Yasiel Puig no come miedo

Yasiel Puig de Dodgers tras atrapar una bola bateada por Gregor Blanco de Gigantes.

“Pito” Abreu pegó su quinto jonrón y aunque su average (.243) no es impresionante, ha producido 17 carreras en 19 juegos de Chicago.
Pocas veces una frase cubana ha sido tan descriptiva: Yasiel Puig no come miedo --en las Grandes Ligas--, y para demostrarlo pegó este domingo un jonrón de tres carreras en la victoria de los Dodgers sobre Arizona, 4-1.

Circula por ahí una historia truculenta, publicada en la prensa de la ciudad de Los Ángeles, que cuenta la salida de Puig de su país natal, huyendo del socialismo pero conducido hacia la gloria y el billete del profesionalismo nada menos que por traficantes de personas, tipos duros de gatillo alegre.

Yasiel Puig (d) de Dodgers en acción junto a sus compañeros Dee Gordon (c) y Matt Kemp (i) ante Gigantes.

Si es cierto lo de los mafiosos, Puig no se lo ha tomado demasiado en serio. Y dada la proverbial ingenuidad de los cubanos de tierra adentro --no sé cuántas conexiones a internet habrá en toda la provincia de Cienfuegos, allí donde nació Puig-- no sería de extrañar que aquellos que lo hicieron a la mar quieran pintarse como más peligrosos de lo que en realidad sean.

Así lo harían para asustar a alguien… que no responda al apellido Puig.
Fue un domingo de lujo para los cubanos forjados en las Series Nacionales. Chicago White Sox, por ejemplo, dispuso de Rangers de Texas 16-2 con una exhibición de varios criollos.

“Pito” Abreu pegó su quinto jonrón, y aunque su average (.243) no es impresionante, ha producido 17 carreras en 19 juegos de Chicago. Como Abreu, Dayán Viciedo pegó también tres hits (.321) y Alexei Ramírez disparó dos (¡.360!) en tanto Leonys Martín pegó uno (.322) en el revés de Texas.

Tampa Bay no pudo esta vez con los Yankees, pero Yunel Escobar sumó de 5-2 y marcha con .235. Y con un modesto fly de sacrificio, Adeiny Hechavarría (.310) propició la barrida de los Marlins sobre Seattle, tres anotaciones por dos.

De los hombres que abandonaron los estadios cubanos en el lustro más reciente, solo Yoenis Céspedes se fue en blanco en dos turnos (.254) aunque sus Atléticos de Oakland marchan a toda máquina y vencieron 4-1 a Houston.

Y dentro de pocas semanas comenzará la proyección de otro culebrón en el béisbol cubano, con la contratación del outfielder olímpico Frederich Cepeda por los Gigantes de Yomiuri en la liga japonesa.

Aunque ya algunos hombres --contados con los dedos de las manos-- habían recibido el permiso de los gobernantes cubanos para jugar a la pelota por dinero y regresar después a la Isla, nos encontramos ahora con un caso inédito.

Cepeda es un beisbolista de la actual nómina mundialista de Cuba, no un jugador cuesta abajo, y va camino de la Liga Japonesa, competencia muy superior al languideciente torneo de verano de México, o el campeonato de Italia, adonde recalaron dos veteranos acogidos a la jubilación, el toletero Joan Carlos Pedroso de Las Tunas y el pitcher Norberto González, de Cienfuegos.

Que se apuren quienes legislan en los despachos refrigerados de La Habana. Una golondrina no hace verano y un Frederich Cepeda no va a ser contención suficiente para aquellos que desean disfrutar de algo más que una conga en el graderío.