Experto alerta sobre peligro de frenar sector privado en Cuba

Cuba paraliza licencias a restaurantes privados y alquileres turísticos

Pese a que la pujanza de los pequeños emprendedores es una esperanza para el desarrollo de Cuba, al gobierno le ha preocupado que llegue a desafiar la hegemonía de la planificación central y el monopolio político del PCC, dice el economista estadounidense Richard Feinberg.

Mientras el pequeño pero pujante sector privado cubano espera ─entre noticias de prósperos negocios intervenidos─ por otro apretón normativo anunciado desde agosto por Raúl Castro, algunos expertos se preguntan por qué Cuba buscaría frenar el avance de una forma de propiedad y trabajo que antes ha legalizado y estimulado y que en muy poco tiempo ha hecho aportes significativos a la economía de la isla

Según el académico estadounidense Richard Feinberg estos emprendedores representan para el país más que lo que hasta ahora han aportado: son uno de tres pilares ─junto con la dinamización y descentralización del sector estatal, y la Inversión Extranjera Directa en sectores prioritarios─ en los que el sucesor de Raúl Castro debería apoyarse para sacar al país del estancamiento económico que ha caracterizado los “decepcionantes” diez años en el poder del General-Presidente, y encauzarlo por una vía de desarrollo sostenible.

En su reciente ensayo para el Instituto Brookings “La economía de Cuba después de Raúl Castro: una historia de tres mundos”, Feinberg menciona algunas de las nuevas medidas restrictivas que se espera imponga el gobierno para incrementar su control de las empresas privadas y limitar el tamaño de estas:

- una escala salarial ascendente (por la cual los salarios aumentarían en la medida en que se contraten más trabajadores)

- constreñir a cuatro habitaciones las que pueden alquilar las llamadas “casas particulares”

- un proceso burocrático más complejo para la autorización de nuevas licencias

- informes mensuales de autoridades locales sobre violaciones

- canalizar todos los ingresos y gastos de los negocios privados a través de una cuenta en alguna institución financiera del gobierno.

El gobierno alarmado por el éxito de los privados

Turistas en el restaurante La Vitrola en La Habana.

El experto en economía internacional sugiere que, en lugar de imponerle más cadenas, Cuba debería abrazar por completo la economía privada y eliminar las restricciones artificiales al sector.

Después de analizar la agonía de la empresa estatal, debida sobre todo a la hipercentralización, el autor observa cómo ha florecido en cambio en la última década la economía privada cubana, con un crecimiento del número de cuentapropistas autorizados desde unos 150,000 en 2008 a casi 580,000 en 2017. Incluye asimismo a unos 200.000 usufructuarios y 50.000 pequeños propietarios de tierras, y a un número indeterminado de trabajadores del mercado informal. “Tomados en conjunto, hasta el 40 por ciento de la fuerza de trabajo cubana tiene al menos un pie en la economía privada”, afirma el académico.

Como el gobierno no publica datos sobre inversiones de la economía privada, Feinberg toma como indicador para determinar el monto de inversiones en el sector privado las remesas familiares enviadas desde el exterior.

La Moneda Cubana un restaurante privado en La Habana.

“Si estimamos las remesas conservadoramente en $ 2 mil millones anuales y asumimos que las tasas de inversión equivalen a un 30 por ciento de esa cifra, en la economía privada de la isla se estarían invirtiendo unos $ 600 millones anuales (casualmente, la misma cantidad de inversión extranjera proyectada por el gobierno para 2018) a los que se podrían agregar otras inversiones procedentes de ahorros familiares y ganancias reinvertidas.

Al hacer un uso productivo de estas diversas fuentes de capital de inversión, la economía privada impulsa el crecimiento de la economía nacional, afirma el ensayista.

A falta de un desglose estatal-privado de la producción nacional, Feinberg y el economista del Banco Mundial Richard Newfarmer han calculado que en el sector del turismo la economía privada representa alrededor de un tercio de los ingresos, o unos $ 1.000 millones anuales, mientras que Emilio Morales, un especialista cubano presidente en Miami de The Havana Consulting Group, ha estimado que la economía privada genera alrededor del 18 por ciento del Producto Interno Bruto.

El autor considera que eran estas dramáticas tendencias las que tenían tan alarmado al gobierno en agosto de 2017, cuando dejó temporalmente de emitir nuevas licencias para muchas actividades previamente autorizadas; las autoridades dijeron que necesitaban revisar las regulaciones para evitar abusos y prevenir una acumulación indebida de riqueza privada.

Feinberg comenta que probablemente había preocupaciones más profundas, como que una creciente economía privada pudiera desafiar la hegemonía de la planificación central e incluso el monopolio político del Partido Comunista.

El gran salto a la expansión diversificada

Un hombre se corta el cabello en una barbería privada en La Habana (Cuba).

El estudioso estadounidense apunta que el crecimiento de la economía privada cubana no ha sido sólo cuantitativo, sino también cualitativo. Las que comenzaran como miniempresas, en muchos casos se han convertido en auténticas pequeñas empresas, dotadas de planes comerciales formales, estrategias de mercadotecnia, un número significativo de empleados ─a tiempo completo y por contrato─ y una amplia diversidad de ofertas de productos.

Hostal La Nena, una casa particular que renta a turistas en Caibarién.

Por ejemplo, casas particulares se han convertido en hoteles “boutique” de varias habitaciones; barberías se han convertido en peluquerías al estilo de Miami, y los negocios familiares de construcción han devenido cooperativas con decenas de miembros calificados. Las paladares (restaurantes de propiedad privada) han pasado de ofertar cenas familiares informales a convertirse en establecimientos profesionales que sirven cocina de clase mundial. Familias con una sola máquina de hacer helados, con la que producían un puñado de sabores, han dado paso a atractivas heladerías con decenas de opciones.

El sector privado cubano, agrega el autor, ha alcanzado una masa crítica por la cual los propios emprendedores son consumidores de lo que en él se produce. Las agencias de publicidad, los servicios de contabilidad, los planificadores de eventos privados, los decoradores de interiores y los proveedores de servicios de guarderías atienden las necesidades de otros empresarios cubanos, de modo que ahora la actividad de los particulares se caracteriza por un ciclo de producción y consumo saludable y auto-reforzado.

La economía privada de Cuba, termina diciendo Feinberg, podría estar gestando ahora su próxima ola: hacia una expansión diversificada, en la que los emprendedores invertirían en sus propias cadenas de valor, estableciendo sucursales o franquicias, o diversificándose en líneas de negocios relacionadas con los que ya operan.

A menos que el gobierno lo prohíba.

[Redactado por Rolando Cartaya a partir de fragmentos del informe "Cuba's Economy after Raul Castro: a Tale of Three Worlds"]