En el año 2013 una noticia trascendió a los medios de comunicación. Con un mensaje en una servilleta que decía: "Lo siento, ya no estoy enamorado de ti. No me busques" un cubano se despedía de su novia nada más aterrizar en el aeropuerto de Ontario (Canadá). La mujer acababa de regresar a su país con el que creía que iba a ser su pareja, pero resultó ser uno más de los cientos de cubanos que utilizan el falso enamoramiento de extranjeros para salir del país.
El diario Tampa Bay Times recoge en un artículo el testimonio de uno de los pocos detectives especializados en detectar este tipo de casos, que cada vez son más comunes y afectan también a los ciudadanos estadounidenses. Su nombre es Fernando Álvarez y, aunque no publicita su negocio, dispone de oficinas en lugares como Beverly Hills (California) o Coral Gables (Florida), y presume de ser el único en Estados Unidos que cuenta con espías en Cuba capaces de detectar infidelidades o "falsos amores".
Según cuenta en esta web, "una gran cantidad de extranjeros van a Cuba y se enamoran, pero cuando empiezan a valorar lo que supone llevar su novia o novio fuera del país, comienzan a sospechar que las cosas podrían no ser lo que parecen". Por eso –dice Álvarez– "nos contratan para comprobar si es cierto".
El trabajo de detective no es legal en Cuba, pero sus hombres se arriesgan a ser sancionados con tal de ganar entre $100 y $200 que perciben por día. Sus tareas consisten en hacer vigilancia a supuestos amantes y elaborar informes a base de explicaciones sobre la agenda de las personas en observación y fotografías de los mismos. Una labor que les suele llevar por discotecas, restaurantes y, a menudo, a los lujosos resorts de la costa.
Es tal el aumento de turistas, sobre todo de Estados Unidos, que la demanda de este servicio está creciendo en Cuba para ver si los romances que nacen en las playas son verdad o simplemente una excusa para abandonar el país legalmente y con ciertos recursos económicos.
La situación es tan grave que hasta "algunos hombres cubanos animan a sus novias para que se casen con un extranjero para poder salir", cuenta este detective desde su oficina en Florida.
Salir de Cuba o simplemente una mejor vida
Las víctimas de estos estafadores no se ajustan a un mismo perfil según este detective, "pero los hombres mayores y las extranjeras de mediana edad solitarias suelen ser sus principales objetivos". Algunas buscan un hombre rico al que puedan embaucar y garantizarse una buena vida; mientras otros sólo esperan salir de Cuba para, una vez fuera, decirles que sus sentimientos han cambiado y huir.
Una cuarta parte de las 700 visas otorgadas por Canadá a cubanos están vinculadas a este tipo de casos
Para Canadá, que envía cerca de 1 millón de turistas a Cuba cada año, esto supone un problema del que han tomado nota las autoridades. Y los funcionarios de inmigración han puesto en marcha campañas advirtiendo sobre estos "matrimonios de conveniencia".
Como dato representativo, un informe del Gobierno de Canadá en 2010 determinó que una cuarta parte de las 700 visas emitidas al año a los cubanos en La Habana estaban vinculadas a este tipo de casos.
El tipo de clientes que contratan los servicios de estos detectives para averiguar si estos amores son verdaderos es variado. Por un lado están los que desean saber si sus amantes son reales o si llevan una doble vida; por otro, las esposas de hombres de negocios extranjeros que viajan a Cuba y sospechan de una infidelidad. También están los que quieren asegurarse de que los ex de sus nuevas parejas son en realidad eso y no parte de una trama para salir de Cuba y luego reencontrarse.
Pero toda investigación que realizan ha de hacerse con cuidado, ya que su trabajo está dentro de los 200 tipos de negocios prohibidos por el Gobierno cubano. Mantenerse alejados de cualquier cosa que les vincule con los jueces o la política es esencial en su trabajo, dice Álvarez cuando describe lo que hacen.
También se preocupan de otros aspectos, por ejemplo de que todas las fotos que obtienen sean tomadas en lugares públicos para evitar cualquier tipo de problema. "Nuestros métodos están en pleno cumplimiento de la legislación cubana" dice el responsable de la agencia, quien también asegura que la mayoría de sus clientes contactan con él en Estados Unidos y se encarga de trasladar el caso a los investigadores cubanos.
"Sabemos que tenemos el riesgo de ser descubiertos", cuenta. Pero, a cambio, la recompensa es grande: "El trabajo se paga bien, es relativamente fácil de hacer y siempre es interesante". Y, según las expectativas, precisamente trabajo no les faltará en el futuro.
El año pasado, unas 400.000 personas viajaron desde Estados Unidos a Cuba; entre ellos, 100.000 ciudadanos norteamericanos. Con la flexibilización de los requisitos para viajar después de la normalización de relaciones entre ambos países, esa cifra se puede multiplicar.