En la calle crece el descontento por nuevas restricciones al sector privado

La cafetería Los Parados en La Habana.

"En el fondo lo que quieren es asfixiar al trabajo particular con el cuento que nos estamos haciendo ricos. ¿Ricos de qué?"

La Habana - La última semana fue puro ajetreo para Yunia, dueña de una peluquería en la barriada del Cerro, a quince minutos en auto del centro de La Habana. Cuarenta y ocho horas después de haber dado a luz una bebita de nueve libras y mientras le daba el pecho en un sillón, sosteniendo entre el hombre derecho y su cabeza el teléfono inalámbrico, hablaba con una hermana que durante dos meses administrará su peluquería.

Las noticias al otro lado de la línea no eran buenas.“Dice mi hermana que un funcionario de la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria) le informó que, cuando arranque de nuevo la entrega de licencias, en el caso de las peluquerías, los productos deben estar avalados por un comprobante del mercado”.

Una pelea de león a mono

Yunia explica que en las tiendas por divisas, los productos de belleza son carísimos y su venta es irregular. "A veces se desaparece cierto producto durante meses. Las mejores peluquerías habaneras compran sus productos en el extranjero, bien porque la personas tienen posibilidades de viajar o porque se los envían sus parientes. También se adquieren a través de 'mulas' dedicadas a la venta de ropa, aseo y cosméticos”.

Pone a la recién nacida en la cuna y continúa explicando: "Los tratamientos del cabello, extensiones y tintes, cuando se utilizan productos de primera calidad son caros. En un mes, una joven que lleva extensiones puede gastar 30 o 40 cuc en su ciudad. Pero en La Habana viven clientas que pueden pagar esos precios. En las peluquerías hay una variedad de opciones, para intentar complacer todos los bolsillos. Si ahora el Estado comienza a fiscalizar y controlar los insumos o pretende que se compren en Cuba, los precios se van a disparar, pues será mucho más caro conseguir cosméticos adecuados. Lo peor no es la intromisión estatal, si no que los trabajadores particulares estamos indefensos jurídicamente. Te imponen nuevas medidas y no existe una instancia legal donde quejarse. Es una pelea de león a mono, con el mono amarrado".

Desde que la semana pasada, Martí Noticias y la agencia Reuters, revelaron detalles sobre un paquete de medidas restrictivas al trabajo privado, las redes sociales se calentaron y dentro de los viejos taxis, que se han convertido en foros de debate, el descontento ha ido aumentando.

Una barbería en La Habana.

​¿Ricos de qué?

La nueva vuelta de rosca está siendo criticada abiertamente por el cubano de a pie. “La cogieron con los carretilleros y los agros particulares, y ahora tu caminas por los agromercados y están pelaos”, indica Roberto, jubilado, señalando con su mano los estante sucios y vacíos.

“¿Cuál va ser la solución, que el Estado retome el control de todo de nuevo? Eso no ha funcionado en sesenta años. A veces pienso que hay funcionarios del gobierno que son de la CIA. Son unos estúpidos. Si tú prohíbes lo que funciona más o menos bien, para implementar lo que nunca ha funcionado, regresa el caos. El asunto no es que los particulares vendan caro. El problema es que el Estado no paga los salarios que se necesitan. Claro, lo más fácil es cogerla con la parte más débil y ponerle un montón de limitaciones y desistan de su negocio o se tengan que matar trabajando pa’ ganar unos quilos”, opina Gladys, dependiente de una cafetería estatal.

Cuando usted charla con cualquier taxista de la capital notará el disgusto a flor de piel. “Es una mari.... grandísima de esta partía de viejos c.... . En el fondo lo que quieren es asfixiar al trabajo particular con el cuento que nos estamos haciendo ricos. ¿Ricos de qué?”, se pregunta Eduardo y él mismo responde:

“Tenemos que trabajar doce, trece y hasta catorce horas para buscar 400 o 500 pesos. La mitad del dinero se va en comida y cosas pa’ la casa. La otra, ahorrando, pa’ arreglar el carro cuando se rompe. Desde hace meses el gobierno está con el invento de meter en las cooperativas a los taxistas particulares y explotarlos como esclavos, igual que hacen con los taxis de cooperativas. La mayoría estamos en contra y no vamos a ceder. De buena tinta supe que aquéllos que sigan boteando por la libre se los van a quitar de encima con fiscalizaciones, multas e inspecciones severas al automóvil. Se sabe que la mitad de estos cacharros no debieran estar rodando. Al final lo que quieren es jodernos”.

Los únicos que se está haciendo ricos en Cuba son los que gobiernan

René, dueño de una flota de cinco autos y tres jeeps que alquila como taxis, dice que por personas que conoce en la ONAT se enteró que "a partir del mes de abril el gobierno nos va ir pa’arriba con todos los hierros. Se habla de que cada taxista tiene que ser dueño de su carro. No sé cómo terminará esta morcilla, pero buscaremos un atajo pa’ seguir en el invento. Es el Estado, que no es capaz de satisfacer las demandas del pueblo, el que obliga a hacer trampas para vivir como Dios manda. Los únicos que se está haciendo ricos en Cuba son los que gobiernan”.

Los carretilleros han sido a menudo acosados por el Estado

Las informaciones en la prensa extranjera, al no ser desmentidas por el régimen, han dado pie a una ola de rumores y especulaciones.

“A mí está cacería de brujas no me sorprende. La historia se repite. Desde siempre el gobierno, cuando observa el progreso del sector privado, coje las tijeras represivas y les corta las alas. El gordo descarado ese de Marino Murillo dijo que nosotros, los particulares, hemos provocado más perjuicios que beneficios. De tranca. Pagamos a nuestros empleados hasta diez veces más que los sueldos estatales y brindamos un mejor servicio a pesar de los altos impuestos, de que no nos permiten importar alimentos ni tenemos un mercado mayorista”, declara el dueño de una paladar.

Daniel, economista, considera que las futuras restricciones al trabajo privado es “una pésima estrategia. Ya lo han dicho en repetidas ocasiones otros colegas. Lo que se debe combatir es la pobreza, no a quienes generan riquezas. Si quieren eliminar las ilegalidades en el trabajo privado, el Estado debe brindar las opciones para que eso no suceda. Es el gobierno el que ha incumplido con ellos al no poder asegurar un mercado mayorista, no permitir que se asocien a empresas foráneas o importar directamente del exterior. En esta guerra pierde el pueblo. El único sector que crece en Cuba, es el privado. Emplean a medio millón de personas, que al tener mejores salarios, permite aumentar el consumo interno. Es decir, se compra más cantidad de aceite, ropa y electrodomésticos en las tiendas por divisas y un millón de personas hacen turismo en hoteles. Todo eso lo ha posibilitado el trabajo privado, no el estatal”.

En la calle, la gente se pregunta por qué a la autocracia militar (que se guía por las 'teorías científicas del comunismo'), le disgusta que un segmento de cubanos pueda prosperar por esfuerzo propio.

La respuesta parece elemental. Siempre será más fácil gobernar a un rebaño que dependa de un Estado autoritario que a reses sueltas en potreros abiertos y bien cuidados.