A casi una semana del paso del huracán Irma, residentes en localidades de la zona costera del norte de Cuba expresaron a Martí Noticias el sentimiento de desamparo que los invade por el agravamiento de la escasez que ya padecían, y la nula gestión del gobierno para ayudarlos a recuperarse.
El hambre, la falta de agua potable y electricidad, y la imposibilidad de buscar alternativas en un entorno donde la mirada gubernametal solo ha sido para "evaluar daños", colma de deseperanza infinita a los pobladores de las localidades costeras de Nuevitas, en Camagüey; Morón, en Ciego de Ávila; Caibarién, en Villa Clara, y Guanabo, al Este de La Habana.
María Teresa, residente en Nuevitas, una zona costera severamente afectada por Irma, califica de compleja la situación que los pobladores de esa localidad, los de la playa de Santa Lucía, y el caserío de Camalote, enfrentan ahora.
“Muchas instalaciones sin techo, otras totalmente destruidas, y cerca del mar no quedó ni una casa, casi nada”, asegura la mujer.
Nuevitas sufre aún de un apagón generalizado, y desabastecimiento de alimentos y agua potable.
No han puesto el servicio, y solo el que acumuló un poco de agua se remedia, pero los demás "andan como locos tratando de conseguirla”, aseguró.
En esas localidades costeras "casi nadie tiene como hervir el agua" por la falta de combustible para cocinar, y las autoridades "no han entregado pastillas" de hidroclorito para potabilizarla, explicó María Teresa.
"Alimentos no hay. El primer día vendieron alguna comida y la gente se aglomeró, hubo peleas para comprarlas, enseguida cerraron los pocos lugares y no han vendido nada más”, dijo.
Las ayudas, ni las estatales ni las de organismos internacionales, no han llegado aún a la región, y "nadie del gobierno ha pasado por el pueblo para ver los daños, ni se han ocupado de los afectados", subrayó.
En medio de la devastación, la única información de la que disponen los pobladores es la que ofrece la televisión estatal, pero solo acceden a ella "los pocos que ya tienen electricidad en las casas", se lamenta la mujer, y critica el hecho de que en los noticieros solo presentan lo que ocurrió en la capital.
“Pareciera que al gobierno lo único que le importa es La Habana, y nosotros acá sabemos mejor lo que paso allí que lo que ocurrió esta zona, dijo la mujer, preocupada por su hermana y la mayoría de los lugareños que sufrieron severas afectaciones en sus viviendas, y no saben a quién acudir en busca de ayuda.
En Morón, al Norte de Ciego de Ávila, a la destrucción de las casas se suma la suciedad y los escombros en las calles, dijo a Martí Noticias Yoandri Casola, colaborador de la Agencia de Prensa Libre Avileña.
Dijo que su vivienda sufrió severos daños y estaba este jueves recomponiéndola “como se pueda”, pero reconoce que allí todos están "muy afectados por el desastre, la falta de comida y la incapacidad del gobierno para ayudarlos" a recomponer sus vidas.
Casola advierte que la gente está angustiada, se aglomera en los mercados para comprar alimentos que enseguida se acaban, puesto que hay poco en los mercados.
La mayor parte del poblado de Morón no tiene electricidad, y aunque el servicio de agua ya fue restablecido nadie tiene como hervirla, ni echarle tabletas purificadoras, precisó.
Para el reportero, "si mal la pasan en Morón, peor es en la zona costera de Punta Alegre, donde los embates del ciclón no dejaron nada”.
Las autoridades han pasado por los barrios, pero solo para “evaluar los daños”. Nada han dicho sobre las ayudas, y "nadie espera que haya compensación", precisó.
Casola advierte que la desesperanza es lo que prima en una población acostumbrada a la desidia del gobierno.
Han sentido los embates de otros ciclones, y el Estado nunca se ocupó de sus problemas, ni de ayudarlos a buscar soluciones, y en la gente "las esperanzas se murieron, no existen", concluyó.
En Caibarién, la población enfrenta “lo peor”, dice el activista Carlos Michael Morales, quien considera que tantas carencias terminan por agobiar a la gente.
“Estamos mal, la gente está ansiosa, nadie tiene agua ni comida. No hay ni pan de la cuota en las bodegas, el único que están vendiendo es en los mercados paralelos, pero a cuatro pesos la barra grande, y enseguida se acaba”, aseguró.
A ese panorama de escasez se une la falta de electricidad en casi todo el pueblo, y la suciedad en las calles, donde aún este jueves no habían recogido los escombros ni los árboles caídos, que pueden contribuir a la proliferación de vectores y enfermedades contagiosas.
La recuperación es muy lenta.
"La empresa eléctrica no ha salido ni a las calles a ver los daños, no saben cuántos postes eléctricos se han caído y, desde luego, ni se sabe en qué momento los empezarán a arreglar”, aseguró el activista.
A juicio de Morales, tampoco las autoridades responden con eficiencia a la gente, y la única respuesta que han dado es que “la ciudad esta militarizada”.
En Guanabo, al Este de La Habana, la penetración del mar arrasó con las calles cercanas a la playa, precisó la sindicalista independiente María Elena Mir Marrero.
A su juicio, el gobierno se ha desentendido de todo, y ni se preocupa por “al menos llevar pipas con agua para la población, y aquí esto es para llorar”.
En todo el pueblo costero “no hay absolutamente nada, y a eso se le suma la falta de electricidad”, agregó la mujer, que insiste en que con la poca gestión de las autoridades “nadie sabe lo que va a pasar en el futuro”.
Mir Marrero asegura que tras el paso de Irma parece que allí, “en lugar de un ciclón, cayó una bomba”.
(Con la colaboración de Ivette Pacheco)