"Vivo alegre porque vivo sin miedo"

Danilo Maldonado, "El Sexto".

Desde la prisión de Valle Grande, el conocido grafitero cubano apodado "El Sexto", narra sus vivencias y pormenores de la vida carcelaria.

Danilo Maldonado, el grafitero conocido como "El Sexto", cumple este 25 de enero un mes en prisión. Fue detenido mientras viajaba en un taxi en cuyo maletero transportaba dos cerdos vivos. Los animales estaban pintados de verde y cada uno llevaba un nombre escrito en el costado. En uno podía leerse "Fidel" y, en el otro, "Raúl".

La intención del artista era soltarlos en el Parque Central para recrear una tradición campesina en la que se trata de atrapar los cerdos con la dificultad añadida de que sus cuerpos están untados con grasa. Su acción plástica frustrada llevaba como título "Rebelión en la Granja, in memoriam".

El Lada azul claro que lo trasladaba fue interceptado por tres patrullas de la Policía Nacional Revolucionaria. Los agentes retiraron el carné de identidad a Danilo y al conductor del vehículo y les llevaron hasta la Estación de Infanta y Manglar. Dos días después, trasladaron al artista a la unidad de Zapata y C, donde una instructora le dijo que sería llevado a juicio. Permaneció siete días en esos calabozos hasta que fue trasladado al centro policial Vivac de Calabazar, donde pasó otros seis días.

Coincidió que ese Vivac fue el destino de decenas de detenidos acusados de intentar participar en el perfomance anunciado por la artista plástica Tania Bruguera en la Plaza de la Revolución el pasado 30 de diciembre y que fue interpretado por las autoridades como una provocación contrarrevolucionaria. Algunos de los detenidos, que conocían de su presencia en ese sitio, gritaron, entre otras consignas: "Libertad para El Sexto".

Desde la prisión de Valle Grande, donde se encuentra ahora, Danilo nos ha enviado algunas anécdotas carcelarias y un par de dibujos:

El depósito

Cuando llegué a Valle Grande me sacaron sangre para muestras de laboratorio, me pelaron y me afeitaron. También me fotografiaron. En los días que pasé en el Vivac, me habían diagnosticado una neumonía, por esa razón llevaba conmigo unos antibióticos, pero me los quitaron y, no conforme con no habérmelos devuelto hasta el día de hoy, tampoco me ha auscultado un médico para saber si estoy igual, mejor o peor de cómo entré aquí. Para colmo, estoy rodeado de fumadores a los que les importa poco que estoy enfermo y que soy asmático.

Estoy en la compañía cuatro. A este lugar le dicen "el depósito", y hay gente de todo tipo. Conocí a cuatro opositores de Alturas de la Lisa. Yorlay Pérez, Yusel Pérez, Santiago Pérez y Hanoy.

Plano de la Compañía 4H, de la prisión Valle Grande, dibujada por Danilo Maldonado "El Sexto".

Fidelito

Un día entró al depósito un muchacho que decía que me conocía del parque y que seguía mi trabajo en las calles. Este joven de baja estatura, trigueño, me sorprendió cuando al quitarse el pulóver dejó ver en su espalda un tatuaje con el rostro de Fidel Castro. Le expliqué que yo era un opositor al régimen castrista y que ese señor que él llevaba grabado en su piel era el culpable de que yo estuviera preso.

Él me respondió que no tenía familia y que era un "hijo de la patria", razón por la cual Fidel le había dado una casa y que eso no pasaba en ningún otro lugar del mundo. Le dije que era verdad, que si él hubiera nacido en otro país, nadie le hubiera dado una casa, pero a lo mejor él mismo podría buscarla y que realmente no le debía nada a Fidel. Le conté el caso de Amaury Pacheco, que con una familia de seis hijos fue acosado para desalojarlo de una casa abandonada en el reparto Alamar, donde habían llegado al extremo de negarle el servicio de agua y el de electricidad.

Luego me enteré por otro muchacho, que lo conocía del Vedado, que de él se decía que era de la Seguridad del Estado y que siempre andaba con una pistola bajo la camisa. Sus conocidos le apodaban "El ronco", pero yo le decía Fidelito.

Este hijo de la patria estaba preso por falsificación de documentos, cosa que había hecho para irse del país. En una misma noche trató de ahorcarse en dos ocasiones.

Yusel, el opositor

En una de esas constantes inspecciones que aquí se realizan, un Mayor y un Subteniente estimaron que uno de los reclusos tenía las uñas demasiado largas y que tenía que cortárselas. Él explicó que allí no tenía cortauñas y, mucho menos, tijeras. El Mayor sacó una sevillana del cinto y lo amenazó con cortarle las uñas a la fuerza. El muchacho se resistió y, entonces, el Mayor le dijo que tenía que comérselas.

Cuando pasaron por donde estaba el opositor Yusel, notaron que este llevaba en una de sus muñecas una manilla plástica de color blanco con la palabra Cambio. Como no obedeció la orden de quitársela, se la arrebataron a la fuerza. Entonces Yusel se puso a gritar: "Abajo los Castro", "Abajo la dictadura". El Subteniente lo arrinconó contra una cama para golpearlo, pero el resto de los presos se metieron en el medio y lo impidieron. La cosa se puso caliente y no llegó a más porque el Mayor se puso a gritar que no lo iban a golpear. Solo así se relajaron los presos. Yusel estuvo cuatro días en la celda de castigo, pero no lo golpearon.

'El puro' que se orina

El puro llegó sin hacer ruido. Fuerte, alto, debe tener entre 60 y 70 años, y no duerme. Dijo que estaba preso porque había amenazado con un destornillador a unos jóvenes que tiraban una pelota contra la pared de su casa. Nadie se le acercaba porque no se bañaba. Un día se orinó en el medio del pasillo, lo que fue entendido como "un chantaje" por los otros presos que tendrían que limpiar su cochinada. Cuando le exigieron que tenía que secar aquel charco dijo que lo haría con su ropa, pero no se lo permitieron porque eso sería soportarle más peste todavía. Comprendimos que se estaba haciendo el loco el día que se leyeron en voz alta las tarjetas donde están los nombres y los delitos de cada uno de nosotros. Allí supimos su causa: Abuso lascivo contra menores.

A mis amigos de Facebook y a los lectores de mi blog

Quiero decirles que extraño mucho enterarme de sus viajes y cualquier suceso que reflejan en sus cuentas. También quisiera agradecerles a todos los que se solidarizaron con mi causa y confesarles que ninguna de mis locuras hubiera sido posible si no supiera que no estaba solo y que cuento con el apoyo de muchos de ustedes. Es posible llenar los corazones de esperanza. Nunca el mal podrá contra el bien. Jamás las mentes retrógradas podrán contra las mentes libres. Nunca la violencia podrá contra el arte y la razón. La muerte nunca podrá contra la vida y el amor.

Aunque impidieron que los cerdos llegaran al Parque Central, todos los que tenemos imaginación pudimos verlos correr con sus nombres grabados.

Esto que estoy pasando es un calvario que solo ha sido la legitimación de una buena obra y la confirmación de una férrea dictadura a la que es necesario combatir con ingenio y astucia.

Créanme, a veces me río solo en este oscuro lugar de 5.60 por 32.80 metros con 37 literas triples, es decir entre 118 y 190 personas, más los que duermen en el suelo. Me río aunque los baños estén pegados uno al lado del otro sin ninguna privacidad. Vivo alegre porque vivo sin miedo y, aunque persiguen y acosan a mi familia, nunca logran hacer mella en mi creatividad. Esta vez creo haberlos ridiculizado como nunca antes nadie lo hizo. Aunque impidieron que los cerdos llegaran al Parque Central, todos los que tenemos imaginación pudimos verlos correr con sus nombres grabados y un pueblo detrás de ellos como una verdadera Rebelión en la Granja.

Ja, Ja, Ja. Abrazos a todos y espero poder leerlos.

Danilo Maldonado Machado

El Sexto

Este artículo fue publicado originalmente en el sitio 14Ymedio.com, el 28 de enero de 2014.