A principios de octubre fue detenido en La Habana el exdiplomático cubano y expresidente del Banco Central, Héctor Rodríguez Llompart. Se dice que durante el registro efectuado en su domicilio del reparto Casino Deportivo se incautaron varias bolsas de dinero escondidas detrás de una pared falsa, pero pocos consiguen ofrecer una explicación coherente al respecto, y por tal motivo damos seguimiento al caso.
Una fuente familiar, que prefiere lo subrepticio hasta que termine el proceso legal, asegura que “los militares que vinieron dijeron que fue detenido por un presunto delito de tráfico de influencias; pero un hombre retirado, con 82 años y sin acceso al poder, no puede traficar influencias, porque no tiene ninguna influencia. Esto no es más que otro caso organizado para amedrentar a los viejos miembros del “ancien régime”.
“La realidad -continúa- es que, debido a su propia experiencia laboral de muchos años, Llompart sabe cómo funciona el sistema financiero cubano, y desde hace algún tiempo a la fecha vive de brindar y cobrar asesorías a empresarios extranjeros que desean invertir en Cuba. Eso no es nada ilegal”. Y, además, me recuerda que la esposa actual del ex ministro trabaja para una firma extranjera radicada en Cuba.
Por su parte, un fiscal instructor con acceso a la información asegura que “la investigación comenzó siendo un gran cúmulo de errores”, y concluye con cierta ironía, “sin pruebas sólidas, la orden que nos llegó de la CDSN sólo estaba acompañada de un sumario plagado de suposiciones que venían todas firmados con seudónimos”.
¿Quién ordena la detención?
La detención de quien fuera vicecanciller, Presidente del CECE (Comité Estatal de Colaboración Económica), vicepresidente de la Comisión Nacional sobre la Cooperación Económica y Científico-técnica, y Presidente del Banco Nacional de Cuba, no fue ordenada por ningún órgano policial, ni por la fiscalía militar, sino por la CDSN, siglas de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional.
¿Por qué?
El mismo fiscal instructor detalla, “los informes advertían que el exdirigente cubano se reunía con regularidad con empresarios extranjeros y algunos diplomáticos. Por eso, y por el exceso de presión ejercida por la tenebrosa CDSN, el juez instructor designado asumió, como primera conclusión, que Llompart estaba brindando información clasificada a algún servicio especial de inteligencia asiática o europea”.
“La investigación se resguardó para evitar filtraciones, pero no es difícil deducir que, teniendo en cuenta la edad y el nombre del procesado, aunque en realidad se haya encontrado una cifra obscena de dinero guardado, este proceso penal terminará con un acuerdo”.
“No se trata de un suceso aislado -concluye-, esto responde a un nuevo reajuste, un caprichoso período de incógnitas donde te aseguro que se van a repetir este tipo de acciones penales contra nombres conocidos que históricamente han defendido posiciones tradicionalmente conservadoras, que se oponen a la política de la actual dirección del país”.