Atravesó la selva impulsada por sentimientos encontrados: la ira hacia Díaz-Canel y el amor a su hijo (VIDEO)

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La madre del peleador cubano, Gustavo Trujillo, habla en exclusiva con Radio/Televisión Martí

Maritza Laza asegura que las noches en la selva de El Darién son más oscuras pero no por eso, y los peligros que entraña una de las junglas más peligrosas del planeta, se arrepiente de haberse jugado la vida en una travesía de casi cuatro meses para llegar a Estados Unidos y reencontrarse con su único hijo, el peleador de artes marciales, Gustavo Trujillo, más conocido como "The Cuban Assassin".

Maritza Laza posa desde su casa en Charlotte.

“Y lo volvería a hacer”, fueron sus primeras palabras cuando Radio Televisión Martí le preguntó sobre un video en el que ella aparece deslizándose por una pendiente de agua fangosa, la llamada loma del desmayo, uno de los tramos más difíciles de vencer en el Darién.

Su hijo Gustavo se encargó de subir el audiovisual en su cuenta de Facebook. “Fueron días de mucho sufrimiento y miedo, pero ella me demostró que es una valiente guerrera y que una madre hace todo por su hijo. ¡Gracias, Dios, por cuidarla! Gracias, mamá, por todo tu sacrificio por mí. Te amo”, escribió el peleador.

En días recientes Maritza llegó a EEUU y hoy disfruta sus primeras jornadas en libertad junto a hijo, su nieta de cinco años y su nuera Celia, en Charlotte, Carolina del Norte.

En la travesía por la selva

“La selva (El Darién ) es algo que le quita al ser humano hasta los sentidos. Niños ahogados por las crecida de ríos, personas que caen por barrancos. Es doloroso”, dijo Maritza desde Charlotte.

En el video, al tiempo que se deslizaba por la loma, Maritza iba repitiendo una y otra vez 'Díaz-Canel sin….o', esa frase con que muchos cubanos expresan el desprecio que sienten por el actual gobernante de la isla, Miguel Díaz-Canel.

“Ese mensaje no, le mando otro peor. El es el culpable de toda esta tragedia, de que uno tenga que abandonar su país atravesando todas estas lomas... México es malísimo ahí te matan”, relató.

Gustavo Trujillo, como integrante del equipo nacional de lucha grecorromana, viajó en 2014 a una base de entrenamiento en República Dominicana. Antes le dijo a su madre que no regresaba. Y así fue. Dos semanas después de su llegada a Santo Domingo abandonó la delegación. A partir de ahí, comenzaron las amenazas a su familia por parte de la policía y la Seguridad del Estado.

“Dile a tu hijo que se calle, después de que este país lo hizo que no hable más m....., me decían los agentes y oficiales de la policía. No querían que hablara con él, que me comunicara con él. ¿Qué madre no quiere comunicarse con su hijo?”, se preguntó Maritza.

Gustavo pasó 8 meses en República Dominicana como mendigo en la calle, comía de la basura y dormía en los techos de las casas del Barrio San Carlos, uno de los más peligrosos de Santo Domingo.

Unos cubanos lo ayudaron y lo acogieron en su casa y a cambio de trabajo lo ayudaron a reunir para pagar un puesto en una yola (balsa) y cruzar el Canal de La Mona hacia Puerto Rico. En ese viaje perecieron 8 cubanos. El resto es historia conocida: Trujillo, de 28 años, compite como profesional en el mundo de las artes marciales mixtas, tiene récord de 2 victorias por la vía rápida y dos derrotas y se ubica en el puesto 96 del ranking de peleadores súper pesados de EEUU.

“En Patria (el poblado del Central Patria, Morón) todo el pueblo sigue a Gustavo. Se junta la juventud en el punto wifi para ver por teléfono las peleas. Y la gente me decía, "oye, tu negro, tu negro'. Todo el pueblo contento, todo el mundo ahí lo lleva. Viejos, nuevos y los vecinos ya usted sabe, contentísimos por sus peleas, por su vida y su carrera”, cuenta la madre con regocijo y brillo en los ojos como quien habla de sus cosas favoritas.

Amenazas en Guyana, preámbulo de travesía irregular

Luego de infructuosas gestiones para sacar a su madre de Cuba por vías legales, en abril último Gustavo logró que Maritza viajara a Guyana.

“En Guyana siguieron las amenazas, a él en EEUU y a mi en ese país. Sabían el hostal en que me hospedaba, a dónde iba. Me sentía perseguida a cada momento”, dijo Maritza que un buen día de junio se hartó y puso pies en polvorosa.

“No le dije nada a Gustavo porque no me lo iba a permitir, y me lancé a la travesía irregular”. Como tantos otros pasó Brasil, Perú, Ecuador, Colombia hasta llegar al Darién.

“Fueron nueve días en El Darién. En ocasiones estuve convencida de que no iba a salir de la selva, pero pensar en mi hijo, en mi nietecita que no la conocía, igual que a mi nuera Celia que es especial, y otros dos cubanos que venían conmigo, eso me daba mucha fuerza y así fui avanzando hasta que logré salir”, contó Maritza.

Así transcurrió el viaje irregular de Maritza por Centroamérica hasta llegar a la frontera con EEUU.

“Me dije, coroné”, fue su primera reacción cuando se entregó a los agentes estadounidenses. Por fortuna y en un caso poco usual, Maritza no fue llevada a un centro de detención y en cuestión de horas , fue liberada.

“Los agentes me trataron de manera especial, amables, amigables y me preguntaba, por qué la policía en mi país no puede ser igual?, porque en ese momento también yo cometía un delito”, reflexionó la mujer.

De ahí, al reencuentro con su hijo postergado por siete años. “Me quería morir, me parecía imposible, lo miraba, lo tocaba. Está más desarrollado por el deporte, más corpulento con más tamaño. Me parecía que estaba soñando”.

Como toda persona que llega a tierra desconocida, tiene ilusiones y planes en EEUU: "Yo quisiera que este país me conceda la oportunidad de insertarme, de trabajar, de rehacer mi vida porque de verdad, hay que luchar por una nueva vida”.

De momento, asegura que estará sin falta en primera fila en el próximo combate de Gustavo.

“Hay que apoyarlo para que salga adelante”, declaró.