Yeilis Torres confiesa estar desorientada, son muchas las cosas, los detalles que ha comenzado a descubrir de una vez en tan poco tiempo, y eso la aturde.
Aún no han transcurrido las primeras 48 horas de que un juez estadounidense le concediera asilo político tras 4 meses de encierro en un centro de detención temporal en el condado Broward.
“Agradecerles a todos ustedes por haber estado pendiente siempre de mi caso. Eso es lo primero que quiero hacer”, fueron sus palabras después de un saludo parco, apenas audible.
“Y a Humberto López le digo que algún día lo va a pagar, y que desde aquí, esto va a seguir siendo, ¡Abajo la dictadura!”, remarcó.
La carga emocional no le resta fuerza mental para contar ante la cámara que fue violada en un centro de instrucción policial en La Habana, y que para lograr su libertad de la prisión de El Guatao, después de casi un año, tuvo que grabar un video ofreciendo disculpas al vocero del régimen cubano Humberto López.
A pesar de resultar agredida en este incidente, ocurrido en 2021, la activista de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y promotora de Cuba Decide fue acusada de atentado contra una autoridad pública, por transmitir en Facebook el momento en que, según describió, López salía de la casa de su amante.
Después vino el viaje en balsa, y los 7 meses que pasó en el Centro de Operaciones para Migrantes en la base naval de Guantánamo, en Cuba, tras ser rescatada por la Guardia Costera de Estados Unidos junto a otras 16 personas que habían salido en una frágil embarcación por Mayabeque, en Artemisa.
Fue la única del grupo a quien le fue concedida la protección solicitada; el resto fue regresado a la isla. Ventiún días después, los guardacostas la llevaron a la Base Naval de Guantánamo para iniciar el proceso de reasentamiento en un tercer país.
El 10 de diciembre de 2022, por cuestiones médicas, fue trasladada al centro de detención temporal, en Broward, hasta el día de su libertad, este miércoles, 29 de marzo de 2023.
Me has dicho que Humberto López ha sido un personaje siniestro en tu vida. Me dices que, en cuanto a él, tienes algo que revelar, algo que no has dicho hasta hoy. ¿De qué se trata?
Desde la hora cero que yo entré en la prisión, El Guatao, en 2022, siempre me dijeron que podía regresar a mi casa si filmaba un video pidiéndole disculpas a Humberto López, el cual me negué [a filmar] hasta el último momento, pero ya era el sentimiento de estar separada de mis niños, de haberme perdido los 15 años de mi hija, y accedí a filmarlo.
¿Dónde fue filmado?
Me sacaron de la prisión y me llevaron a una casa de la Seguridad del Estado.
¿Te acuerdas dónde?
En el reparto Siboney, cerca del hospital Cimex. Ahí prepararon todo un show con telepronter; tuve que leer todo un monólogo. Él me hacía preguntas y yo tenía que leer y responder lo que ya ellos tenían planificado, y esto hasta este momento nadie lo sabe. Ese video lo quisieron utilizar para silenciarme y se dieron cuenta de que con Yeilis no podían. No sé, llevo tiempo sin ver las redes. No sé si ha salido a la luz, pero sé que después de esto va a salir, porque ahí, en ese video, me hicieron decir que yo en algún momento defendí el comunismo.
¿Alguna vez defendiste el comunismo?
Todos los cubanos, en algún momento, defendimos el comunismo, hasta que empezamos a ver la realidad de Cuba, empezamos a adquirir conocimiento, a tener más edad, y eso nos llevó a darnos cuenta de que la dictadura que hay en Cuba tiene que ser eliminada.
Y, después de grabar el video, ¿te concedieron la libertad?
El 18, 24 de abril, el 28, no recuerdo, me citaron para 100 y Aldabó, porque ellos, al ver que yo estaba tranquila, me dieron la libertad total. Me pusieron la multa de 3.000 pesos y no tuve que presentarme a juicio, pero siempre con aquello de que no puedes hablar, no puedes denunciar, porque tenemos este video en nuestro poder.
¿Qué me dices de aquel incidente con Humberto López, en que resultaste agredida y terminaste en la prisión para mujeres de El Guatao, pero que antes estuviste en el centro de instrucción policial de 100 y Aldabó?
Estuve 48 días, 48 días en 100 y Aldabó, que fueron desde el primero bajo tortura física y psicológica. Fui violada, perdí un embarazo y no sé si fueron oficiales, no sé si fueron reclusos que estaban ahí detenidos.
¿Cómo ellos entraron a tu celda que era para mujeres?
Los guardias me sacaron de la celda donde yo estaba con otra muchacha. Me llevaron a otra celda y ahí entraron esas dos personas, hicieron de todo lo que no podían hacer.
¿Lo hicieron con la anuencia de las autoridades?
Ellos sabían que yo estaba embarazada porque, al yo entrar, me hicieron todo tipo de análisis, me hicieron pruebas de embarazo, las cuales dieron positivas, y aún así, lo hicieron. A las horas de aquello, empecé con dolores, tuve un aborto, botando toda aquella sangre, el feto, y no me dieron atención médica. De ahí me llevaron a Villa Marista. Estuve diez días en un sótano, sin ver la luz del sol, sin tener comunicación con nadie.
¿Cómo fue la vida en El Guatao, en esos 10 meses y medio? Tengo entendido que estuviste en celda de castigo...
Los opositores en las prisiones no tienen derecho a nada. En la prisión de mujeres son colectivos divididos por galeras, y de esa galera, de ese colectivo, no se puede salir. Pides atención médica, no te la dan; te enfermas y es ahí. Luchar con reclusas, que están en la misma condición tuya, por un plato de comida, o un poco de comida más, o por una cajetilla de cigarros. Era la lucha con los guardias que no te respetaban. Si tienes medicamento, te automedicas, porque ellos no te dan ningún tipo de atención médica. Tienes que formar bulla y, entonces, cuando armas un escándalo, una bulla, te trasladan a la celda de castigo, y ahí tienes que beber agua de una tubería que sale pegada al hueco, en el piso, donde tienes que hacer tus necesidades fisiológicas. Tienes tú misma que ponerte en una inanición de sed, porque esa agua no te la puedes tomar.
¿Cuándo asumes la decisión de irte en balsa?
Un día desperté en la madrugada y cuando abrí los ojos habían tres personas dentro de mi casa. Dos en mi cuarto y uno en la puerta. Eran personas de la Seguridad del Estado, y esa fue la última amenaza que me hicieron, porque yo determiné que si el que yo tuviera que arriesgar mi vida en el mar iba a facilitar la tranquilidad, o le iba a dar tranquilidad a mi familia, yo lo iba a hacer. Dios hace las cosas de propia voluntad. Llegó un primo mío a la casa, un primo lejano, y se sentó así como si Diosito lo hubiera mandado, y me dijo: 'Tengo una embarcación hecha ya, tú no puedes seguir en Cuba, ¿te vas o te quedas?' Y pasé dos días pensando, y tomé la decisión de lanzarme al mar.
¿Te despediste de tus dos hijos y de tu mamá?
No pude despedirme porque sabía que, si me despedía, mi mamá no me iba a dejar salir. De hecho, salí de la casa sin despedirme. Y el poder que tienen las madres de sentir el sufrimiento de los hijos, el último mensaje que recibí de mi mamá fue: “Sé que te estás yendo del país. Dime cómo, con quién y por dónde”. No respondí, porque ya no tenía conexión. Lo recibí y no pude. No pude devolverle y decirle que todo iba a estar bien.
Pero las cosas no salieron como pensaste...
Cuando llegamos a las 14 millas, apareció la Guardia Costera cubana. ¿De qué manera supieron que yo estaba ahí? No sé, pero traté de ocultarme lo más que pude, pero llegó un momento en que, luego de dar vueltas y vueltas en el barco, me dijeron: Torres, sabemos que vas ahí.
¿Te desearon buen viaje?
Me dijeron, trata de no regresar, trata de convencer a esos americanos que tú quieres tanto que no te regresen a Cuba, porque te vamos a refundir en prisión.
¿Cómo y cuándo apareció el guardacostas de EEUU?
Los guardacostas en ningún momento nos vieron. Yo empecé a hacer señas con una Virgen de la Caridad del Cobre que traía, con el cristal y el sol, porque no quería morirme en el mar. Y sé que esa travesía es un riesgo, que el mar de momento está tranquilo, pero de momento se forma tormenta. Hice señas sin que nadie en la balsa me viera, porque nadie lo quería hacer. Todavía tenían esperanzas de que, aún sin motor, pudiéramos llegar a tierra. Y comencé a hacer señas con la Virgen de la Caridad y un barco de pescadores nos vio. Nos dieron agua, comida, y yo, en ese momento, sí les dije que dieran las coordenadas de donde estábamos, que necesitábamos ayuda. A los 45 minutos llegaron los guardacostas de Cayo Hueso y nos trasladaron hacia su embarcación con toda la amabilidad del mundo. Y ya, después, la travesía de 21 días de barco en barco, hasta llegar a la base naval.
Fuiste la única del grupo que no fuiste regresada. ¿Cómo te libraste de la repatriación?
A ver, en los barcos el sistema para pedir protección está un poco descoordinado. Yo tuve que plantarme tres días sin beber agua y sin comer para que me prestaran atención. Y así, ya cuando estaba que perdí el conocimiento, me prestaron los primeros auxilios. Llegó una persona que hablaba español y yo le dije: necesito protección, yo prefiero lanzarme al mar antes que me regresen a Cuba, yo prefiero morirme ahora antes de regresar a Cuba. Y él me dijo ¿Qué pasa? Le dije que yo tenía conocimiento que, desde la embarcación de los guardacostas, yo podía pedir protección al gobierno americano. Y él me dijo: Sí, Ok.
Enseguida llegó un agente americano, me tomó los datos y al cuarto día me hicieron una entrevista vía telefónica con un agente que se identificó que era del Departamento de Estado. Estuvimos alrededor de dos horas, preguntas y respuestas, y no me dijeron nada, no me informaron nada. Bajaron a todas las personas que vinieron de Cuba conmigo, las 16 fueron repatriadas, y eso me dio la esperanza de que ya me habían concedido la protección. De ahí, 21 días de barco en barco hasta llegar a Guantánamo.
Siete meses después llegaste a un Centro de Detención Temporal en el condado Broward. ¿Cómo lo lograste?
Salí de Guantánamo por una condición médica, y al llegar al aeropuerto de Fort Laudardalde me negué a recibir la atención médica y, como consecuencia, me llevaron para ese centro de detención de migración, en el que me tuvieron cuatro meses.
¿Cómo transcurrió el juicio de asilo político?
El juicio duró tres horas y media, casi cuatro horas. Tuve que presentarme a luchar mi asilo porque no fue nada fácil. La fiscal del caso era del Departamento de Estado y estaba en contra de que yo ganara el asilo. Me defendí como solo yo sé. Para los abogados que tuve vayan mis respetos. En todo momento, cada vez que veían que yo me ponía un poco nerviosa, que como que la fiscal me intimidaba un poco, ellos reaccionaban en mi defensa. Tuve el apoyo del juez, que siempre me dejó saber, desde la primera comparecencia, que el asilo estaba ganado.
¿Qué planes tienes?
Perfeccionar el inglés. En la base tuve la oportunidad de aprender algo. Por lo menos ya lo que escucho lo entiendo bastante bien. Y voy a hacer mi carrera de derecho aquí, en Estados Unidos. Eso es un plan que yo digo que, cueste lo que cueste, yo voy a terminar mi carrera de derecho aquí, en Estados Unidos, y voy a ser abogada.
¿Y dónde queda Cuba en todo esto?
Voy a seguir luchando por la libertad de Cuba, aunque esté aquí. Hay muchas cosas que todavía no puedo decir, porque mis hijos están en Cuba, mi familia aún está siendo amenazada. Estando yo en el centro de detención, mi mamá me dijo: 'cuando salgas, no des entrevistas', y le pregunté por qué, y me dijo, 'tú lo sabes ya'. Yo sé que a ella la están amenazando con regulación migratoria, como me hicieron a mí, regular a mis niños. Y la respuesta mía fue sí: voy a dar entrevista porque sé que esas entrevistas van a visibilizar a toda mi familia, todo el proceso mío, y sé que ellos no se van a atrever a hacer eso, porque ellos ya le tienen miedo, ellos le están temiendo a la opinión pública.
¿Tu mensaje en general a los cubanos?
Que seguiré luchando por la libertad de Cuba, por esos cientos de presos políticos que dejamos en Cuba. Yo hice una directa breve que tuve que cortar porque, ver a una madre de una de las presas que el 11 de julio escribirme y desearme lo mejor del mundo, me hizo un nudo en la garganta, porque sé por lo que su hija está pasando en prisión. La hija de ella es prácticamente una niña, tiene apenas 18 años. Es una persona que no tiene miedo de decir la verdad, no tiene miedo de expresar lo que siente, y ahí adentro está pasando igual, tortura, le están dando golpizas, le quitan los beneficios en las prisiones, nosotros no somos nadie.
¿Te sientes realmente libre?
No me siento libre, Ricardo. No me siento libre, por esos presos políticos que hay en Cuba y tantas personas que conocí en ese centro de migración que son de diferentes países, que igual creo merecen una oportunidad en este país, y el gobierno no se la está dando. Personas que tienen hijos nacidos aquí, que los están separando de los hijos. De verdad que no me siento completamente libre. Salir de ahí y ver que todas las personas, de diferentes países, me aplaudieron. Me decían: no te olvides de mí, no olvides que, aunque no seamos cubanas, estamos aquí; estamos pasando por esto que pasaste tú, y no tenemos la oportunidad que tienes tú.
Por eso, la libertad no es completa.
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