Un reportaje del diario The Daily Telegraph sobre la finca La Guabina, situada a unos 10 kilómetros de la occidental ciudad de Pinar del Río en Cuba, aparece significativamente en la sección Lujo del matutino británico.
Como anuncia la web turística cubatravelnetwork.com, La Guabina está enmarcada en un tranquilo ambiente de montañas, valles, y un embalse. La nota invita a combinar el descanso con actividades físicas como caminatas, paseos en coche y en bote, y sobre todo cabalgatas.
Y es que si bien hay cría de conejos y de gallos de lidia, su actividad más emblemática "es la crianza y mejoramiento genético de los caballos Pinto Cubano [de pelo castaño con pintas blancas] y Apaloosa [de pelaje blanquinegro pecoso]".
El reportaje del Telegraph se basa en una excursión organizada por la agencia de viajes británica Wild Frontiers. Aclaremos que se trata de viajes ”con estilo y personalizados a algunos de los países más interesantes del mundo”. Si interesantes son los grandes contrastes, Cuba debe ser uno de ellos.
La agencia está anunciando uno similar al del reportaje del Telegraph para abril del 2014. El precio: 2.995 libras esterlinas, o 4.846 dólares. Y no incluye otros 1.300 dólares por el billete aéreo. El total representa 323 salarios medios mensuales cubanos.
Una de las bonificaciones del tour es que los viajeros van acompañados por un especialista en caballos, el jockey británico Richard Dunwoody, dos veces ganador del derby Grand National. Los que pudieron pagar el programa reseñado en el Telegraph parecen personajes de Agatha Christie: un ruso blanco y un judío ruso; un cirujano oftálmico americano; una renombrada arpista inglesa....
La idea original de los turistas era acampar en la Sierra de Guaniguanico. Pero rápidamente fueron disuadidos, aduciendo inseguridad, para que se hospedaran en las espaciosas habitaciones con aire acondicionado de la finca.
LA FINCA
La descripción de las cenas en el rancho indica que la cocina cubana no ha muerto, al menos para los extranjeros: cabrito, pollo, cerdo y carne de res servidos con aceitunas y pasas, y aromatizados con naranja agria y limón. Las frutas, también abundantes: papaya, piña, guayaba…
En el establo encontraron los caballos, cerca de 200; y de ellos, 40 de los linajes antes mencionados. El autor del reportaje los describe como fuertes y musculosos, más bien criados para trabajar que para lucir hermosos.
Cabalgando desde La Guabina los visitantes pudieron recorrer senderos boscosos y de montaña, los prados alrededor del lago, playas arenosas frente al Golfo de México y otras bucólicas vistas como los mogotes del Valle de Viñales, vegas y casas de tabaco vueltabajeras, colibríes y tocororos, y la nostálgica escena --típica del siglo XIX-- de los bueyes cebú arando la tierra.
Debe haber pasado inadvertido para ellos que las peleas de gallos que tienen lugar cada domingo en la valla de La Guabina han estado prohibidas por décadas para el cubano común, como también las carreras de caballos. Otro planeta dentro de Cuba, inalcanzable para los cubanos.
ATISBOS DE REALIDAD
Sin embargo, algunos detalles de la vida real no se les escaparon. Por ejemplo, los vaqueros cubanos (monteros se les llama en la isla) son tan hábiles montando y enlazando como los cowboys de las Montañas Rocosas. Pero nada de botas de cuero pespunteadas ni elegantes sombreros tejanos: camisetas y botas de goma.
El guía cubano, “Gume”, les proporcionó otra ventana a la vida en la isla: “Enciclopédico”, lo describe el autor, y también políglota, tras estudiar 5 años en Dresden, Alemania. “Su trabajo en el turismo le proporciona entradas jugosas” en un país donde ”un cirujano gana más en una mañana alternando como taxista que ejerciendo por un mes su especialidad médica”.
Sin embargo, la única propiedad importante de “Gume” es un Buick Belvedere rojiblanco de 1956, que a veces necesita que lo empujen para que arranque.
El reportero del Telegraph narra que Gume estaba particularmente ansioso cuando fue a despedirse de los vacacionistas, debido a que tenía una cita en la Sección de Intereses de EE.UU. Había solicitado una visa para ir a visitar en Miami a dos hermanas a las que no había visto en 25 años.
Poco antes de terminar instando al lector a ver a Cuba como es ahora, y no después que empiecen a llegar al puerto de La Habana cruceros de 2.000 cabinas cargados de turistas americanos, el enviado del Daily Telegraph hace esta observación:
“Ante las privaciones, las excesivas regulaciones y la necesidad de crear ingeniosos trucos para vencer al sistema, los cubanos mantienen su optimismo. En parte debido a su relación simbiótica con Estados Unidos, el vecino al que aman por el estilo de vida que anhelan, y al que desprecian por el embargo que les impide disfrutarlo ”.
Me pregunto: ¿acaso les impidió el embargo a los turistas de Wild Frontiers disfrutar de ese estilo de vida en Cuba?
Como anuncia la web turística cubatravelnetwork.com, La Guabina está enmarcada en un tranquilo ambiente de montañas, valles, y un embalse. La nota invita a combinar el descanso con actividades físicas como caminatas, paseos en coche y en bote, y sobre todo cabalgatas.
Y es que si bien hay cría de conejos y de gallos de lidia, su actividad más emblemática "es la crianza y mejoramiento genético de los caballos Pinto Cubano [de pelo castaño con pintas blancas] y Apaloosa [de pelaje blanquinegro pecoso]".
El reportaje del Telegraph se basa en una excursión organizada por la agencia de viajes británica Wild Frontiers. Aclaremos que se trata de viajes ”con estilo y personalizados a algunos de los países más interesantes del mundo”. Si interesantes son los grandes contrastes, Cuba debe ser uno de ellos.
La agencia está anunciando uno similar al del reportaje del Telegraph para abril del 2014. El precio: 2.995 libras esterlinas, o 4.846 dólares. Y no incluye otros 1.300 dólares por el billete aéreo. El total representa 323 salarios medios mensuales cubanos.
Una de las bonificaciones del tour es que los viajeros van acompañados por un especialista en caballos, el jockey británico Richard Dunwoody, dos veces ganador del derby Grand National. Los que pudieron pagar el programa reseñado en el Telegraph parecen personajes de Agatha Christie: un ruso blanco y un judío ruso; un cirujano oftálmico americano; una renombrada arpista inglesa....
La idea original de los turistas era acampar en la Sierra de Guaniguanico. Pero rápidamente fueron disuadidos, aduciendo inseguridad, para que se hospedaran en las espaciosas habitaciones con aire acondicionado de la finca.
LA FINCA
La descripción de las cenas en el rancho indica que la cocina cubana no ha muerto, al menos para los extranjeros: cabrito, pollo, cerdo y carne de res servidos con aceitunas y pasas, y aromatizados con naranja agria y limón. Las frutas, también abundantes: papaya, piña, guayaba…
En el establo encontraron los caballos, cerca de 200; y de ellos, 40 de los linajes antes mencionados. El autor del reportaje los describe como fuertes y musculosos, más bien criados para trabajar que para lucir hermosos.
Cabalgando desde La Guabina los visitantes pudieron recorrer senderos boscosos y de montaña, los prados alrededor del lago, playas arenosas frente al Golfo de México y otras bucólicas vistas como los mogotes del Valle de Viñales, vegas y casas de tabaco vueltabajeras, colibríes y tocororos, y la nostálgica escena --típica del siglo XIX-- de los bueyes cebú arando la tierra.
Debe haber pasado inadvertido para ellos que las peleas de gallos que tienen lugar cada domingo en la valla de La Guabina han estado prohibidas por décadas para el cubano común, como también las carreras de caballos. Otro planeta dentro de Cuba, inalcanzable para los cubanos.
ATISBOS DE REALIDAD
Sin embargo, algunos detalles de la vida real no se les escaparon. Por ejemplo, los vaqueros cubanos (monteros se les llama en la isla) son tan hábiles montando y enlazando como los cowboys de las Montañas Rocosas. Pero nada de botas de cuero pespunteadas ni elegantes sombreros tejanos: camisetas y botas de goma.
El guía cubano, “Gume”, les proporcionó otra ventana a la vida en la isla: “Enciclopédico”, lo describe el autor, y también políglota, tras estudiar 5 años en Dresden, Alemania. “Su trabajo en el turismo le proporciona entradas jugosas” en un país donde ”un cirujano gana más en una mañana alternando como taxista que ejerciendo por un mes su especialidad médica”.
Sin embargo, la única propiedad importante de “Gume” es un Buick Belvedere rojiblanco de 1956, que a veces necesita que lo empujen para que arranque.
El reportero del Telegraph narra que Gume estaba particularmente ansioso cuando fue a despedirse de los vacacionistas, debido a que tenía una cita en la Sección de Intereses de EE.UU. Había solicitado una visa para ir a visitar en Miami a dos hermanas a las que no había visto en 25 años.
Poco antes de terminar instando al lector a ver a Cuba como es ahora, y no después que empiecen a llegar al puerto de La Habana cruceros de 2.000 cabinas cargados de turistas americanos, el enviado del Daily Telegraph hace esta observación:
“Ante las privaciones, las excesivas regulaciones y la necesidad de crear ingeniosos trucos para vencer al sistema, los cubanos mantienen su optimismo. En parte debido a su relación simbiótica con Estados Unidos, el vecino al que aman por el estilo de vida que anhelan, y al que desprecian por el embargo que les impide disfrutarlo ”.
Me pregunto: ¿acaso les impidió el embargo a los turistas de Wild Frontiers disfrutar de ese estilo de vida en Cuba?