Vida y “muerte con pingüino”, de Andrei Kurkov

Portada de "Muerte con pingüino", de Andrei Kurkov.

Hay novelas que te regalan otras vidas, porque hay autores que las escriben para que puedas entrar en ellas como en la sala de tu casa, o en la intimidad de la recámara, donde te sientes como si estuvieras en la tuya, y para que atravieses los umbrales de la familiaridad de otros, y te apoderes de sus secretos, y de tal modo te conviertas, desde tu soledad hacia la suya, en coprotagonista, y hasta en coautor.

"Muerte con pingüino" es una novela soberbia, magnífica, del autor ruso-ucraniano Andrei Kurkov, y pienso que, leyéndola la vida del lector se renueva, porque se cuestiona todo desde el humor, desde lo irracional de los totalitarismos, y se emplaza a sí mismo como en un sueño o en una pesadilla.

Viktor, el personaje principal y el hilo-nudo de la novela, es un escritor en la ruina, está sin un peso, sin pasta, “en Blanco y Trocadero”-como decíamos en Cuba por dos razones: porque se ignoraba algo o porque andabas arrancado, sin dinero. Además, su novia lo ha abandonado, vive en un país cuyo invierno es sumamente largo, y él siente frío, mucho frío, aunque no sólo debido a la temperatura.

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Muerte con pingüino. Autor: Andrei Kurkov

Pueden imaginar que se siente tan solo que decide adoptar un pingüino, y no es fácil soportarlo como compañero de piso. Misha, así lo ha bautizado, se siente también deprimido; se la pasa soltando suspiros melancólicos, y se sumerge en la bañera con agua helada para chapotear sus supuestas nostalgias de pingüino. Se comporta igual que un adolescente, cuando le gana la morriña se encierra en la habitación y, eso sí, sin poder leer ni consultar un móvil, sólo puede mirar a la pared. Entonces, Viktor, para colmo, sintiéndose triste él, debe consolar a su amigo, bajo la forma o el remedio que se le ocurra.

Lo alimenta de los pescados que puede encontrar en el mercado, congelados y cortados en trocitos para que Misha no se atore, y le conversa, aunque sin respuestas aparentes.

La cosa se pone complicada cuando un gran periódico de su ciudad le encarga a Viktor, no al pingüino, esquelas de personajes públicos que todavía viven, aunque no por mucho tiempo. No es una tarea fácil, como podrán comprender.

Los protagonistas de esas necrológicas comienzan a fallecer de manera inexplicable mientras Viktor escribe sus esquelas. Las muertes ocurren en extrañas e inclusive cómicas circunstancias, es como si la escritura de Viktor les invitara a despedirse e irse al más allá. Misha, sin comerla ni beberla, y su dueño, se ven atrapados en una trama absurda y violenta.

Esta es una novela oscura y a la vez luminosa, con un humor muy vívido, ácido, penetrante, humor en blanco y negro. “Como la vida”. ¡Y como un pingüino!