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"Del puente pa'llá": El desarraigo en Guantánamo a través del rap


Lando Lavarra y el Karnal, dos exponentes del rap guantanamero.
Lando Lavarra y el Karnal, dos exponentes del rap guantanamero.

En el apartamento de un edificio multifamiliar en La Habana, Eudys Ramírez, también conocido como El Karnal, logra reír. Para su amigo, que le ha brindado refugio, hacerlo sonreír es prácticamente una proeza.

Es que El Karnal, su esposa y su hija de apenas un año de edad son oriundos de Guantánamo, una provincia donde "sus nativos casi nunca sonríen", afirmaría un activista rapero tras su reciente gira al extremo oriental de la Isla.

“Los guantanameros no reímos porque la realidad que vivimos no causa gracia”, acotó El Karnal con una seriedad que intimida, mientras le da un biberón de leche a su hija.

El testimonio que devela este joven rapero, exatleta de alto rendimiento, pone en entredicho la veracidad de las noticias que los medios de prensa oficiales divulgan sobre la realidad guantanamera. El Karnal carga con el dolor de tener que abandonar su provincia natal para trascender como artista y sustentar a su familia con decencia.

“En Guantánamo nada de esto es posible de ningún modo, al menos que te involucres en lo indebido. En lo artístico, no sucede nada con la carrera de los artistas raperos, porque no funcionan las instituciones (...) Podrás hacer toda la bulla que quieras y tener todo el talento del mundo, pero de sus límites no pasas”, dijo El Karnal, que no pudo viajar en una ocasión a Trinidad y Tobago para recibir un premio internacional.

Su condición de artista aficionado, en aquel entonces, fue la justificación de las autoridades culturales cubanas.

Las canciones "Del puente pa'llá" e "Infancia", ambos incluidos en su última producción musical, "Transparencia", dan fe de que la realidad para los guantanameros podría resumirse en un dueto: alcohol y violencia. Para aquellos que asumen la determinación de no quedarse anclados en esa encrucijada, “subir para La Habana” es la única opción.

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David Rodríguez, también conocido como El Ciudadano, coincide en que el desarraigo para los guantanameros se ha convertido en la vía obligada para ser alguien en la vida, no solo como artista rapero.

Fundador de Campamento Subterráneo, uno de los proyectos emblemáticos del rap guantanamero, El Ciudadano describe la vida cotidiana de la provincia oriental en apenas una frase: “ruge o te mueres”.

“Soy de España Chiquita, uno de sus barrios más calientes. No niego que en los barrios habaneros la vida social sea igual de dura y bien difícil, pero aquí en La Habana la gente se imagina el Bronx, mientras que en Guantánamo lo vivimos”, relató El Ciudadano, que también “subió” para la capital cubana con su esposa e hija, y viven actualmente alquilados en un reducido espacio en Centro Habana.

La emoción todavía le juega una mala pasada cuando rememora la anécdota más dolida como rapero en Guantánamo. No tenía zapatos para presentarse en su propio concierto. Un amigo, quien le había prometido prestarle su único par de calzados, resultó arrestado horas antes a consecuencia de una riña.

“Llamé al organizador del concierto diciéndole que cancelara, que no podría asistir porque no tenía zapatos. El hombre lo anunció a las más de trescientas personas que ya estaban aglomeradas en el lugar. Todas esas personas llegaron hasta mi casa y me tiraron sus zapatos mientras gritaban mi nombre. Tuve que dar el concierto desde la azotea de mi casa. Eso, nadie lo ha vivido en este país”.

Sin embargo, cree que aun así Guantánamo es una cuna de talentos. Su lógica es sencilla: todo el dolor y todo el sufrimiento lo convertimos en talento. A la pregunta de por qué emigró a la capital, El Ciudadano responde con el título de su última producción musical: "Hay que seguir luchando".

Al igual que El Karnal y El Ciudadano, Lando Lavarra es otro rapero guantanamero que sufre el desarraigo en busca de alternativas como artista y mejor calidad de vida. Eligió alquilarse en la barriada Los Sitios porque le recuerda a su barrio natal, y de ese modo mitiga la nostalgia.

La seriedad también lo distingue tanto en su diálogo como en las letras de sus canciones, donde narra el dolor y la supervivencia de los jóvenes guantanameros que, como señalaba recientemente el periodista independiente Manuel Alejandro León, en el alcohol y la violencia encuentran la manera única de evadir sus realidades.

“Vinimos a La Habana a pelear, no a jugar a ser raperos, sino a sembrar una semilla para que nazca una ceiba. Pero estas convicciones solo pueden entenderlas quienes han sufrido el Guantánamo profundo”, advirtió Lavarra.

En su última producción musical, "Vista Larga", las canciones "Viviendo" y "Vista Larga", expresan por sí mismas la realidad de una provincia donde el gobierno, aseguran los guantanameros, “en vez de poner termos de refresco, vende alcohol”.

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“Pero sobre esa dolorosa realidad que llevamos sobre los hombros, los raperos de Guantánamo seguiremos repartiendo, para todo el pueblo cubano, rima, amor y poesía", concluyó Lavarra.

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