Profesionales cubanos que dejaron sus puestos estatales para trabajar en el sector privado en el 2017 contaron sus razones, que van desde las motivaciones económicas hasta la frustración por las malas condiciones y falta de opotunidades en los empleos pagados por el gobierno.
Los emotivos testimonios recogidos por un equipo de Palenque Visión retratan parte del dilema de muchos jóvenes en la isla.
"Es duro porque yo quise ser abogado", dijo llorando Carlos Manuel, que dejó el bufete colectivo donde trabajaba para administrar una pizería privada.
Explicó que el salario no le alcanzaba en su trabajo anterior y que ahora puede ayudar económicamente a sus padres.
"El motivo principal no hay que ser ciego, es el factor económico. La economía es mucho mejor en el sector cuentapropista", expresó. "¿De qué vive el abogado? De lo que te regala el cliente (...) te ve pasando hambre y te regala un refresco. Es como dice la canción de Buena Fe 'déjame ganármelo yo, no me lo regales'".
Diosdely, licenciada en Educacion Física dijo que fue "la decepción" lo que la llevó a pasar al sector privado donde labora como carnicera en un punto de venta particular.
"En Centro Habana la mayoría de las escuelas dan la clase de Educación Física en las calles, pones una soga, cierra la calle y das la clase, no hay un local determinado para esta clase. Todo lo que le suceda al niño de la puerta de la escuela hacia afuera es responsabilidad del profesor", dijo.
"¿Cuántos carros atravesaron y rompieron soga", expresó.
Ahora dice que el dinero no le sobra pero le alcanza para vivir y comprar lo que necesita.
Carlos Manuel también siente que la institución Bufete Colectivo para la que trabajaba está "marginada" en Cuba.
"(He ganado) tener dinero todos los días en la billetera (...) Puedo ayudar a mi mamá, puedo ayudar a mi papá, puedo darme los lujos", agregó.
Y no solo en La Habana los cubanos dejan sus profesiones en función de mejorar sus ingresos.
En entrevista con el Programa Cuba Al Día, tres cuetapropistas explicaron cómo fue para ellos el año que finaliza y sus propósitos para el 2018.
El profesor Yoel Espinosa, licenciado en Lengua y Literatura Inglesa de Santa Clara que fue expulsado de Educación por sus ideas políticas, se vio obligado a incursionar en el sector privado.
Hoy gestiona una cafetería con la que lleva a casa el sustento de la familia. Explicó que lo hace bajo una férrea vigilancia y control por parte del gobierno que no puede dar respuesta real a la ciudadanía.
A juicio de Espinosa los cuentapropistas se han convertido en una "punta de lanza contra el gobierno que no quiere que avancemos, ni tengamos ganacias", no obstante cree que las cafeterias "sobrevivirán" en 2018, debido a la profunda escasez de alimentos en el país.
Otros como Leidis Tabares, talabartera residente en Camagüey y Vladimir Rios, un joyero de Sancti Spíritus, no son tan optimistas respecto al próximo año.
Tabares dijo que el año que termina fue dificil y maneja la idea de cerrar la licencia por las dificultades para conseguir los insumos y realizar el trabajo.
Vladimir Ríos recordó que meses atrás el gobierno informó que no se abrirían nuevas licencias y cree que "en 2018 van a buscar la forma de cerrar las que están operando".
En su caso no ve con optimismo la idea de mantener su licencia de joyero y le resulta difícil de entender las razones que buscarán en su caso puesto que "yo no necesito nada del estado, las herramientas que uso son de procedencia americana, de herencia familiar y todo lo que se consume en la joyería es importado".
El joyero asegura que tampoco pueden usar el argumento de que roban al Estado o que se enriquecen ilícitamente porque "lo poco que hacemos es muy vigilado y controlado".
A juicio de Ríos el nivel de independencia que genera un cuentapropista es el que el gobierno no quiere y por esa razón es que considera inminente el cierre de los negocios por cuenta propia.
(Redacción Idolidia Darias con reporte de Palenque Visión y Cuba al Día)