La cifra exacta de periodistas y trabajadores de medios independientes cubanos que han salido de Cuba recientemente debido a la represión o bajo amenazas explícitas de cárcel es difícil determinarla. Sólo en elTOQUE, en los últimos tres años, han sido más de 30.
También un informe de este año de la Oficina para México y Centroamérica de Artículo 19 documentó ocho casos entre 2021 y los primeros 10 meses de 2022. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la Seguridad del Estado, el exilio no ha logrado silenciar ni desmovilizar al periodismo independiente cubano.
José Jasán Nieves, editor general de elTOQUE, residente en Miami, contó a Martí Noticias que 2022 significó una suerte de prueba de fuego para el medio. En el segundo semestre de ese año, entre agosto y noviembre, elTOQUE estuvo en el ojo del huracán de la violencia política. Los miembros de su equipo en Cuba sufrieron detenciones, interrogatorios, prohibiciones de salir del país, difamación en medios estatales de alcance nacional y prácticas que ellos no dudan en clasificar como “tortura psicológica”. El resultado fue que 23 personas renunciaron debido al riesgo que corrían de ir a prisión.
“Nosotros recibimos un golpe fuerte. Una organización que pierde 23 miembros de un palo, ve afectados sus procesos de manera notable. Se nos atrasaron proyectos periodísticos y de desarrollo que pensábamos sacar en el corto plazo y tuvieron que cambiar sus tiempos, aunque puedo decir que ya esta altura hemos recuperado el ritmo, nos hemos reorganizado, y varios de esos proyectos han salido o están en pleno funcionamiento”, expresó Nieves.
Entre las 30 personas que se marcharon de Cuba en los últimos tres años se encuentra él mismo. Al principio, José Jasán no se consideraba un exiliado sino un emigrante más. Si bien en La Habana ya había tenido que enfrentar las arbitrariedades de la Seguridad del Estado por causa de su labor, no fue hasta que comenzó a recibir ataques del aparato propagandístico oficial, que estuvieron acompañados de amenazas y acoso en redes sociales, que sintió que sus circunstancias habían cambiado. “Para mí quedó claro que yo no puedo regresar a Cuba”, dijo.
“No hay garantías de seguridad para que yo regrese a Cuba, por tanto, ya yo soy un periodista exiliado, y seguir trabajando desde fuera ha sido la manera de no dar mi brazo a torcer. Yo soy una persona tozuda y creo que todos los que estamos en el periodismo lo hacemos por una pasión profunda por ese oficio, y esa pasión, que es también pasión por el servicio público a una audiencia, hace que uno no se rinda fácilmente”, afirmó.
El referido informe de Artículo 19 consideró que el año 2022 fue “extremadamente difícil” para los periodistas independientes, activistas y ciudadanos, en lo que se refiere al ejercicio de la libertad de expresión. “Fue un periodo caracterizado por la aplicación de sanciones penales y administrativas, los arrestos domiciliarios, las detenciones arbitrarias, los cortes de internet, el exilio, las campañas de descrédito, las amenazas y una amplia gama de agresiones contra quienes ejercen el periodismo en los medios de prensa independientes y/o el activismo a favor de la libertad de expresión”, sostuvo.
Según sus estadísticas, en 2022, los periodistas cubanos sufrieron un total de 246 agresiones, que recayeron sobre 80 personas: 37 mujeres y 43 hombres. “Las modalidades de agresión más utilizadas fueron los arrestos domiciliarios (90), las amenazas (40) –tanto en el espacio digital como en el físico– y la supresión del servicio de internet (27). Aunque estas fueron las agresiones más usadas contra las y los periodistas, es necesario apuntar que las autoridades cubanas emplearon la detención arbitraria en 23 ocasiones contra las y los periodistas independientes”, precisó el documento.
“Respecto de los agresores, debe señalarse que continuaron siendo los agentes del DSE (Departamento de la Seguridad del Estado) quienes más atacaron a las y los periodistas independientes. En total, protagonizaron 200 agresiones, lo que constituye 81.30 por ciento de todas las documentadas por Article 19 contra este gremio. Los agentes del DSE actuaron por sí solos en 141 ocasiones (70.5 por ciento) y en 59 lo hicieron colaborando con agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (29.5 %). Además, debe mencionarse a la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) por su participación en la supresión del servicio de internet en 27 ocasiones”, agregó.
La periodista Yoani Sánchez, directora de 14ymedio, una de las organizaciones periodísticas que también se ha visto afectada por el exilio forzoso de sus trabajadores, declaró a Martí Noticias que, si bien hay un clima represivo que ha ido en aumento, es necesario también recordar que esto es una vieja práctica del castrismo. “Esto es una nueva escalada, pero no significa que hayamos tenido momentos de relax, momentos de aceptación, momentos en que la prensa independiente haya sido mejor vista, haya tenido menos presiones que ahora mismo”, dijo.
“Por ejemplo, está en vigor todavía la Ley Mordaza, o Ley 88, con la que fueron juzgados los 75 de la Primavera Negra de 2003, muchos de ellos periodistas. Recuerdo nombres como Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal, personas que lo único que hacían era básicamente reportar sobre la Cuba profunda, y fueron condenados a penas de más de 10 o 15 años de cárcel”, añadió.
Sánchez, residente en La Habana, explicó que 14ymedio, al ser un diario hecho desde la isla principalmente y con una producción constante de contenidos sobre temas de actualidad, ha sufrido bastante la más reciente oleada represiva. “Cuando nos presionan a un reportero, al punto de que tiene que partir al exilio, enmudecerse, o simplemente retirarse del ejercicio de la profesión, es una lastimadura bastante importante para nosotros que somos un equipo pequeño y que nos nutrimos de ese reporte diario, a pie de calle, que es nuestro fuerte”, señaló.
La reportera Luz Escobar, quien trabajó ocho años en 14ymedio y se marchó a España junto a su familia en 2022, y actualmente forma parte del equipo de Diario de Cuba, declaró a Martí Noticias que para ella su partida significó un gran alivio. “En mi caso, que tengo dos hijas, cubrir un horario de trabajo sobre el tema Cuba teniendo garantizada la alimentación de mi familia y la seguridad de mis hijas, que en Cuba corrían peligro, es un gran alivio”, aseguró.
En cuanto a los retos que supone continuar reportando sobre Cuba desde fuera de Cuba, dijo que el primero es no estar en el terreno. “Es muy notable cuando estás en Cuba que a las personas que escriben desde afuera les falta eso. Pero la vida y el contacto con otros colegas de América Latina que también han tenido que emigrar te reconfortan y todos coincidimos en que sí se puede hacer periodismo desde afuera”, agregó.
El periodista Mario Luis Reyes, colaborador de Revista El Estornudo y editor de Árbol Invertido, residente en Madrid desde 2019, coincidió con Escobar en que el contacto con otros periodistas latinoamericanos que han corrido una suerte similar ha sido una fuente de inspiración para corroborar que es posible continuar trabajando desde afuera. “Para mí salir de Cuba y dejar de ser reportero fue muy duro. Cuando yo llegué a España yo no quería hacer periodismo, ni sobre Cuba ni sobre España”, contó.
“Era una barrera que estaba en mi cabeza, que me impedían hacer periodismo, aunque había cosas que no estaban en mi cabeza, que también la distancia me impedía hacer. Y fueron circunstancias de la vida, como la propia pandemia, las que me volvieron a llevar al periodismo, y ya desde el exilio, desde fuera del territorio que estoy cubriendo, y en unas dinámicas que eran totalmente diferentes para mí, porque empiezo a trabajar en un diario, como Diario de Cuba, y no en una revista como El Estornudo”, dijo.
Reyes también destacó que fue justamente en el exilio, mientras se sentía disminuido por no estar en el terreno, cuando hizo uno de los trabajos más importantes de su carrera y que mayor impacto tuvo: un reportaje que denunció una serie de abusos sexuales cometidos por el trovador cubano Fernando Bécquer y que desencadenó que más de 30 mujeres que habían sido sus víctimas se sumaran a la denuncia. Como resultado, un año después de la primera publicación, y gracias al activismo feminista, Bécquer fue juzgado y sentenciado a privación de libertad.
“Eso te ayuda a darte cuenta de que se pueden hacer cosas desde afuera, que puedes lograr tener un impacto desde afuera, y fue un espaldarazo a mi autoestima como periodista que está en el exilio”, comentó Reyes.
José Jasán Nieves comparte un sentir similar. Para él, hacer periodismo en el exilio, incluso con un equipo disperso en ocho países distintos y con diferencias horarias, como en el caso de elTOQUE, significa demostrar que es posible contar Cuba desde fuera de Cuba y “seguir sirviendo y aportando la poca fuerza que pueda tener un proyecto como el nuestro en el camino de la democratización de nuestro país y la búsqueda de la libertad, que es al final lo que también nos mueve”, argumentó.
“Cuando uno se esfuerza por mantener un proyecto como este, lo que está tratando de hacer es mantener un espacio donde los ciudadanos puedan satisfacer sus derechos a la información y a la expresión. Los ciudadanos cubanos. Derechos que son escamoteados por el régimen cubano”, dijo Nieves.