Comentaristas del sitio especializado en aviación comercial airliners.net reportan que la compañía Delta ha pedido autorización del Departamento de Transportes de EE.UU. para utilizar en sus itinerarios desde Atlanta y Miami hacia La Habana aviones más pequeños CRJ de fabricación canadiense.
El cambio podría provocar algún encarecimiento de los pasajes.
La solicitud, que reduciría a 76 pasajeros la capacidad de cada vuelo en lugar de los 160 que pueden viajar a bordo de un A-319, se justifica con el fin de “responder con más agilidad a las fluctuaciones del mercado en evolución EE.UU.-La Habana”, obviamente, fluctuaciones a la baja.
A pesar de que en un fortalecimiento de la política de EE.UU. hacia Cuba el presidente Trump apenas modificó las regulaciones sobre viajes heredadas del expresidente Barack Obama, su retórica más fuerte contra el gobierno de la isla, así como varias alertas de viajes emitidas por el Departamento de Estado en relación con alarmantes problemas de salud confirmados entre los diplomáticos de EE.UU. en La Habana, han hecho dudar a los estadounidenses que consideran viajar al país vecino.
Los visitantes de Estados Unidos, sin incluir los de origen cubano, cayeron a 98.000 en los primeros tres meses del año frente a 160.000 del mismo periodo del 2017.
El grupo consultor The Havana Consulting Group ha reportado una reducción paralela de los vuelos desde Estados Unidos a Cuba en el período, de 4.383 en ese lapso de 2017, a 2.819 de enero a marzo de 2018, para una caída del 35.6 %.
Comentaristas de airliner.net indicaron que las únicas aerolíneas que parecen tener aseguradas actualmente ganancias en los vuelos hacia Cuba son American Airlines, que transporta desde Miami a La Habana al grueso de los viajeros cubanoamericanos, y JetBlue, que mantiene una demanda aceptable desde Fort Lauderdale a otras ciudades de Cuba, no así a la capital.