“Hay muchas razones para oponerse al socialismo, pero yo no había apreciado la naturaleza opresiva de su anquilosamiento y determinismo cultural hasta que visité Cuba”, escribe un estadounidense en la revista Forbes.
Eric Goldman visitó la isla en marzo pasado y relata en un comentario lo incomprensible que le resultó el hecho de que aun siendo más barata la producción de hortalizas y legumbres que la de carnes en cualquier país, en Cuba los vegetarianos se las vean tan mal.
Comer vegetales en la isla “es un lujo caro”, dice y trata de explicarse el fenómeno a partir de que “muchos restaurantes administrados por el gobierno están concebidos para ofrecer calorías baratas a las multitudes en lugar de innovaciones culinarias”.
Cuba tiene limitada capacidad para producir alimentos, agrega, posee una pobre cadena de distribución, los chefs inexplicablemente no usan muchas especies y “en los restaurantes que visitamos las raras opciones vegetarianas en los menús carecían completamente de inspiración y eran uniformemente terribles”.
Aunque Goldman admite que la carne juega un importante rol en la dieta y la cultura del cubano, no se explica por qué si su producción requiere sustancialmente de más recursos que la de vegetales el gobierno, tan corto de dinero, decidió centralmente lo contrario, y le achaca gran parte de la culpa a “planificación centralizada”.
Por eso, dice, “sin un cambio en las asignaciones de recursos del gobierno para convertir el vegetarianismo en algo más fácil y barato, es improbable que la demanda del consumidor se materialice”. De hecho, añade, en la década de los 2000 el gobierno abrió varios restaurantes vegetarianos en La Habana y todos terminaron sirviendo carne.
Goldman señala que uno de los dos restaurantes con orientación vegetariana en la capital, La Buena Vida, un paladar localizado en una casa privada en Miramar, es también prohibitivo por sus precios para la mayoría de los cubanos. “Eso y la terrible comida puede explicar—dice—por qué éramos los únicos comensales la noche que fuimos”.
El estadounidense apunta hacer encontrado un solo restaurante vegetariano aceptable fuera de La Habana, llamado El Romero, en el centro turístico ecológico Las Terrazas (Pinar del Río), que por lo que parece, indica, “da servicios de comida principalmente a turistas internacionales”.
Eric Goldman visitó la isla en marzo pasado y relata en un comentario lo incomprensible que le resultó el hecho de que aun siendo más barata la producción de hortalizas y legumbres que la de carnes en cualquier país, en Cuba los vegetarianos se las vean tan mal.
Comer vegetales en la isla “es un lujo caro”, dice y trata de explicarse el fenómeno a partir de que “muchos restaurantes administrados por el gobierno están concebidos para ofrecer calorías baratas a las multitudes en lugar de innovaciones culinarias”.
Cuba tiene limitada capacidad para producir alimentos, agrega, posee una pobre cadena de distribución, los chefs inexplicablemente no usan muchas especies y “en los restaurantes que visitamos las raras opciones vegetarianas en los menús carecían completamente de inspiración y eran uniformemente terribles”.
Aunque Goldman admite que la carne juega un importante rol en la dieta y la cultura del cubano, no se explica por qué si su producción requiere sustancialmente de más recursos que la de vegetales el gobierno, tan corto de dinero, decidió centralmente lo contrario, y le achaca gran parte de la culpa a “planificación centralizada”.
Por eso, dice, “sin un cambio en las asignaciones de recursos del gobierno para convertir el vegetarianismo en algo más fácil y barato, es improbable que la demanda del consumidor se materialice”. De hecho, añade, en la década de los 2000 el gobierno abrió varios restaurantes vegetarianos en La Habana y todos terminaron sirviendo carne.
Goldman señala que uno de los dos restaurantes con orientación vegetariana en la capital, La Buena Vida, un paladar localizado en una casa privada en Miramar, es también prohibitivo por sus precios para la mayoría de los cubanos. “Eso y la terrible comida puede explicar—dice—por qué éramos los únicos comensales la noche que fuimos”.
El estadounidense apunta hacer encontrado un solo restaurante vegetariano aceptable fuera de La Habana, llamado El Romero, en el centro turístico ecológico Las Terrazas (Pinar del Río), que por lo que parece, indica, “da servicios de comida principalmente a turistas internacionales”.