Médico cubano condenado en Portugal por violar a cinco pacientes

Hospital Divino Espiritu Santo, en Ponta Delgada, Islas Azores.

El médico Aliesky Aguilera trabajaba en la capital de las Islas Azores y había llegado a Portugal como parte de la brigada médica contratada por el gobierno portugués al gobierno de Cuba.

El doctor Aliesky Aguilera, de nacionalidad cubana, ha sido condenado a seis años de cárcel en Portugal por cinco violaciones, al considerarse probadas las agresiones sexuales cometidas en los servicios de Urgencias del Hospital del Divino Espíritu Santo, en Ponta Delgada, capital de las islas Azores, donde trabajaba.

Aguilera, de 36 años y casado, fue juzgado a puerta cerrada, ya que los delitos de los que se les acusaba, cometidos en 2016, habían levantado una oleada de indignación y alarma social en el archipiélago, especialmente porque se aprovechó de su posición cuando las mujeres acudían a este centro, el mayor hospital de la isla de San Miguel, la más importante de las Azores.

El médico llegó a Portugal años atrás como parte de los 44 galenos contratados por el gobierno de ese país al gobierno de Cuba, y su primer empleo fue en Santarem, localidad ubicada a 30 kilómetros de Lisboa.

Según el más reciente acuerdo firmado en abril de 2014, Portugal paga 4,230 euros por mes a la empresa de Servicios Médicos Cubanos, que a su vez paga a los cubanos sólo la cuarta parte de lo que cobra por cada médico.

Aguilera fue absuelto de otra acusación más, asedio sexual, porque no quedó suficientemente probado, aunque deberá pagar 10.000 euros de indemnización a una de las víctimas.

De momento, se prohíbe al condenado salir de la isla y queda suspendido en el ejercicio de sus funciones, aunque la jueza que llevaba el caso delegó en el Colegio Oficial de Médicos la potestad de inhabilitarle de manera permanente, explica un reporte sobre el caso en el diario ABC.

La sentencia establece que el doctor abusó de la confianza que las afectadas depositaron en él por tratarse de un facultativo de Urgencias, en cuyas manos se ponían porque se encontraban muy mal de salud. En consecuencia, el galeno traicionó la confianza que ellas le demostraron, "practicando actos que nada tienen que ver con la medicina, sino con el apetito sexual", de acuerdo con el texto que determina su culpabilidad.

La sentencia añade que el médico cubano "actuó con el propósito concreto de satisfacer sus instintos libidinosos, consciente de que las ofendidas eran sus pacientes y habían ido a Urgencias por motivos graves".

Agrega que "a través de su actuación como médico, el acusado quiso, y consiguió, poner a las mujeres en cuestión ante la imposibilidad de reaccionar, obligándolas a mantener un comportamiento de naturaleza sexual".

(Redactado por Pablo Alfonso, con información de ABC)