La presa política Lizandra Góngora se rapó la cabeza como muestra de que continúa “plantada”, aunque abandonó la huelga de hambre que realizaba en prisión por complicaciones de salud.
“La Jefa de la prisión me dijo que Lizandra se peló al rape y que ella fue la que incitó a la huelga de hambre. Yo fui a la cárcel, pero no me dejaron verla, solo permitieron pasar un poco de comida que le llevé y me dijeron que la semana que viene me avisarían cuando se apruebe una visita”, explicó a Radio Martí Ángel Delgado, esposo de Góngora y, al igual que ella, miembro del Partido Republicano de Cuba.
Góngora, recluida en la prisión habanera de mujeres del Guatao, se niega a vestir el uniforme de los reos comunes y a consumir el alimento proporcionado por el penal.
“Ella rechaza la comida del penal. Estuvo en huelga de hambre como seis días. Al tercero, la llevaron al hospitalito del centro penitenciario porque le subió la presión, pero parece que ya se restableció y la llevaron otra vez para la celda”, indicó Delgado.
El castigo en celda de aislamiento no puede sobrepasar los 10 días, según el Reglamento de Cárceles y Prisiones de Cuba.
La prisionera de conciencia había iniciado su ayuno voluntario el 20 de septiembre, junto a las hermanas Angélica y María Cristina Garrido, encarceladas también por participar en las manifestaciones del 11 de julio en Quivicán, Mayabeque.
Con la protesta, las tres mujeres reclamaban su libertad y la de todos los presos políticos en la isla.
Lizandra Góngora fue acusada de los delitos de sabotaje, robo con fuerza y desorden público tras su participación en las multitudinarias protestas populares del 11J en Güira de Melena, Mayabeque, y sentenciada a 14 años de cárcel.
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