Yoshvani Medina: "Digo que no debe haber libertad para los enemigos de la libertad"

Yoshvani Medina, actor y dramaturgo de origen cubano, reconocido en todo el mundo

Yoshvani Medina es un hombre joven con un currículo profesional impresionante, inusual en alguien de su edad y con una profesión tan exigente y difícil como la suya, sin embargo, este pinareño, nacido en 1967, actualmente está considerado, en el mundo, uno de los más importantes dramaturgos en idioma español. Es, para Dile que pienso en Ella... Un verdadero lujo tenerle como huésped durante esta semana.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

Yo me fui como migra un ave, la primera razón fue energética: yo no podía respirar en aquel sistema. Si las aves migran hacia los lugares donde los días son más largos para buscar mejores oportunidades de alimentar a sus polluelos, yo me fui hacia un lugar donde la noche fuera más larga para darle más oportunidades a mis sueños. Yo no tenía nada que ver con el compañero de la pupila insomne, de la misma manera que un pájaro sabe que el estrés y los peligros del viaje son menores que las ventajas de estar al otro lado. Me censuraron, sí, me odiaron por ser diferente, por escribir y pensar diferente, y de alguna manera yo les agradecí su mezquindad, porque era la prueba de que tenía dos caminos: arrodillarme o largarme.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

No mucho, tan solo la posibilidad de ganarme la vida sin tener que pensar lo que otro me ordenaba, que a su vez no pensaba lo que me ordenaba. Yo quería ser dueño de mis días para poder realizar lo que soñaba en las noches. Yo quería poder ir a dónde quisiera, comer, ponerme, decir lo que quisiera cuando quisiera, y dejar de sentirme un prisionero en potencia.

¿Qué encontraste?

Mi versión personal del bienestar. La sensación de vivir en un país donde nadie tenía la obligación ni la costumbre de mentir. Donde uno puede vivir sin tenerle que dar cuentas al vecino, y la gente de izquierda bebe cervezas los domingos mirando el fútbol con amigos de derecha. Donde ser diferente no es una aberración y pensar diferente no es un delito. Le di a la Martinica lo mejor que había en mí: mi teatro, mi poesía escénica y mi hija, que es la mejor versión de mí mismo, ella hoy está haciendo su preparatoria en la Sorbona para estudiar Ciencias Políticas, y quizás un día sea presidente de Francia

¿Qué es para ti La libertad?

Algo profundamente individual, que cuido con egoísmo. La libertad no admite adjetivos, un poco de libertad no es libertad. La libertad sólo puede ser toda la libertad. No puede haber una libertad vacía, inerte, una libertad sin luz, de sombras, que consiste en moverse para cambiar de prisión, hecha de combates vanos y de falsos mitos alimentados por un oscurantismo de nuevo tipo. Cuando estaba en Cuba, yo solo tenía la libertad de soñar, entonces soñaba con la Libertad. Ahora que soy libre, y veo desde lejos aquella prisión, digo que no debe haber libertad para los enemigos de la libertad.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria?

Con frecuencia la riqueza es la patria del exilado, y aquel que está lejos prefiere olvidar lo que le falta contando lo que tiene. A mí no me falta nada. Cultivo mi obra cual rosa blanca. Los que dejé los llevo conmigo, aprendí a amarlos sin tenerlos, a estar bien cuando estoy conmigo mismo, porque la soledad es la patria de los fuertes, la ilusión no tiene patria, y los grandes artistas tampoco. Comprendí que la patria es donde nos aman, donde uno vive feliz porque se siente bien.

¿Piensas a menudo en “Ella”?

Ni tanto, no soy masoquista, en Cuba nadie se puede sentir bien cuando sabes que, seas quien seas, cantante famoso, ministro del interior, guardaespaldas del presidente, presidente en ejercicio, en cualquier momento pueden tocarte la puerta y llevarte a lo oscuro. De la misma manera que mi patria es el teatro y mi nación es el género humano, para ellos la Patria es la sangre ajena, y no tienen respeto por otra vida que no sea la suya. Lucran con el tiempo de la gente, prometiéndoles en un futuro lo que no han sido capaces de lograr en 60 años. Y los viejos no protestan porque prefieren estar en la piel del equivocado que en la del traidor, como una víctima del Síndrome de Estocolmo, que muere de respeto por su verdugo. Y los jóvenes prefieren huir, con el orgullo soporífero del soldado que prefiere que digan “Aquí corrió” que “Aquí murió”. Uno de los grandes logros de la dictadura ha sido amedrentar a los artistas y hacerlos sus cómplices, nada más patético que un artista tratando de ignorar su compromiso con el tiempo que le tocó vivir, nada más desolador que un poeta utilizando la retórica del koljós, prosternándose ante el poder con un dejo de lirismo. La principal victoria de la dictadura de mi país fue sobre el pueblo, contra el pueblo, y por el pueblo mismo. Hoy el pueblo se oye, se vigila, se consiente, y si se pasa de la raya se censura, se condena y se castiga. Por eso considero como los verdaderos héroes de la Patria a los que hoy disienten desde adentro, los ojos en los ojos del tirano, la voz en alto en las calles sometidas, como una nueva Guerra de Independencia.