Un peón en el juego de poder de Cuba
Junta Editorial, The Washington Post
Publicado: 16 de octubre de 2012
ÁNGEL CARROMERO, de 26 años de edad, líder juvenil del gobernante Partido Popular de España, era el conductor de un auto que el pasado 22 de julio derrapó y se estrelló en un camino rural en Cuba, causando la muerte de uno de los opositores más importantes del país, Oswaldo Payá, y la de otro activista. Carromero niega que fuera su culpa; un pasajero del auto que sobrevivió, un joven activista sueco [Aaron Modig], ha dicho que "es un error” culparle a él. Los familiares de los dos disidentes están de acuerdo, y se negaron a presentar cargos en su contra.
No obstante, el 5 de octubre un tribunal cubano halló al español culpable de homicidio vehicular. El lunes, fue condenado a cuatro años de prisión. La familia de Payá fue excluida del expedito juicio; el día en que se celebró, 42 disidentes fueron detenidos. La bloguera Yoani Sánchez, que había viajado a la ciudad de Bayamo con el fin de cubrir la vista, fue detenida y encarcelada durante 30 horas.
¿Por qué las autoridades cubanas responden de esta manera a lo que describen como un accidente de un solo auto? La viuda de Payá cree saber la respuesta: las autoridades, afirma, están tratando de encubrir lo que realmente sucedió en el accidente. Los familiares recibieron reportes de que el sedán que Carromero conducía pudo haber sido sacado de la carretera por otro vehículo. Ellos han pedido una investigación independiente con participación internacional.
Observadores españoles tienen sus propias sospechas. Dicen que probablemente el régimen está tratando de castigar al partido gobernante de España por apoyar a la oposición cubana. En una conferencia de prensa conducida por las autoridades cubanas, Carromero y el activista sueco dijeron que le habían llevado dinero a Payá, y que estaban ayudando a organizar un movimiento juvenil.
La sentencia contra Carromero no sorprende a la familia de Alan Gross, un contratista estadounidense para asuntos del desarrollo que ha permanecido preso en Cuba desde 2009. Gross fue arrestado por suministrar equipo informático a la pequeña comunidad judía de Cuba bajo un programa de ayuda de EE.UU. Condenado a 15 años de cárcel, se ha convertido en un peón del gambito del régimen castrista para asegurar el regreso de cinco renombrados espías cubanos que fueron capturados y condenados por espionaje en Estados Unidos.
Carromero, como cree la familia de Payá, podría estar en prisión para impedir que salga a la luz la verdadera historia de la muerte del líder opositor. O podría ser víctima de un burdo intento del régimen de Castro para extorsionar al gobierno español y sacarle concesiones. España todavía está tratando de obtener su liberación, del mismo modo que la administración Obama ha intentado, hasta ahora en vano, que liberen a Gross sin cumplir con las exigencias del régimen.
Lo que es seguro es que Carromero no debería estar tras las rejas por la muerte de Payá. El hecho de que lo esté, ofrece una clara respuesta a aquellos que se preguntan si los cambios introducidos por el régimen de Castro serán realmente para mejorar.
Junta Editorial, The Washington Post
Publicado: 16 de octubre de 2012
ÁNGEL CARROMERO, de 26 años de edad, líder juvenil del gobernante Partido Popular de España, era el conductor de un auto que el pasado 22 de julio derrapó y se estrelló en un camino rural en Cuba, causando la muerte de uno de los opositores más importantes del país, Oswaldo Payá, y la de otro activista. Carromero niega que fuera su culpa; un pasajero del auto que sobrevivió, un joven activista sueco [Aaron Modig], ha dicho que "es un error” culparle a él. Los familiares de los dos disidentes están de acuerdo, y se negaron a presentar cargos en su contra.
No obstante, el 5 de octubre un tribunal cubano halló al español culpable de homicidio vehicular. El lunes, fue condenado a cuatro años de prisión. La familia de Payá fue excluida del expedito juicio; el día en que se celebró, 42 disidentes fueron detenidos. La bloguera Yoani Sánchez, que había viajado a la ciudad de Bayamo con el fin de cubrir la vista, fue detenida y encarcelada durante 30 horas.
¿Por qué las autoridades cubanas responden de esta manera a lo que describen como un accidente de un solo auto? La viuda de Payá cree saber la respuesta: las autoridades, afirma, están tratando de encubrir lo que realmente sucedió en el accidente. Los familiares recibieron reportes de que el sedán que Carromero conducía pudo haber sido sacado de la carretera por otro vehículo. Ellos han pedido una investigación independiente con participación internacional.
Observadores españoles tienen sus propias sospechas. Dicen que probablemente el régimen está tratando de castigar al partido gobernante de España por apoyar a la oposición cubana. En una conferencia de prensa conducida por las autoridades cubanas, Carromero y el activista sueco dijeron que le habían llevado dinero a Payá, y que estaban ayudando a organizar un movimiento juvenil.
La sentencia contra Carromero no sorprende a la familia de Alan Gross, un contratista estadounidense para asuntos del desarrollo que ha permanecido preso en Cuba desde 2009. Gross fue arrestado por suministrar equipo informático a la pequeña comunidad judía de Cuba bajo un programa de ayuda de EE.UU. Condenado a 15 años de cárcel, se ha convertido en un peón del gambito del régimen castrista para asegurar el regreso de cinco renombrados espías cubanos que fueron capturados y condenados por espionaje en Estados Unidos.
Carromero, como cree la familia de Payá, podría estar en prisión para impedir que salga a la luz la verdadera historia de la muerte del líder opositor. O podría ser víctima de un burdo intento del régimen de Castro para extorsionar al gobierno español y sacarle concesiones. España todavía está tratando de obtener su liberación, del mismo modo que la administración Obama ha intentado, hasta ahora en vano, que liberen a Gross sin cumplir con las exigencias del régimen.
Lo que es seguro es que Carromero no debería estar tras las rejas por la muerte de Payá. El hecho de que lo esté, ofrece una clara respuesta a aquellos que se preguntan si los cambios introducidos por el régimen de Castro serán realmente para mejorar.