Obtener altos niveles educativos y salir de Cuba fueron los elementos más mencionados en una encuesta realizada a jóvenes de Las Tunas, Holguín y Granma por un equipo de periodistas independientes.
Según el reporte de Juannier Rodríguez, Anderlay Guerra y Rolando Rodríguez, las posibilidades reales de desarrollo de los jóvenes cubanos son muy limitadas por lo que buscan sus mejores opciones a nivel emocional y desde el punto de vista material.
"Salir de aquí de este país" se ha convertido en una obsesión para Manuel, de Las Tunas, mientras que para Juana, de Holguín, "estudiar hasta llegar a ser una persona importante" le resulta más productivo que "cualquier otra cosa".
El granmense Felipe cree que Cuba "no es un país malo", pero no se encuentra "prosperidad por más que te sacrifiques o estudies", concluye.
Para el investigador social y director de la Revista Convivencia Dagoberto Valdés, el deseo de superación entre los jóvenes cubanos se corresponde con la posibilidad de "no echar a un lado las capacidades ni las potencialidades que tienen a pesar del daño antropológico que ha sufrido la sociedad cubana" en más de 50 años.
La necesidad expresa de salir del país, dice el psiquiatra asentado en Miami José Acosta, indica una clara señal de "escapismo, de construir una realidad diferente" a la que han visto en otros o en ellos mismos.
"Al no ser que seas médico y puedas ir a otro país y regresar, el resto de los jóvenes tenemos muy pocas opciones", agrega el tunero Juan Antonio, quien en estos momentos quisiera casarse e irse a vivir con su novia, pero no puede hacerlo porque todavía reside con sus padres.
Por su parte, Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), explica que el discurso de estos jóvenes demuestra la "necesidad de seguir profundizando en las reformas que se han iniciado en Cuba, pero al mismo tiempo, la clave de esa respuesta de estudiar y salir del país, significa que la gran mayoría de ellos no ven un cambio inmediato que les permita realizarse como personas y como profesionales".
En la lógica del bayamés Jesús, de 18 años de edad, si no se producen cambios en la sociedad, ellos por lo menos invierten en un futuro para sus vidas, "sea en Cuba o en cualquier otra parte del mundo".
Según el reporte de Juannier Rodríguez, Anderlay Guerra y Rolando Rodríguez, las posibilidades reales de desarrollo de los jóvenes cubanos son muy limitadas por lo que buscan sus mejores opciones a nivel emocional y desde el punto de vista material.
"Salir de aquí de este país" se ha convertido en una obsesión para Manuel, de Las Tunas, mientras que para Juana, de Holguín, "estudiar hasta llegar a ser una persona importante" le resulta más productivo que "cualquier otra cosa".
El granmense Felipe cree que Cuba "no es un país malo", pero no se encuentra "prosperidad por más que te sacrifiques o estudies", concluye.
Para el investigador social y director de la Revista Convivencia Dagoberto Valdés, el deseo de superación entre los jóvenes cubanos se corresponde con la posibilidad de "no echar a un lado las capacidades ni las potencialidades que tienen a pesar del daño antropológico que ha sufrido la sociedad cubana" en más de 50 años.
La necesidad expresa de salir del país, dice el psiquiatra asentado en Miami José Acosta, indica una clara señal de "escapismo, de construir una realidad diferente" a la que han visto en otros o en ellos mismos.
"Al no ser que seas médico y puedas ir a otro país y regresar, el resto de los jóvenes tenemos muy pocas opciones", agrega el tunero Juan Antonio, quien en estos momentos quisiera casarse e irse a vivir con su novia, pero no puede hacerlo porque todavía reside con sus padres.
Por su parte, Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), explica que el discurso de estos jóvenes demuestra la "necesidad de seguir profundizando en las reformas que se han iniciado en Cuba, pero al mismo tiempo, la clave de esa respuesta de estudiar y salir del país, significa que la gran mayoría de ellos no ven un cambio inmediato que les permita realizarse como personas y como profesionales".
En la lógica del bayamés Jesús, de 18 años de edad, si no se producen cambios en la sociedad, ellos por lo menos invierten en un futuro para sus vidas, "sea en Cuba o en cualquier otra parte del mundo".