La población cubana de ancianos crece, al tiempo que se reducen los centros para atenderlos y en los que están en funcionamiento las condiciones son pésimas.
Natalia nació en 1950. Estudió, obtuvo su título en técnico medio en Economía y aunque se casó no tuvo hijos. Trabajó por 43 años hasta que se retiró. Hoy es viuda y desde hace un quinquenio se encuentra en la lista de espera de un hogar de ancianos. Su casa, cansada por el tiempo, le cae encima. Ella no tiene más familiares y a estas alturas le quedan pocos amigos. Su historia es la de muchos.
Un estudio comparativo entre los resultados del Censo de Población y Vivienda del 2002 y el 2012 y los Anuarios Estadísticos de Salud de esos años revelan el incremento de los adultos mayores en Cuba y la disminución de la capacidad de sus asilos y del número de cuidadores sociales.
En la década comprendida entre el 2002 y el 2012 la población cubana envejeció casi cuatro puntos porcentuales, superando los 2 millones 41 mil personas, mientras la capacidad de los asilos se redujo 10.5 por ciento, o lo que es lo mismo, 773 plazas de menos. Las capacidades para ancianos internos en los 127 hogares de este tipo que existen en toda la isla se contrajeron de 8 mil 348 a 7 mil 453, según informaciones oficiales.
En este 2013 solo 1 de cada 274 ancianos tuvo la posibilidad de ser recibido a tiempo completo en los llamados asilos y en calidad de seminternos, 1 de cada 1579.
“Para que te admitan en un asilo o tienes que tener una palanca o tienes que estar muy mal”, declaró Juan Antonio, un anciano alcohólico de Cienfuegos, rechazado por la comunidad y su propia familia, quien ya lleva tiempo esperando ingresar en uno de estos centros.
Un informe del Ministerio de Salud Pública para la CEPAL devela que en la isla los hogares de ancianos son para aquellos que se encuentran en estado de necesidad o requieren de cuidados permanentes y carecen de toda posibilidad de permanecer en la comunidad.
La demanda “va en aumento”, reconoció a finales del 2013 el jefe del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del MINSAP, Alberto Fernández.
De acuerdo con esta fuente, las solicitudes para ingresar a los hogares de ancianos se estiman en más de 20 mil, aproximadamente tres veces la capacidad actual.
Aunque hacia el interior de los hogares de ancianos atendidos por el gobierno cubano existen salas para los encamados, “aun no hay instituciones preparadas” para acoger a los que padezcan alguna discapacidad, demencia senil o mal de Alzheimer, en la actualidad unos 130 mil casos, dijo.
Puertas adentro
La vida al interior de un hogar de ancianos en Cuba está determinada por dos factores fundamentales: la entrada económica y el estado de salud y movilidad de los ancianos.
“Quienes reciben una pensión mínima (de 200 pesos mensuales) casi no pueden hacer nada más allá de comprarse sus medicinas o algún alimento en la calle para reforzar la dieta", explica un paciente del hogar de ancianos de San Germán, en Holguín.
“Al menos me puedo mover y así ayudo a otros”, pero hay “quienes no pueden ni comprarse un bocadito”, alega. “Los jubilados son los que mejor están”, comparados con quienes reciben una pensión.
Otro interno consideró abusivo que se pasaran una semana “dándoles un caldo con dos boniatos que los viejitos botaban y que tampoco tuvieran “agua ni para bañarse”, explicó.
A pesar de que organismos estatales y varias ONGs realizan donaciones para estos centros, la habanera Lilian Ruiz denuncia que en ocasiones los propios trabajadores “lo que hacen es traficar con las pocas cosas que les llevan: las sábanas, los alimentos, el jabón…”.
Un ex funcionario gubernamental, quien prefirió mantenerse en el anonimato, asegura que estos centros reciben numerosos recursos de los organismos estatales, incluyendo donaciones de medicamentos que generalmente terminan en el mercado negro.
Los casos más críticos en los hogares de ancianos en Cuba son aquellos que están postrados en una cama y les aparecen las escaras en la piel debido a que se orinan y no los higienizan a tiempo o sencillamente porque son muchos ancianos en una misma sala y no se les puede cambiar constantemente de posición como se recomienda.
Es cierto que en el interior de un hogar de ancianos en Cuba se ofrecen diversos servicios, entre ellos los de podología y consultas médicas de varios tipos, sin embargo, la irregularidad y falta de insumos, afecta la calidad de vida de los asilados.
Un estudio publicado en la Revista Cubana de Estomatología develó que la principal causa de la pérdida dentaria de más del 53 por ciento de los pacientes de en un hogar de ancianos en Santiago de Cuba resultaron ser las caries.
La escasez de especialistas es otro aparte. El sistema sanitario de la isla solo cuenta con 279 geriatras y gerontólogos, y 137 residentes en formación de esa especialidad.
El huevo o la gallina
En el 2020 Cuba tendrá más ancianos que niños y será la población más envejecida de América Latina. De continuar el actual ritmo de envejecimiento, dentro de 20 años tres millones seiscientos mil cubanos tendrán sesenta o más.
Para la socióloga Miriam Celaya la descapitalización de la sociedad cubana es perceptible (solo labora el 51 por ciento de la población mientras crece la emigración de los jóvenes) y es por eso que “cada vez vemos a más viejitos vendiendo cosas en las calles o haciendo algo que les reporte una ganancia económica porque no pueden vivir con sus pensiones”.
En el 2012, Gretell Hartman Romero, licenciada en Economía y profesora del Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Oriente, calculó el costo de la vida de los ancianos basándose en los precios de los alimentos, -incluyendo los de la libreta-, los medicamentos y los productos de aseo. El resultado: el gasto total promedio de los pensionados es de $403.20 pesos cubanos y el de los jubilados es de $539.32 pesos cubanos. Entre sus encuestados, uno de cada tres pensionados vive solo, de manera que su único ingreso es de 200 pesos.
La llamada "actualización del modelo económico cubano" impulsada por Raúl Castro llevó a recortes sociales bajo la política de que los familiares deben hacerse cargo de sus ancianos. La Asistencia Social a Domicilio beneficia a 4416 ancianos con el servicio de 3544 trabajadores.
Además solicitar un cuidador a domicilio lleva una tortuosa tramitación: “se propone al ministro de Trabajo y Seguridad Social por parte del jefe del organismo u otra entidad nacional a la que pertenece el trabajador, el jefe de la dirección nacional de una organización -política, de masas o social-, el presidente del Consejo de la Administración Provincial o del municipio especial Isla de la Juventud, o también puede ser el director nacional de Seguridad Social”, explica la Revista Bohemia.
Mercedes Pena, de San José de las Lajas, dejó su empleo para cuidar a su madre encamada.
De la regla… la excepción
En la isla apenas existen nueve hogares de ancianos conducidos de manera mixta entre Organizaciones No Gubernamentales y el Estado y su capacidad es reducida: ocho vinculados directamente a la Iglesia Católica y uno a la Gran Logia de Cuba.
Los hogares religiosos para personas de la tercera edad se ubican siete en la capital y uno de nueva creación en Camagüey, el “Hogar del padre Olallo”. El Asilo Nacional Masónico también se localiza en La Habana. La mayoría prefiere los hogares de ancianos supervisados por la Iglesia.
“El amor a Dios y la devoción de las distintas órdenes religiosas a servir al prójimo hace que atiendan mejor a los ancianos. Además no se roban las cosas y mantienen a los viejitos limpios todo el tiempo”, es lo más importante para la habanera Camila Sotolongo.
Las autoridades sanitarias cubanas anunciaron que en 2014 pondrán en servicio -de forma experimental- Casas de Abuelos para personas con discapacidad e incrementarán hasta el 2015 la capacidad de sus hogares de ancianos.
Un estudio comparativo entre los resultados del Censo de Población y Vivienda del 2002 y el 2012 y los Anuarios Estadísticos de Salud de esos años revelan el incremento de los adultos mayores en Cuba y la disminución de la capacidad de sus asilos y del número de cuidadores sociales.
En la década comprendida entre el 2002 y el 2012 la población cubana envejeció casi cuatro puntos porcentuales, superando los 2 millones 41 mil personas, mientras la capacidad de los asilos se redujo 10.5 por ciento, o lo que es lo mismo, 773 plazas de menos. Las capacidades para ancianos internos en los 127 hogares de este tipo que existen en toda la isla se contrajeron de 8 mil 348 a 7 mil 453, según informaciones oficiales.
“Para que te admitan en un asilo o tienes que tener una palanca o tienes que estar muy mal”, declaró Juan Antonio, un anciano alcohólico de Cienfuegos, rechazado por la comunidad y su propia familia, quien ya lleva tiempo esperando ingresar en uno de estos centros.
Un informe del Ministerio de Salud Pública para la CEPAL devela que en la isla los hogares de ancianos son para aquellos que se encuentran en estado de necesidad o requieren de cuidados permanentes y carecen de toda posibilidad de permanecer en la comunidad.
La demanda “va en aumento”, reconoció a finales del 2013 el jefe del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del MINSAP, Alberto Fernández.
De acuerdo con esta fuente, las solicitudes para ingresar a los hogares de ancianos se estiman en más de 20 mil, aproximadamente tres veces la capacidad actual.
Aunque hacia el interior de los hogares de ancianos atendidos por el gobierno cubano existen salas para los encamados, “aun no hay instituciones preparadas” para acoger a los que padezcan alguna discapacidad, demencia senil o mal de Alzheimer, en la actualidad unos 130 mil casos, dijo.
La vida al interior de un hogar de ancianos en Cuba está determinada por dos factores fundamentales: la entrada económica y el estado de salud y movilidad de los ancianos.
“Quienes reciben una pensión mínima (de 200 pesos mensuales) casi no pueden hacer nada más allá de comprarse sus medicinas o algún alimento en la calle para reforzar la dieta", explica un paciente del hogar de ancianos de San Germán, en Holguín.
“Al menos me puedo mover y así ayudo a otros”, pero hay “quienes no pueden ni comprarse un bocadito”, alega. “Los jubilados son los que mejor están”, comparados con quienes reciben una pensión.
Otro interno consideró abusivo que se pasaran una semana “dándoles un caldo con dos boniatos que los viejitos botaban y que tampoco tuvieran “agua ni para bañarse”, explicó.
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A pesar de que organismos estatales y varias ONGs realizan donaciones para estos centros, la habanera Lilian Ruiz denuncia que en ocasiones los propios trabajadores “lo que hacen es traficar con las pocas cosas que les llevan: las sábanas, los alimentos, el jabón…”.
Un ex funcionario gubernamental, quien prefirió mantenerse en el anonimato, asegura que estos centros reciben numerosos recursos de los organismos estatales, incluyendo donaciones de medicamentos que generalmente terminan en el mercado negro.
Los casos más críticos en los hogares de ancianos en Cuba son aquellos que están postrados en una cama y les aparecen las escaras en la piel debido a que se orinan y no los higienizan a tiempo o sencillamente porque son muchos ancianos en una misma sala y no se les puede cambiar constantemente de posición como se recomienda.
Es cierto que en el interior de un hogar de ancianos en Cuba se ofrecen diversos servicios, entre ellos los de podología y consultas médicas de varios tipos, sin embargo, la irregularidad y falta de insumos, afecta la calidad de vida de los asilados.
Un estudio publicado en la Revista Cubana de Estomatología develó que la principal causa de la pérdida dentaria de más del 53 por ciento de los pacientes de en un hogar de ancianos en Santiago de Cuba resultaron ser las caries.
La escasez de especialistas es otro aparte. El sistema sanitario de la isla solo cuenta con 279 geriatras y gerontólogos, y 137 residentes en formación de esa especialidad.
El huevo o la gallina
En el 2020 Cuba tendrá más ancianos que niños y será la población más envejecida de América Latina. De continuar el actual ritmo de envejecimiento, dentro de 20 años tres millones seiscientos mil cubanos tendrán sesenta o más.
Para la socióloga Miriam Celaya la descapitalización de la sociedad cubana es perceptible (solo labora el 51 por ciento de la población mientras crece la emigración de los jóvenes) y es por eso que “cada vez vemos a más viejitos vendiendo cosas en las calles o haciendo algo que les reporte una ganancia económica porque no pueden vivir con sus pensiones”.
En el 2012, Gretell Hartman Romero, licenciada en Economía y profesora del Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Oriente, calculó el costo de la vida de los ancianos basándose en los precios de los alimentos, -incluyendo los de la libreta-, los medicamentos y los productos de aseo. El resultado: el gasto total promedio de los pensionados es de $403.20 pesos cubanos y el de los jubilados es de $539.32 pesos cubanos. Entre sus encuestados, uno de cada tres pensionados vive solo, de manera que su único ingreso es de 200 pesos.
La llamada "actualización del modelo económico cubano" impulsada por Raúl Castro llevó a recortes sociales bajo la política de que los familiares deben hacerse cargo de sus ancianos. La Asistencia Social a Domicilio beneficia a 4416 ancianos con el servicio de 3544 trabajadores.
Además solicitar un cuidador a domicilio lleva una tortuosa tramitación: “se propone al ministro de Trabajo y Seguridad Social por parte del jefe del organismo u otra entidad nacional a la que pertenece el trabajador, el jefe de la dirección nacional de una organización -política, de masas o social-, el presidente del Consejo de la Administración Provincial o del municipio especial Isla de la Juventud, o también puede ser el director nacional de Seguridad Social”, explica la Revista Bohemia.
Mercedes Pena, de San José de las Lajas, dejó su empleo para cuidar a su madre encamada.
De la regla… la excepción
En la isla apenas existen nueve hogares de ancianos conducidos de manera mixta entre Organizaciones No Gubernamentales y el Estado y su capacidad es reducida: ocho vinculados directamente a la Iglesia Católica y uno a la Gran Logia de Cuba.
Los hogares religiosos para personas de la tercera edad se ubican siete en la capital y uno de nueva creación en Camagüey, el “Hogar del padre Olallo”. El Asilo Nacional Masónico también se localiza en La Habana. La mayoría prefiere los hogares de ancianos supervisados por la Iglesia.
“El amor a Dios y la devoción de las distintas órdenes religiosas a servir al prójimo hace que atiendan mejor a los ancianos. Además no se roban las cosas y mantienen a los viejitos limpios todo el tiempo”, es lo más importante para la habanera Camila Sotolongo.
Las autoridades sanitarias cubanas anunciaron que en 2014 pondrán en servicio -de forma experimental- Casas de Abuelos para personas con discapacidad e incrementarán hasta el 2015 la capacidad de sus hogares de ancianos.