El 28 de enero de 1976, Ricardo Bofill fundó en La Habana el Comité Cubano Pro Derechos Humanos junto a Edmigio López Castillo y Marta Frayde. Cuarenta y un años después, la periodista independiente Tania Díaz Castro, en su casa del reparto Jaimanitas, al oeste de la capital, rodeada de perros y libros rememora aquella etapa.
“Yo me integro en 1987. Bofill contaba que él y su pequeño grupo lo fundaron un 28 de enero en homenaje al natalicio del Apóstol. El lugar escogido fue la casa de la doctora Marta Frayde, en el Vedado. Por ironías del destino, esta inolvidable y valerosa mujer había sido amiga personal de Fidel Castro. Poco tiempo después, casi todos fueron a parar a la cárcel, por largos años y por distintas acusaciones, inventadas, como era y es costumbre del castrismo: Marta Frayde, Adolfo Rivero Caro, Elizardo Sánchez, Edmigio López, Enrique Hernández, y por supuesto Ricardo Bofill".
"Así respondió Fidel a la solicitud de aquellos intelectuales a una revisión de la situación de los derechos humanos en Cuba”, apunta Díaz Castro y añade:
"En un momento dado, fui una especie de secretaria de Bofill. En mi casa de Centro Habana recibía ocho o diez denuncias diarias de ciudadanos a los cuales las instituciones del régimen transgredían sus derechos. En 1987, Samuel Lara, Adolfo, Ricardo y yo fuimos al Hotel Comodoro, a reunirnos con una comisión de la ONU, que la dictadura autorizó a entrar al país, para que expusiéramos nuestras denuncias. De forma espontánea y a pesar de que entonces la represión era feroz, en las afueras del hotel, más de mil personas se llegaron hasta allí para entregar sus acusaciones”.
La periodista asegura que Ricardo Bofill y Armando Valladares “fueron piezas clave para que el tema de las violaciones de los derechos humanos por parte del régimen, fuera conocido en el mundo. Ellos y otros más, plantaron la semilla, que luego ha germinado en cientos de periodistas, activistas y grupos independientes en la actual sociedad civil”.
La Cuba de los hermanos Castro no ha cambiado su absurdo sistema político y aún mantiene la disfuncional economía planificada. Pero, poco a poco, los cubanos han ido perdiendo el miedo. En cualquier esquina de la ciudad usted puede escuchar comentarios abiertamente antigubernamentales, chistes anticastristas y burlas a los dirigentes.
Osviel, 43 años, ingeniero, apuesta por la democracia y dice que le gustaría ganar un salario de cinco ceros en una empresa privada. “Como la mayoría de los graduados universitarios después de la revolución, estaba adoctrinado. Pero las repetidas deficiencias del sistema me han abierto los ojos. La primera vez que tuve dudas fue cuando leí la Declaración Universal de Derechos Humanos. Me percaté que este gobierno viola descaradamente unos cuantos preceptos que forman parte de los derechos individuales. Comprendí que estamos lejos de vivir en una sociedad democrática”.
Aunque la República de Cuba fue signataria el 10 de diciembre de 1948 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Isla los folletos donde se plasman esos derechos son considerados subversivos por las autoridades.
La autocracia militar persiste en su delirante narrativa de que Cuba es la nación más democrática del mundo. Sin sonrojarse, en la edición del 8 de diciembre, un artículo publicado en Granma asegura que "Cuba es un símbolo internacional en materia de derechos humanos".
“Eso no se lo creen ni ellos mismos. Hay un grupo de preceptos, sobre todo los de carácter político, que en Cuba se incumplen. El gobierno piensa que garantizando salud universal, derecho al trabajo y educación ya hizo los deberes. Pero los derechos humanos van mucho más allá”, señala Odalys, abogada.
El propio Raúl Castro, en una conferencia de prensa durante la visita de Barack Obama a Cuba en 2016, reconoció que “como en cualquier lugar del mundo, aquí no se cumplen todos los derechos humanos”.
Justo cuando se conmemora el 69 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Martí Noticias preguntó a catorce personas, siete de cada sexo y en edades comprendidas entre 18 y 74 años, sus opiniones sobre el respeto de los derechos humanos por parte de las autoridades.
Diez respondieron que de una forma u otra se violan varios preceptos, o se consideran ilegales derechos que en otros países no son delitos. Dos dijeron que es "una campaña de Estados Unidos" y dos alegaron desconocer el asunto.
Al margen del sondeo, un estudiante de Ciencias Sociales considera que “lo más preocupante es el déficit de derechos políticos. Cuba es de los pocos países del mundo donde es ilegal fundar un partido o movimiento opositor”.
Por su parte, un ex militar jubilado cree que “el tema de los derechos humanos es una manipulación de Estados Unidos para atacar a Cuba. Por eso el gobierno debiera permitir otros partidos y no encarcelar a quienes piensan diferente. Pero siempre el que manda pone las reglas de juego”.
Rigoberto, taxista, tiene claro que “aquí se incumplen derechos elementales, no solo los de carácter político. Por ejemplo, los orientales que emigran hacia La Habana son considerados ilegales, y según la Declaración Universal y la Constitución de Cuba, esa normativa es ilegal”.
Carlos, sociólogo, menciona casos concretos. “Fíjate si en Cuba se irrespetaba un conjunto amplio de derechos humanos, que hasta hace siete años era ilegal vender y comprar una casa o un automóvil, hacer turismo en tu propio país y poder viajar libremente al extranjero. Ahora se siguen incumpliendo otros. Los cubanos no pueden subir a embarcaciones con motor, crear un partido o fundar un periódico de manera legal”.
René, abogado, afirma que “donde más se violan los derechos es en el terreno jurídico. Al no existir tripartición de poderes, la mayoría de la población está indefensa ante la maquinaria legal. Las irregularidades jurídicas son numerosas y la gente no tiene dónde acudir para buscar justicia e imparcialidad”.
En los últimos años, debo aclarar, cientos de ciudadanos que se consideran perjudicados por fallos jurídicos se asesoran con abogados independientes o describen sus testimonios a periodistas alternativos.
“Es la última carta de la baraja. Cuando veo que el Estado me tranca todos los caminos, voy a ver un periodista independiente pa’que cuente mi historia por internet”, confiesa Senén, empleado bancario.
Con la expresión "la gente de los derechos humanos", los cubanos de a pie lo mismo engloban a un activista político, un abogado disidente que a un periodista libre. Cada vez más acuden a grupos opositores. Por cualquier motivo. Si se les cae la casa, una sanción penal que consideran injusta o para denunciar malversaciones en una empresa estatal.
Y es que la Cuba de 2017 no es la Cuba de los años 80. Para algunos, la isla no tiene arreglo. Para otros, ya se divisa la luz al final del túnel. Es la teoría del vaso medio lleno o medio vacío. Según usted lo perciba.