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Bahía de Cochinos

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“Rigoberto Varona arriesgó su vida para salvarme”, asegura Carlos León Acosta

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Radio Televisión Martí recuerda el 60 aniversario de la invasión de Bahía de Cochinos con entrevistas reveladoras a los combatientes de la gesta del 17 de abril de 1961. Las entrevistas forman parte de la serie Nuestra Historia, con el periodista Ricardo Quintana.

Bahía de Cochinos: 60 años de historia

Luis González Lalondry, durante un evento en la Brigada 2506. (Roberto Koltun OCB/Archivo)
Luis González Lalondry, durante un evento en la Brigada 2506. (Roberto Koltun OCB/Archivo)

Hace unos pocos días acabo de cumplir 87 años y desde muy jovencito he estado luchando contra el comunismo, y ya en la Escuela Superior, contra el castrismo y lo que sabía que venía para el pueblo de Cuba: hambre, destrucción y muerte. Y, lamentablemente, así fue.

Al triunfo de la mal llamada revolución encabezada por el tirano Fidel Castro, me convencí más aún de que no había otra alternativa que continuar luchando dentro de Cuba, y cuando la muerte me rondaba, y la cárcel esperaba por mí a la vuelta de cada esquina, no tuve otra alternativa que tomar el camino del exilio y los muchos sinsabores del destierro en Miami.

En esta bendita ciudad me incorporé a las fuerzas de la Brigada de Asalto 2506, que combatió heroicamente, el 17 de abril de 1961, por la libertad de Cuba en Bahía de Cochinos, hasta la última bala, contra un ejército de 60 mil hombres, sin agua, sin comida, sin refuerzos, sin municiones, sin apoyo aéreo, solo con su patriotismo y sus ideales. Lo demás es historia que conocen, no solo los cubanos, sino el mundo entero, 60 años después.

Los jóvenes, y los que no eran tan jóvenes, que pelearon bravamente en Playa Girón, Playa Larga, Pálpite, Yaguaramas y San Blás, hasta la última bala y el último aliento, lo hicieron como lo están haciendo ahora los cubanos de San Isidro y los seguidores de José Daniel Ferrer en Santiago de Cuba, dándole la batalla a la tiranía en sus propias barbas, y donde más le duele: la opinión pública. Ahora cuentan con un instrumento decisivo: las redes sociales y el poder de la electrónica, que hace 60 años no se conocía. Tomaría tiempo, no sé cuánto, pero están llamados a triunfar.

No obstante, Bahía de Cochinos y su historia es una alternativa para seguirla, para estudiarla y para ponerla en práctica cuando las circunstancias así lo aconsejen, porque las dictaduras y los regímenes comunistas no se caen solos, hace falta tumbarlos, y la dictadura de la mafia que gobierna nuestro país a sangre y fuego hay que sacarla del poder, como los rumanos hicieron con Ceaușescu, los italianos con Mussolini y los alemanes, con la ayuda de los aliados, con Adolfo Hitler.

Le doy Gracias a Dios que quedé vivo en Bahía de Cochinos. Agradecido estoy de haber llegado a estos 87 años, porque muchos compañeros cayeron combatiendo en San Blas, en Playa Larga o en Playa Girón. No sólo lo siento por los hermanos de causa que cayeron combatiendo, lo siento también por los que de regreso al destierro de la cárcel han cerrado sus ojos sin ver ondear la bandera de la patria libre del comunismo y del maldito castrismo.

Yo soy de los que creo que la libertad de Cuba está en camino, sólo depende de los cubanos, si tienen el valor, la entereza y la decisión de conquistarla a golpe de coraje. San Isidro es el primer golpe, pero hacen falta muchos San Isidro, y millares de jóvenes que tomen el camino de los que han puesto esta barriada de La Habana Vieja en el mapa en estos momentos.

San Isidro es el camino, pero en todos los barrios de Cuba, en todas las ciudades de la Isla, en todos los repartos de nuestro país, en todas las provincias, para que el régimen y la mafia que detenta el poder se llene de miedo, ceda, renuncie y se vaya. Si no, han perdido el tiempo los líderes de esta heroica barriada, y los más de 40 huelguistas de Santiago de Cuba y UNPACU, encabezado por José Daniel Ferrer, que se jugaron la vida por lograr el objetivo final, que es la salida del régimen castrocomunista del poder, y la libertad de Cuba.

Para la historia de los pueblos, 60 años no es mucho tiempo, pero para los hombres y las mujeres que participan en la historia misma, es una eternidad. Y la hermosa gesta que comenzó hace años con los hombres de Useppa, luego se trasladó a las selvas de Panamá, y después a las montañas de Guatemala. El tiempo ha transcurrido vertiginosamente y la vida se ha ido acabando sin darnos cuenta.

Pero la historia está ahí. El régimen nefasto está ahí. Sólo hace falta un empujoncito más para acabar con la noche oscura que ha destruido nuestro país, ha separado nuestras familias y ha empobrecido doce millones de compatriotas. Por eso el momento es ahora, no es luego, ni después.

La más arriesgada epopeya bélica por la democracia en Cuba

B26, una de las naves al servicio de la Fuerza Aérea de Liberación de la Brigada 2506.
B26, una de las naves al servicio de la Fuerza Aérea de Liberación de la Brigada 2506.

Este 17 de abril se conmemoran 60 años de la invasión de Bahía de Cochinos. Aquellos tres días de combates, victorias y derrotas, son páginas de la historia de Cuba que por décadas el régimen de La Habana ha intentado tergiversar.

En los últimos años muchos de aquellos jóvenes de entonces han muerto. Falleció recientemente Esteban Bovo Carás, uno de los pilotos cubanos de la Brigada 2506. En 2020, se fueron el General Mayor Erneido Oliva y el publicista Julio Gonzalez-Rebull. Se enterró en el Panteón de la Brigada a Alvin Ross, residente de New Jersey y Arturo Cobo, quien levantara el Hogar de Tránsito de los Balseros en Cayo Hueso.

Los brigadistas, además del tradicional Museo en La Pequeña Habana, tienen ahora una nueva instalación en Hialeah Gardens, con un avión B-26, que fue parte de la fuerza área de la Brigada 2506 y que les donó Guatemala, gracias a gestiones del senador Marco Rubio con el entonces presidente guatemalteco Jimmy Morales.

Radio Televisión Martí les invita a repasar una serie de artículos, videos, entrevistas y testimonios con los protagonistas de aquella gesta, con los artilleros, hombres-ranas, paracaidistas, pilotos y demás integrantes de la Brigada.

Cada uno de estos relatos ofrece detalles de los preparativos de la invasión, el desembarco, los combates, los días en las prisiones castristas y el retorno a Estados Unidos.

En esta sección especial está el testimonio de varios de ellos, sus recuerdos y la visión de una misión, la más arriesgada y compleja emprendida por los exiliados cubanos.

COMUNICADO DE LA BRIGADA 2506

Los hombres que honraron su compromiso de combatir el castro comunismo en cualquier lugar del mundo

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En esta columna dedicada a un nuevo aniversario de la Brigada expedicionaria 2506 más que la conmemoración de una acción militar contra una dictadura, se evoca la concreción de un compromiso de cientos de cubanos que abandonaron su país para enrolarse en una misión en la que arriesgaban la vida, con la sola ambición de derrocar un régimen contrario a las convicciones democráticas que les alentaban.

Más de un combatiente de la Brigada ha expresado públicamente que nunca ha dejado de lacerarles el haber combatido contra compatriotas, pero que era inevitable si se quería derrocar un régimen violatorio de la dignidad de todos los cubanos.

Fueron hombres que no buscaban una vida mejor, no ambicionaban mejoras económicas o el disfrute de las libertades perdidas en suelo extranjero. Viajaron para prepararse militarmente, al igual que hicieron otros antes y después, que solo abandonaron las costas cubanas para regresar a ellas a combatir la dictadura.

La historia de la Brigada es muy rica en acontecimientos, contradicciones y heroísmo. Se ha escrito mucho, se han hecho documentales y analistas de diferentes nacionalidades e ideas políticas han sacado sus conclusiones, pero esta nota solo pretende destacar la valentía y el sentido del deber de los hombres que dejaron estudios, familia y trabajo, para cumplir con sus obligaciones.

Arribaron a Estados Unidos por diferentes vías y momentos. Algunos viajaron a México. Estaban dispuestos a cumplir la asignación que fuera más útil para la causa que enarbolaban y todos, más allá de antiguos militancias políticas, aceptaron el reto de unirse en la acción para ser más efectivos en el combate.

La vanguardia partió de Miami para la isla de Useppa, donde fue entrenada en diferentes disciplinas, entre ellos estaba Carlos Rodríguez Santana, "Carlay", que después de luchar fieramente en la clandestinidad contra la dictadura, dejó Cuba para incorporarse a la expedición y combatir en la isla, sueño truncado por su temprana muerte durante los entrenamientos en las montañas de Guatemala, lo que motivó a la Brigada adoptar su número de serie como identificación.

Se prepararon en diferentes países y también en Estados Unidos. Sintieron el cambio de estrategia. Vivieron el nuevo ordenamiento en los campamentos. Se hicieron paracaidistas, hombres ranas, tanquistas, infantes de marina, se especializaron en acciones comandos para ingresar a su país clandestinamente, varios fueron fusilados, entre ellos Manuel Blanco Navarro, y otros cumplieron largos años de prisión, como Emilio Martínez Venegas y Jorge Gutiérrez Izaguirre. Todos ellos integraron los equipos de infiltración que ingresaron a Cuba clandestinamente para respaldar la resistencia clandestina y los grupos guerrilleros que operaban en toda la Isla.

Tripularon aviones para combatir en el cielo cubano. Cayeron en el mar como los pilotos José Crespo y Lorenzo Pérez Lorenzo, o derribados por fuego enemigo como el estadounidenses Thomas W. Ray o el cubano Osvaldo Piedra.

Muchos fueron encarcelados.Algunos cayeron ante el paredón de fusilamiento. Otros fallecieron en el golfo. Nueve murieron por asfixia en una rastra que Osmany Cienfuegos ordenó atestar con los detenidos.

Vivida la dura experiencia, el compromiso de seguir luchando se ratificó, y se extendió a combatir el castro comunismo en cualquier lugar del mundo.

Idea que ha nutrido a muchos de ellos por años. Colaborar o trabajar con dependencias gubernamentales estadounidenses no los convirtió en servidores.

Lo que hicieron fue consecuencia de una toma de conciencia de que los intereses del castrismo deben ser enfrentados donde lo determinen las circunstancias,y en la confianza de que la colaboración prestada fuera reciprocada por Estados Unidos facilitándoles condiciones y recursos para enfrentar el totalitarismo en su patria.

Roberto Pichardo, Juan Tamayo y Juan Carlos Perón, fueron algunos de los muchos brigadistas que integraron las unidades de la marina, infantería y fuerza aérea que lucharon en el Congo contra la cuadrilla castrista que dirigía Ernesto Guevara. En el país africano murió entre otros el piloto Fausto Gómez.

Efectivos de la Brigada también se sumaron a la lucha contra los mercenarios que el castrismo envió a Angola. Pilotos y veteranos de infantería entrenaron efectivos de unidades del Frente de Liberación Nacional de Angola, gesta descrita en el libro “Cubanos combatiendo el comunismo en África”.

En Vietnam, en la lucha contra el comunismo, también participaron brigadistas, algunos perdieron la vida, entre ellos Irenaldo Padrón y Félix Sosa Camejo. América Latina fue otro escenario en el que demócratas cubanos enfrentaron la subversión castrista, allí estuvieron, entre otros, Félix Rodríguez y el capitán Eduardo Barea.

Cierto que se aliaron a una nación extranjera, Estados Unidos, país que los armó, entrenó y facilitó recursos para el combate. Fue una alianza de mutua conveniencia que nunca afectó su cubanía, tan cierta como la de las palmas, muy al contrario de la que hicieron Fidel y Raúl Castro que convirtieron a Cuba en el portaviones de la Unión Soviética en el hemisferio.

Aquellos hombres buscaban un aliado, no un amo, y aunque los laureles no cubrieron sus frentes, cumplieron con el deber, porque siempre tuvieron conciencia que si importante es la victoria, es mucho más trascendente honrar los compromisos.

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