Miami, la capital de nuestro exilio, Ángel Cuadra, poeta, amigo, ex preso político (¡15 años en las mazmorras castristas!), un hombre profundo, de una gran dulzura. No logrará ver a Cuba libre pero habrá hecho tanto por su libertad… Mi pena es inmensa", declaró en Facebook el autor cubano exiliado en Francia, Jacobo Machover.

"Para rendirle homenaje", dijo Machover, "reproduzco estas entrevistas realizadas a lo largo de una década casi, entre España y Miami, publicadas en mi obra 'El libro negro del castrismo' (Miami, Ediciones Universal, 2009) y en francés en 'Cuba, mémoires d’un naufrage' (París, Buchet-Chastel, 2009)".

ÁNGEL CUADRA

“La fanfarria propagandística bien organizada del comunismo internacional en el cual Cuba era uno de los peones absorbía la atención internacional y no se nos escuchaba; estábamos por tanto solos.”

Ángel Cuadra ya era poeta antes de ingresar, por quince años, en la cárcel. Otros empezaron a escribir detrás de los barrotes. Todos ellos crearon, cada uno en su celda pero a veces en conjunto, una obra original, que no es literatura de adentro ni del exilio, sino una escritura surgida de profundis, de las mazmorras, una poesía en la que se mezclan la emoción inmediata y la acción que permite la lectura asidua de los poemas que caen en las manos, un poco de casualidad, como un regalo inesperado en medio de los golpes y del encierro.

Hoy día, Ángel Cuadra es presidente del Pen Club de los escritores cubanos en el exilio. Una expansión de la voz.

Ángel Cuadra: “Yo escribía desde muchacho. En 1957, fui uno de los fundadores del grupo 'Renuevo'. Había publicado en Cuba en revistas y había tenido también, fuera de Cuba, un premio internacional. Publiqué mi primer poemario en julio de 1959. Cuando llegué a la cárcel yo era una especie de tuerto en el país de los ciegos. Venía de la calle con un background, de haber estado en aspectos literarios y en polémicas de periódicos. Yo entré en la cárcel después de haber estado conspirando contra el régimen. Los motivos por los cuales nos opusimos al gobierno, fueron porque realmente nos sentimos traicionados como revolucionarios.

"Nosotros fuimos los primeros en empezar a luchar contra Batista, no fue Castro ni el Movimiento 26 de julio, que aún no existía. El primer mártir fue Rubén Batista, un estudiante de arquitectura. Yo tomé parte en aquella lucha en la medida en que los estudiantes podíamos hacerlo. Cuando triunfó la revolución, creímos que se iba a hacer como se propuso en la proclama de la Sierra Maestra, que mucha gente ignora, cuyo planteamiento era el de un Gobierno provisional de año y medio con todos los partidos políticos que tomaron parte en aquella lucha, con libertad de expresión, libertad de prensa y, claro, siempre reformas sociales, que todo proceso requiere.

"Y poco a poco vimos cómo la revolución fue derivando hacia un rumbo que nunca quisimos, se fue traicionando a sí misma. Jamás se luchó por establecer un rumbo marxista-leninista en la isla. La traición significó el desvío de aquellos planteamientos iniciales. Empecé a luchar. Tenía tres opciones. O me quedaba en Cuba y aceptaba los privilegios que podía tener –yo era abogado de un comandante del Granma y de un organismo del Estado. Tenía relaciones y podía haber disfrutado aquello; inclusive estuve en las reuniones que se hicieron en Camagüey para construir una Unión de Escritores, en septiembre de 1960.

"O me iba del país. O me quedaba a luchar para reordenar el rumbo que la revolución debió tener. De ahí que la conspiración de nuestro grupo, que se llamaba Unidad Nacional Revolucionaria, partiera de los planteamientos de la revolución para retomar el camino que debió seguirse. Nuestra lucha era para rescatar los principios primeros que movieron a una parte del pueblo de Cuba a luchar contra la anterior dictadura. Asumí ese destino y no me arrepiento. Ya me había apartado un tanto de las actividades literarias. No quise formar parte de la Unión de Escritores, me negué a participar en determinados organismos culturales. Me aislé un poco. Publiqué un folleto clandestino con cinco poetas, contrarrestando la versión de los escritores oficiales. Circuló clandestinamente. Y caí preso.

"Cuando uno llega a la prisión, es un mundo tan tremendo, tan distinto... Yo no caí preso al principio, como el viejo presidio, caí en 1967, cuando se había terminado el presidio de Isla de Pinos.

"Me ligué con los que venían de allí, que estaban todos traumatizados con aquella situación terrible que vivieron, estar tirados en calzoncillos meses y meses. Escribir significó como una expansión de la voz que uno no podía darle al mundo, la de estar en la sordidez de la cárcel. En el diálogo personal con la página en blanco escribiendo poemas, uno no solamente desahogaba su situación anímica sino que también encontraba una forma de continuar, a través del poema, la obra que quedó interrumpida. Tenía relaciones con muchachos más jóvenes o menos jóvenes que empezaron a escribir, porque se dio un fenómeno muy interesante:

"Los presos empezaron a hacer literatura y muchas personas que no tenían ningún tipo de vocación, aparentemente, como en el caso de Ernesto Díaz Rodríguez, empezaron a sentir dentro de sí una revelación. Como yo venía de la calle con un poco más de experiencia, muchos se acercaban a mí, e hicimos seminarios, charlas, conferencias, concursos literarios y descargas de poesía. Las cosas que uno iba escribiendo conocían una dificultad: las requisas. Se llevaban todo. Era difícil sacar los textos durante las visitas, porque te requisaban, te revisaban prácticamente desnudo. Teníamos que sacarlo todo en pequeños papelitos con escritura muy pequeña, a los que les llamaban “bolitas”, que tenías que esconderte donde tú pudieras para pasar el registro de los guardias, y así esperar, al salir a la visita, que no te lo descubrieran, para entregarlo a algún amigo o a algún familiar e irlo acumulando y después mandarlo afuera".

“El preso político se siente curado con la razón”

"Yo fui de los primeros que entendieron que debíamos publicar, que no teníamos que tener temor a publicar fuera del país, aunque estuviéramos en la cárcel, que era una misión de cada uno. Me publicaron poemas en los Estados Unidos y en Alemania, porque yo pedí que lo hicieran. Mucha gente, a través de la familia y de los amigos, tenía temor de publicarme porque entendía que iba a empeorar mi situación. Pero cuando uno está preso con veinte años arriba (yo me vine a enterar de que tenía quince años de condena a los dos años de estar preso porque no teníamos comunicación y creía que eran veinte), se piensa que de aquellas circunstancias uno no sale vivo. Entonces ¿para qué iba a preservarme si no iba a salir vivo de allí?

"No me importaba que hicieran propaganda, al contrario. Y si no hicieron más, fue porque tuvieron temor aquellos que estaban indicados para hacerla. A los que empezaron a escribir les surgió como una necesidad. El género más socorrido fue la poesía. El preso político se siente curado con la razón. No está abochornado por estar preso. Siente que tiene razón, que su causa es la buena. Y tiene que acudir a la página en blanco para decirse, para comunicarse. Poeta se nace o se hace. Todos tenemos algunas posibilidades artísticas dentro, pero algunos estaban esperando la voz que les dijera 'Levántate y anda'. Tenían eso en latencia. En algunos de ellos, cesó la posibilidad cuando cesó el incentivo. No hay que pedir cuentas. Pero hay que volver al pasado, en el sentido que decía Ortega y Gasset, que el pasado hay que acudir a él para entre otras cosas ver lo que hicimos mal y no repetirlo, y ver lo que dejamos de hacer y tenemos que hacer. Pero no por un problema personal sino, sencillamente, por un problema de las relaciones en mi país por lo que, en definitiva, no creo que se deba renunciar al pasado. Una nación es el producto de todo lo que a lo largo del tiempo ha ido contribuyendo a la estructuración del ser nacional. En ese sentido sí, creo que hay que tomar los elementos surgidos del pasado, desechar los que eran inútiles, y con ellos, adaptándolos y modificándolos, construir el futuro.

"El rencor se elimina cuando uno comprende, en estos momentos, que la misión que uno ha hecho era justa, era adecuada, que uno estaba en el bando de la razón y los otros no lo estaban. Entonces uno elimina el rencor. Depurar responsabilidades es una cuestión que no debe corresponderle a uno, personalmente. Esas cosas se institucionalizan para aclarar los periodos históricos en las cosas que se cometieron, que son irrepetibles. Pero en el caso del rencor personal, de querer cobrarle cuentas a uno, a un carcelero, yo creo que no.

"Ya por el hecho de ser contenida, en definitiva la razón ejerce un poco de control sobre los instintos primarios. Y eso es lo importante, que la razón predomine. Es cierto, porque uno no puede ser tan insensible, de no sentir esa reacción cuando ha sido objeto del maltrato, siempre injustificado. De las cosas colectivas, estas cosas se depuran institucionalmente, es decir a través de las leyes, a través del ordenamiento jurídico, a través de las rectificaciones que hacen, o que deben hacer, o que generalmente hacen las sociedades cuando han tomado caminos que son negativos o erróneos. Hay muchos ejemplos de eso en la historia. Cuba no es una excepción.

"Cuba ha pasado por situaciones por las que otros pueblos han pasado también. Y no creo que vayan a reaccionar los cubanos de una forma tan inadecuada, independiente de toda relación con los otros grupos humanos. En el mundo en este periodo que ha habido de totalitarismo, de represión violenta, sí, las responsabilidades se han aclarado pero lo importante es que la justicia sea institucionalizada, que existan tribunales. Yo no tengo vocación de juez. Yo ejercía la carrera como abogado defensor. Así que nunca sería yo ni fiscal ni acusador.

"Siempre he tenido una vocación. Yo soy esencialmente poeta y las circunstancias que han ocurrido nos han llevado a muchos cubanos a errar por el mundo, cambiar de sociedad, de modo de vivir.

"A otros los ha llevado también a la cárcel. Se ha distorsionado, dispersado, el ser nacional. Ya uno, inmerso en estas luchas colectivas, piensa que realmente hay una esperanza colectiva, general, que está en gran medida por encima de la esperanza personal. La esperanza es la ilusión que uno tenía, por la cual luchó y entregó parte de su vida en esta lucha. Y es el desprendimiento patriótico, de que uno pensó, y tenía razón, de que trataba de luchar por lo mejor que le convenía a su país. No es cierto que el ser humano es esencialmente y biológicamente egoísta, no. También uno piensa en la colectividad.

"Y cuando se entrega uno a una lucha determinada es porque tiene uno cierto ideal y porque tiene la esperanza de que esa idealización se concrete en formas exactas de convivencia para el mejor destino del país nuestro. Esa es la esperanza que tengo y en definitiva esa esperanza es tal que inclusive que uno ha luchado o está luchando, no para disfrutar del poder –yo no tengo vocación de gobernante, por ejemplo–, sino aunque fuera a distancia, aunque no volviera al país, volviera o no volviera, saber que nuestro país ha superado una etapa negativa, que va a entrar en el futuro a un camino más adecuado, más correcto, como lo soñamos. En definitiva, todo eso es parte de un sueño. Es también la esperanza que tenemos, que aunque no disfrute uno de aquello, inclusive en el caso extremo no participe en la rectificación del rumbo nacional sepa que ese rumbo ha tomado por el camino adecuado. Esa satisfacción de sentir 'Luché por esto y esto se ha logrado'. En toda lucha hay dos posibilidades: triunfar o perder. Y también hay el aspecto de la acción física y de la acción ideológica. Si hasta ahora hemos perdido en la acción física, en la guerra, en cualquiera de los campos en que se puede entender la guerra, no solamente el de las armas, nos queda el campo ideológico. Y ahí hemos triunfado. Luchamos contra aquello porque dijimos: 'Es malo'. Y la verdad histórica nos ha demostrado que teníamos toda la razón. Aquello es malo. Tiene que cambiar.

"Hay un documental muy elocuente que decía: 'Nadie escuchaba'. Y es cierto que uno recurre a la frase porque durante mucho tiempo, mucho tiempo, al pueblo de Cuba, en la dispersión del exilio, en la sombra de la cárcel, en la represión, no nos escuchaban. Eso es verdad. Si nosotros creemos en estas cosas, recuerdo aquella frase de Martí: 'En la vida todo el que lleva luz se queda solo'. En verdad sí, estábamos solos y nadie nos escuchaba. Seguíamos sin embargo luchando desde todos los puntos de vista. Seguías en el exilio pensando en el país, hablando con los pocos que podías aunque no te entendieran qué era la realidad cubana. Pero ahora, en pocos años atrás, ha empezado el mundo a prestar un poco de oído.

"Y si antes en la lucha más violenta teníamos poca audiencia, ahora en esta lucha pacífica opositora, se va teniendo en el mundo mucha más audiencia. Tomando la frase de José Ortega y Gasset, 'El tema de nuestro tiempo', uno de los temas de nuestro tiempo son los derechos humanos, y eso ha sido bandera que ha esgrimido nuestra disidencia interna y también las cajas de resonancia en el exterior que somos nosotros, los que estamos en el exilio. Y yo espero que sí, que empiecen a escucharnos, que empiecen a prestarnos oídos. Eso quiere decir que es el comienzo del fin.”

Cádiz - Miami - Madrid, 2001 - 2008