La exclusión del incipiente sector privado cubano de la nueva Ley de Inversión Extranjera busca impedir que resurja una "burguesía nacional" que pueda desafiar al sistema comunista, opinan intelectuales cubanos, que instan al gobernante Raúl Castro a aceptar ese reto, como China y Vietnam.
"Acabemos de aflojar la retranca, antes de que se rompa. A lo mejor llegamos a generar una burguesía nacional patriota ¿Qué tiene de extraño en el complicado mundo en el que vivimos? Una vez la tuvimos", dijo el ensayista Guillermo Rodríguez Rivera, en un artículo publicado en el blog del cantautor Silvio Rodríguez.
El gobierno justifica la exclusión destacando que los privados de la isla no cuentan "con los recursos suficientes para lograr el crecimiento de la economía", pero el politólogo Jorge Gómez Barata, exfuncionario del Departamento Ideológico del Partido Comunista (único), afirmó que el aporte de ellos es "decisivo" para la economía.
Fidel Castro acabó con los propietarios privados en Cuba al nacionalizar en 1960 las grandes empresas. Además, en 1968 estatizó los pequeños negocios, en la llamada "Ofensiva Revolucionaria".
La negativa del gobierno se enmarca en el Lineamiento 3 de las reformas aprobadas por el VI Congreso del Partido, en 2011: "En las formas de gestión no estatal no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales". Pero los intelectuales creen que esta medida frena el despegue de la estancada economía cubana.
Cuba apuesta a cooperativas para contener avance del capitalismo
Las lentas y cautelosas reformas que ha emprendido el gobierno cubano para reanimar su moribunda economía controlada por el Estado están cobrando vida en la antigua discoteca Karabalí, que ahora es una cooperativa operada por 21 socios.
"Ahora tenemos más sentido de pertenencia. Aquí nadie roba, esto es de todos, ganamos por lo que hacemos, sin problemas, sin interferencias del Gobierno", dijo eufórico Heydell Alom, quien ha pasado 11 de sus 38 años preparando tragos en el bar “Karabalí”.
Los partidarios de las cooperativas lo ven como una forma de permitir la libre empresa, al igual que lo han hecho otros países comunistas, limitando al mismo tiempo un aumento inevitable en la desigualdad de ingresos.
"Este sitio es de nosotros, no viene ningún extraterrestre a decir qué está bien o mal, cuándo o cómo pagamos los salarios, qué artistas contratamos o quién hace las reparaciones constructivas (...) buscamos alternativas con libertad", dijo Ariel Rodríguez, encargado de llevar las cuentas del Karabalí.
"Acabemos de aflojar la retranca, antes de que se rompa. A lo mejor llegamos a generar una burguesía nacional patriota ¿Qué tiene de extraño en el complicado mundo en el que vivimos? Una vez la tuvimos", dijo el ensayista Guillermo Rodríguez Rivera, en un artículo publicado en el blog del cantautor Silvio Rodríguez.
El gobierno justifica la exclusión destacando que los privados de la isla no cuentan "con los recursos suficientes para lograr el crecimiento de la economía", pero el politólogo Jorge Gómez Barata, exfuncionario del Departamento Ideológico del Partido Comunista (único), afirmó que el aporte de ellos es "decisivo" para la economía.
Fidel Castro acabó con los propietarios privados en Cuba al nacionalizar en 1960 las grandes empresas. Además, en 1968 estatizó los pequeños negocios, en la llamada "Ofensiva Revolucionaria".
La negativa del gobierno se enmarca en el Lineamiento 3 de las reformas aprobadas por el VI Congreso del Partido, en 2011: "En las formas de gestión no estatal no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales". Pero los intelectuales creen que esta medida frena el despegue de la estancada economía cubana.
Cuba apuesta a cooperativas para contener avance del capitalismo
Las lentas y cautelosas reformas que ha emprendido el gobierno cubano para reanimar su moribunda economía controlada por el Estado están cobrando vida en la antigua discoteca Karabalí, que ahora es una cooperativa operada por 21 socios.
"Ahora tenemos más sentido de pertenencia. Aquí nadie roba, esto es de todos, ganamos por lo que hacemos, sin problemas, sin interferencias del Gobierno", dijo eufórico Heydell Alom, quien ha pasado 11 de sus 38 años preparando tragos en el bar “Karabalí”.
Los partidarios de las cooperativas lo ven como una forma de permitir la libre empresa, al igual que lo han hecho otros países comunistas, limitando al mismo tiempo un aumento inevitable en la desigualdad de ingresos.
"Este sitio es de nosotros, no viene ningún extraterrestre a decir qué está bien o mal, cuándo o cómo pagamos los salarios, qué artistas contratamos o quién hace las reparaciones constructivas (...) buscamos alternativas con libertad", dijo Ariel Rodríguez, encargado de llevar las cuentas del Karabalí.