Lamentablemente, casi a diario, llegan a mis oídos cuentos truculentos de experiencias personales vividas por familiares, que atienden y cuidan los panteones y tumbas de sus ancestros en la necrópolis de Colón. Antiguamente este cementerio era atendido por las autoridades eclesiásticas, y hay que reconocer que toda su atención y organización funcionaban a las mil maravillas. Después del año cincuenta y nueve les fue arrebatada esta función por el nuevo gobierno: Entonces comenzó el deterioro.
Durante muchos años posteriores a la intervención, sus archivos continuaron brindando excelente función, gracias a un señor de avanzada edad y con un cúmulo de años de servicio en el lugar, que atendía con extrema amabilidad y eficacia a las personas que iban en busca de datos, sin importar la antigüedad de los mismos. Hace algunos años fui a solicitar un documento de mi padre, fallecido en 1949, ya no estaba este señor. La persona que me atendió, de mala gana, tuvo la osadía de decirme que en esa fecha no existían los tomos y los folios y que por lo tanto no podía buscar, porque no estaba registrado. Por más que insistí y le aclaré que desde la época de la colonia ya se registraban todos los fallecimientos, no quiso atenderme.
En una ocasión, hace unos cinco años, un día de las madres fui al panteón familiar a dejar flores, y casi desmayo al percatarme que el gran crucifijo de bronce que adornaba el panteón, faltaba. Evidentemente lo habían robado a golpe de cincel y martillo, pues una parte del mismo quedó incrustada en el granito. Reporté el robo y entregué fotos de antes y después y el entonces administrador, muy airado me dijo en mala forma, que en su mandato no habia habido robos. Yo le aclaré que el robo había sucedido ,en algún momento, durante esa misma semana. Nunca he tenido noticias de la supuesta investigación.
Recientemente una amiga, reconocida escritora y periodista, me expresó toda consternada, que había ido a hacer exhumación en el panteón de su familia y notó que faltaban las cabezas a los esqueletos de tres de sus familiares. Cuando fue a reclamar tuvieron la osadía de decirle que quizá se habían pulverizado en el tiempo. Igual sucedió a una vecina de mi barrio, de avanzada edad, que en una cola le contaba a mi esposo, que cuando fue a hacer exhumaciones para pasar los restos a los osarios, se percató que habían robado partes de los esqueletos de sus familiares. Que esto le había hecho perder el sueño.,
También otra señora me contó, que recientemente le falleció un familiar y que ella anteriormente, hace un par de años, hizo exhumaciones para pasar a los osarios y mantener el panteón vacío, previendo que todos ellos, los que quedan en Cuba, son muy mayores. Agrega que, cual no sería el impacto y la confusión creada, cuando al abrir el panteón, éste estaba ocupado por recientes enterramientos, que nada tenían que ver con su familia.
Todo esto parece indicar claramente, que existe un comercio negro y macabro, lo mismo con las osamentas que con los panteones: tumbas violadas para robar prendas y joyas a los muertos enterrados en la época de la República, esculturas y adornos de mármol y bronce, como el gran medallón a bajo relieve de Adolfo Luque en el panteón de los peloteros. Todo esto está sucediendo hace ya muchos años sin que las autoridades, al parecer, hayan hecho nada efectivo para remediarlo.
Por mi parte pienso que todos estos robos, hasta de objetos grandes, como las esculturas, no pueden haber salido sin que alguien de los que allí trabajan lo hubiera visto, ya que para sacar una simple jardinera y mandarla a reparar, debes presentar una copia de la propiedad de la tumba o el panteón, de lo contrario no te lo permiten.
También es muy obvio, pues a mí me sucedió, que si entras con cámara fotográfica y gorrita, inmediatamente un custodio te detiene el paso, para preguntarte si eres turista y si vas a fotografiar, porque entonces tienes que pagar en CUC. Cuando esto ocurrió, e insistí en que iba a hacer fotos al panteón familiar, finalmente me dejó pasar, con la advertencia de que solamente las hiciera al de mi familia.
Pienso que si tan alertas están para detectar a los turistas y cobrarles por la entrada y otros servicios, cómo es posible que no lo estén, cuando ven a alguien en actitud sospechosa abriendo tumbas y cargando con esculturas de mármol, cuando para todo esto hay que contar con determinadas herramientas y vehículos, a menos que esto se haga con la complicidad de “alguien de adentro”.
Nunca olvidaré el entierro de una vieja amiga mia, cuyo velatorio y salida del cortejo se extendió mucho más allá de la hora programada, debido a que del cementerio comunicaron a la funeraria que retrasaran la salida, porque la tapa del panteón estaba rajada y el Administrador, que era el único que podía autorizar un cambio de la misma, no había llegado. Estuvimos un grupo en la necrópolis esperando por más de tres horas, hasta que mi esposo, cansado de ir desde la puerta de entrada, donde esperábamos al carro fúnebre, hasta la puerta de salida, donde se suponía estaban las nuevas tapas, tuvo que llamar aparte a un trabajador y ofrecerle 20 CUC, para solucionar el problema, porque ya el triste acontecimiento se estaba convirtiendo en algo tremendamente desagradable y caótico. De inmediato apareció la tapa y se procedió a darle sepultura a nuestra amiga.
Todos estos hechos, que parecen sacados de un cuento de terror y misterio, son reales. Sería conveniente que las autoridades responsabilizadas con el cementerio de Colón, tomaran cartas en el asunto, para asegurar el descanso eterno de nuestros ancestros y preservar la riqueza de este camposanto, que en sus 126 años de existencia, posee un gran cúmulo de obras de arte y arquitectura sacras, repartidas en sus 500 000 metros cuadrados de extensión, siendo considerado como uno de los más importantes del mundo, y que ha sido declarado Monumento Nacional desde 1987.
Publicado en el blog Por el ojo de la aguja el 7 de octubre de 2012
Durante muchos años posteriores a la intervención, sus archivos continuaron brindando excelente función, gracias a un señor de avanzada edad y con un cúmulo de años de servicio en el lugar, que atendía con extrema amabilidad y eficacia a las personas que iban en busca de datos, sin importar la antigüedad de los mismos. Hace algunos años fui a solicitar un documento de mi padre, fallecido en 1949, ya no estaba este señor. La persona que me atendió, de mala gana, tuvo la osadía de decirme que en esa fecha no existían los tomos y los folios y que por lo tanto no podía buscar, porque no estaba registrado. Por más que insistí y le aclaré que desde la época de la colonia ya se registraban todos los fallecimientos, no quiso atenderme.
En una ocasión, hace unos cinco años, un día de las madres fui al panteón familiar a dejar flores, y casi desmayo al percatarme que el gran crucifijo de bronce que adornaba el panteón, faltaba. Evidentemente lo habían robado a golpe de cincel y martillo, pues una parte del mismo quedó incrustada en el granito. Reporté el robo y entregué fotos de antes y después y el entonces administrador, muy airado me dijo en mala forma, que en su mandato no habia habido robos. Yo le aclaré que el robo había sucedido ,en algún momento, durante esa misma semana. Nunca he tenido noticias de la supuesta investigación.
Recientemente una amiga, reconocida escritora y periodista, me expresó toda consternada, que había ido a hacer exhumación en el panteón de su familia y notó que faltaban las cabezas a los esqueletos de tres de sus familiares. Cuando fue a reclamar tuvieron la osadía de decirle que quizá se habían pulverizado en el tiempo. Igual sucedió a una vecina de mi barrio, de avanzada edad, que en una cola le contaba a mi esposo, que cuando fue a hacer exhumaciones para pasar los restos a los osarios, se percató que habían robado partes de los esqueletos de sus familiares. Que esto le había hecho perder el sueño.,
También otra señora me contó, que recientemente le falleció un familiar y que ella anteriormente, hace un par de años, hizo exhumaciones para pasar a los osarios y mantener el panteón vacío, previendo que todos ellos, los que quedan en Cuba, son muy mayores. Agrega que, cual no sería el impacto y la confusión creada, cuando al abrir el panteón, éste estaba ocupado por recientes enterramientos, que nada tenían que ver con su familia.
Todo esto parece indicar claramente, que existe un comercio negro y macabro, lo mismo con las osamentas que con los panteones: tumbas violadas para robar prendas y joyas a los muertos enterrados en la época de la República, esculturas y adornos de mármol y bronce, como el gran medallón a bajo relieve de Adolfo Luque en el panteón de los peloteros. Todo esto está sucediendo hace ya muchos años sin que las autoridades, al parecer, hayan hecho nada efectivo para remediarlo.
Por mi parte pienso que todos estos robos, hasta de objetos grandes, como las esculturas, no pueden haber salido sin que alguien de los que allí trabajan lo hubiera visto, ya que para sacar una simple jardinera y mandarla a reparar, debes presentar una copia de la propiedad de la tumba o el panteón, de lo contrario no te lo permiten.
También es muy obvio, pues a mí me sucedió, que si entras con cámara fotográfica y gorrita, inmediatamente un custodio te detiene el paso, para preguntarte si eres turista y si vas a fotografiar, porque entonces tienes que pagar en CUC. Cuando esto ocurrió, e insistí en que iba a hacer fotos al panteón familiar, finalmente me dejó pasar, con la advertencia de que solamente las hiciera al de mi familia.
Pienso que si tan alertas están para detectar a los turistas y cobrarles por la entrada y otros servicios, cómo es posible que no lo estén, cuando ven a alguien en actitud sospechosa abriendo tumbas y cargando con esculturas de mármol, cuando para todo esto hay que contar con determinadas herramientas y vehículos, a menos que esto se haga con la complicidad de “alguien de adentro”.
Nunca olvidaré el entierro de una vieja amiga mia, cuyo velatorio y salida del cortejo se extendió mucho más allá de la hora programada, debido a que del cementerio comunicaron a la funeraria que retrasaran la salida, porque la tapa del panteón estaba rajada y el Administrador, que era el único que podía autorizar un cambio de la misma, no había llegado. Estuvimos un grupo en la necrópolis esperando por más de tres horas, hasta que mi esposo, cansado de ir desde la puerta de entrada, donde esperábamos al carro fúnebre, hasta la puerta de salida, donde se suponía estaban las nuevas tapas, tuvo que llamar aparte a un trabajador y ofrecerle 20 CUC, para solucionar el problema, porque ya el triste acontecimiento se estaba convirtiendo en algo tremendamente desagradable y caótico. De inmediato apareció la tapa y se procedió a darle sepultura a nuestra amiga.
Todos estos hechos, que parecen sacados de un cuento de terror y misterio, son reales. Sería conveniente que las autoridades responsabilizadas con el cementerio de Colón, tomaran cartas en el asunto, para asegurar el descanso eterno de nuestros ancestros y preservar la riqueza de este camposanto, que en sus 126 años de existencia, posee un gran cúmulo de obras de arte y arquitectura sacras, repartidas en sus 500 000 metros cuadrados de extensión, siendo considerado como uno de los más importantes del mundo, y que ha sido declarado Monumento Nacional desde 1987.
Publicado en el blog Por el ojo de la aguja el 7 de octubre de 2012