Los sepultureros han “plantado” para que le traigan las capas y al poco rato han aparecido cuando ellos no han “querido enterrar más”.
Varios trabajadores de comunales de la provincia Guantánamo denunciaron a periodistas independientes la falta de instrumentos de trabajo y medios de protección además de los bajos salarios que reciben por su labor.
Uno de estos barrenderos aseguro que sus “condiciones de trabajo son malas; las botas se mojan, se parten” y mucho mejor fuera que le dieran “botas de goma”.
Una vez que se moja la escoba, “no importa que sea nueva, ya no sirve”, agrega.
Sin guantes en sus manos y con su carrito de la basura inventado al igual que sus instrumentos, otro trabajador de limpieza de calles en Guantánamo pide la colaboración de las personas para que pueda cumplir su norma todos los días.
Cada mañana “no puedo hacer las 24 cuadras que me exigen” porque un día el cuerpo no le responde y en los otros es mucho “lo que la gente botó”. La parte libre de su tiempo la dedica a otras labores como la recogida de materias primas porque su salario le es insuficiente para alimentar a su familia.
A pesar de que sus riesgos de contraer enfermedades son altos el salario promedio real de los trabajadores de comunales en Cuba es el más bajo (415 pesos mensuales) de todos los sectores, recogen cifras oficiales.
Una ciudadana de a pie dijo que “estos barrenderos que limpian las calles no tienen las condiciones necesarias para realizar dicho trabajo porque ahí es donde están las infecciones y muchas enfermedades que nos afectan hoy día”.
Otro residente en la provincial más oriental de Cuba refirió que el trabajo de los barrenderos “es una labor igual que otra cualquiera solo que no se les dan las condiciones que necesita para trabajar y no es gratificado por su trabajo”.
La protesta de los trabajadores de comunales guantanameros no es un caso aislado. Manifestaciones de descontento similares se reportaron recientemente entre los sepultureros de Camagüey. Deivis González, uno de ellos narró que se han “plantado para ver si pueden traer las capas y nos las han traído al poco rato porque han visto que nosotros no hemos querido enterrar más”.
Cuatro de cada diez viviendas guantanameras deposita su basura en vertederos, la quema o la entierra.
Uno de estos barrenderos aseguro que sus “condiciones de trabajo son malas; las botas se mojan, se parten” y mucho mejor fuera que le dieran “botas de goma”.
Una vez que se moja la escoba, “no importa que sea nueva, ya no sirve”, agrega.
Sin guantes en sus manos y con su carrito de la basura inventado al igual que sus instrumentos, otro trabajador de limpieza de calles en Guantánamo pide la colaboración de las personas para que pueda cumplir su norma todos los días.
Cada mañana “no puedo hacer las 24 cuadras que me exigen” porque un día el cuerpo no le responde y en los otros es mucho “lo que la gente botó”. La parte libre de su tiempo la dedica a otras labores como la recogida de materias primas porque su salario le es insuficiente para alimentar a su familia.
A pesar de que sus riesgos de contraer enfermedades son altos el salario promedio real de los trabajadores de comunales en Cuba es el más bajo (415 pesos mensuales) de todos los sectores, recogen cifras oficiales.
Una ciudadana de a pie dijo que “estos barrenderos que limpian las calles no tienen las condiciones necesarias para realizar dicho trabajo porque ahí es donde están las infecciones y muchas enfermedades que nos afectan hoy día”.
Otro residente en la provincial más oriental de Cuba refirió que el trabajo de los barrenderos “es una labor igual que otra cualquiera solo que no se les dan las condiciones que necesita para trabajar y no es gratificado por su trabajo”.
La protesta de los trabajadores de comunales guantanameros no es un caso aislado. Manifestaciones de descontento similares se reportaron recientemente entre los sepultureros de Camagüey. Deivis González, uno de ellos narró que se han “plantado para ver si pueden traer las capas y nos las han traído al poco rato porque han visto que nosotros no hemos querido enterrar más”.
Cuatro de cada diez viviendas guantanameras deposita su basura en vertederos, la quema o la entierra.
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