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"Open Letter": la carta cubana de Jay-Z


La cantante estadounidense Beyoncé (c) y su esposo, el rapero Jay-Z (d) salen el jueves 4 de abril del Hotel Saratoga en La Habana, donde se hospedaron junto a miembros de su familia, para celebrar los 5 años de su matrimonio
La cantante estadounidense Beyoncé (c) y su esposo, el rapero Jay-Z (d) salen el jueves 4 de abril del Hotel Saratoga en La Habana, donde se hospedaron junto a miembros de su familia, para celebrar los 5 años de su matrimonio

No ganará un Grammy, pero, tras el revuelo desatado por su visita con Beyoncé a La Habana, el rapero se apunta un éxito de mercadeo.

Shawn Carter, también conocido en el mundo del hip-hop como Jay-Z, podrá ser cualquier cosa, pero nadie le puede negar una innata habilidad para hacer dinero.

En el pasado, como muchas figuras célebres del género, se dice que lo hizo en el bajo mundo, distribuyendo cocaína en Brooklyn. Después de que descubriera su talento para el rap, se convirtió en uno de los artistas y empresarios de hip hop financieramente más exitosos de Estados Unidos.

Productor, empresario y actor ocasional, en 2012 la revista Forbes estimó su patrimonio neto en cerca de $500 millones. Ha vendido casi 50 millones de discos en todo el mundo, y recibió diecisiete premios Grammy. Además es propietario minoritario del equipo de baloncesto de la NBA Nets de Brooklyn, aunque podría vender sus acciones para convertirse en agente deportivo. Se rumora que representará al dominicano de los Yankees de Nueva York Robinson Cano.

Con ese olfato para el dinero, Jay-Z se ha empinado sobre la cresta de la ola de su fama cubana –dos congresistas cubanoamericanos, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, cuestionaron la legalidad de su reciente viaje con su esposa Beyoncé a Cuba—y ha divisado una manera de revolver más el río y sacar más ganancias.

El medio para ese fin es un tema que grabó poco después de su regreso de la isla en el que sugiere que tenían permiso de la Casa Blanca para viajar a la isla, y que el mismísimo presidente Obama sabía del viaje, aunque le advirtió.

“Open Letter” fue grabado en una noche y enviado con urgencia --a las 7:45 de la mañana del siguiente día—al sitio web de Carter, “Life + Times”.

La pista contiene algunas constantes de las letras del género como el regodeo en el mundo del crimen: (“Cada vez que creen que me tienen les cambio el plan/ pongo algo a prueba de balas, monitoreo sus radios/ Y fornico hasta que nos lo prohíban”); y la violencia como método (“Ustedes parece que quieren iniciar una revolución / Saben que cuando me siento acorralado, empiezo a disparar”), así como una profusión de palabras soeces (ver la letra original en inglés).

Jay-Z también atribuye la reacción de los políticos por su viaje a Cuba a una venganza contra el pobre chico del vecindario por su éxito económico (“Si ganas mucho dinero tratan de torpedearte”).

Una prosperidad de la que alardea exhibiendo sus más recientes logros: un contrato de su firma Roc Nation con Universal Music Group (“Me dieron una ‘cebolla’ [una onza de droga] en Universal, la leí y lloré”), y su posible incursión en el negocio de la agencia deportiva, para la cual niega que haya vendido su parte de los Nets (“Habría traído a los Nets a Brooklyn gratis/ Pero hice millones con ellos, maldito fantoche/ Todavía soy dueño del edificio, todavía tengo mi puesto/ Si compras esas mentiras, mejor guardate el recibo”).

El desprecio por el establishment político de Washington es otra de las recurrencias del género que Carter vende bien en Open Letter: “Lo siento, no estoy de acuerdo con su acusación/ Los políticos nunca hicieron nada por mí / salvo mentirme y distorsionar la historia”.

Por supuesto, para el rapero el presidente Obama es otra cosa. Jay-Z recaudó fondos para Obama en las elecciones presidenciales de noviembre pasado, y Beyoncé cantó el Himno Nacional durante la juramentación del presidente.

Una relación personal que no fue óbice para que el artista la usara como ingrediente de la “gran enchilada” de su tema: establecer una sospecha de que, aunque Obama le advirtió, la Casa Blanca bendijo su viaje de aniversario de bodas a Cuba: (“El chico del barrio tenía permiso de la Casa Blanca”… “Obama dijo ‘Refresca, que me vas a buscar un juicio político’. Pero tú de todos modos no necesitas esa porquería. Refréscate conmigo en la playa”).

Las menciones a la mansión de Pennsylvania Avenue y su principal inquilino fueron de inmediato reflejadas por la prensa, lo cual motivó una rápida y tajante aclaración del portavoz presidencial, Jay Carner:

"Es sólo una canción" dijo el vocero. “Niego categóricamente que la Casa Blanca, el presidente o el resto del personal tuvieran nada que ver con los viajes de nadie a Cuba", subrayó Carney, a la vez que orientaba una y otra vez al “press corps” a indagar en el Departamento del Tesoro, dependencia que concede las licencias especiales legales para viajar a la isla, incluidos los llamados viajes de intercambio cultural “de pueblo a pueblo”.

(Una respuesta de la Tesorería a los congresistas indica que Jay-Z y Beyoncé viajaron a Cuba bajo esa última categoría de licencia).

La Casa Blanca, desde luego, tiene el deber de preservar y hacer cumplir las leyes de Estados Unidos, que prohíben a los estadounidenses gastar su dinero en Cuba en actividades turísticas, al menos hasta que se vea un tránsito claro a la democracia.

Pero para Jay-Z violar esas disposiciones no es delito: (“¿Quieres mandarme a la cárcel y multarme? /Entonces deja que cometa un verdadero crimen/ Podría comprar un kilo [de droga] para [el rapero adolescente] Chief Keef/ Por despecho, podría inundar [con ella] las calles”).

Y la opresión que viven los cubanos tampoco le quita el sueño. La actriz negra Stacey Dash, (The Cosby Show, Fresh Prince of Bel Air, CSI, Clueless) colgó en Twitter este mensaje:

“¿No les importa que los Jay Z"s hayan tomado el capital que ustedes les dieron para financiar un opresivo régimen comunista?”

El rapero expone que eso que dicen del comunismo es “confuso”, y le contesta a la actriz con el proverbial maltrato a las mujeres que exhiben muchos cultores norteamericanos del hip-hop: (“Estoy en Cuba, me encantan los cubanos/ Pero esto que dicen del comunismo es muy confuso/ cuando el micrófono que estoy usando es hecho en China... Eres una idiota, nena, deberías estudiar. Oh, pero hoy vas a aprender ¿Dónde diablos has estado? El mundo está bajo una nueva administración: es el nuevo modelo”).

“Open Letter” difícilmente ganará un Grammy, pero sí ganaría fácilmente, si existiera, un Oscar al mejor mercadeo de un artista.

Ahora que, si de hip-hop se trata, me quedo con Los Aldeanos.
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    Rolando Cartaya

    Rolando Cartaya (La Habana, 1952) periodista, traductor e investigador. Trabajó por varias décadas en Radio Martí desde 1989, donde fue periodista, editor y director y guionista de programas radiales. Actualmente labora en la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba. Fue vicepresidente en la isla del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

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