Bárbara Guerra jamás pensó que en medio de la difícil Ruta del Migrante, cruzando el tapón del Darién, le tocaría hacer de partera.
El 14 de abril de 2019 recibió en un caserío indígena a Darién, el niño de padres cubanos que nació en la selva panameña, un acto que dos años después califica de milagroso.
“Significó mucho, porque salvé una vida, o dos, la de su mamá también”, dijo Baby, como la conocen, en entrevista con Radio Televisión Martí en su casa en la ciudad de Homestead, al sur de Miami.
Nunca antes asistió un parto con total autonomía. Lo había hecho durante la carrera de Enfermería pero siempre bajo la tutela de médicos obstetras y por tanto para ella fue un hito profesional.
Aquí no hubo epidural, ni anestésicos. En las condiciones que se produjo el paritorio recibió a Darién a mano limpia, sin guantes, sin higiene, pero según su relato, no dejó de ser un momento alegre, emotivo y emocionante.
Graduada de Enfermería en 2006, en la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Cienfuegos, viajó con su esposo a Guyana en enero de 2019 con planes de hacer vida en ese país, pero la adversidad los obligó a optar por la ruta irregular. Cinco meses consumió para llegar al territorio mexicano y más de un año permaneció varada en Tapachula, Chiapas, antes de llegar a la frontera. Estuvo tres meses retenida en un centro para extranjeros en EEUU y fue liberada en diciembre último.
Sobre el pequeño Darién, recuerda con nitidez cada detalle de su nacimiento y no le sobran deseos de tenerlo en sus brazos. Todo lo que ha visto de él ha sido por fotos.
“Abrazarlo, besarlo, saber que fui la que lo trajo al mundo”, dijo la enfermera que ayudó y protegió a la inminente madre y al bebé en un instante especial y mágico en esa jungla inexpugnable y peligrosa, El Darién.