Por tercer domingo consecutivo, el diario The New York Times lleva a sus páginas editoriales el tema de Cuba. En esta ocasiones hacen referencia a la cantidad de políticas que tanto a nivel nacional como local, en referencia al sur de la Florida, llaman al embargo "una política fallida". Hacen un recuento de cuando en "tiempos pasados, no muy lejanos, todo candidato político creíble haciendo campaña en Florida para elecciones estatales o nacionales obligatoriamente debía recitar denuncias contra el gobierno cubano y proclamar su fe en que el embargo a la isla finalmente sacaría a los Castro del poder" y el embargo "representó un símbolo de desafío, más credo que política".
El diario afirma que ya esa situación "ha cambiado drásticamente en los últimos años" y un número creciente de cubanoamericanos están "a favor de fomentar lazos estrechos con la isla". Entre los que apoyan esa política, según el rotativo están "muchos empresarios cubanoamericanos" que antes defendían el embargo y asegura que "el lobby pro-embargo, hoy en día, recauda una fracción de los fondos que colectaba en años anteriores" y en la Casa Blanca reciban hoy día mucha correspondia "a favor de reanudar la relación".
The New York Times afirma que "asesores del presidente están considerando cuánto progreso pueden lograr al ampliar lazos con Cuba, una aspiración que Obama ha tenido hace mucho tiempo". Recuerda el diario que Obama, siendo candidato al Senado en el 2004, estuvo "a favor de abolir el embargo". Y el editoral reconoce que "cualquier giro significativo en política exterior respecto a Cuba sería riesgoso", pero a la larga tolerable por la comunidad cubanoamericana.
Toman el ejemplo de Charlie Crist, quien dijo durante la campaña para gobernador de la Florida que "estaba dispuesto a viajar a Cuba" pero desistio de la idea posteriormente aunque considera que "el embargo es una política obsoleta que debe ser abandonada". Exponen las declaraciones de Hillary Clinton, quien escribió y dijo en entrevista que "está a favor de terminar el embargo, llamándolo una estrategia fallida que le ha dado legitimidad a los Castro".
En el estado de la Florida toman como ejemplo el viaje a Cuba de Kathy Castor, representante federal demócrata por Tampa, quien pidió el levantamiento de las sanciones a Cuba. Y en Miami hacen referencia al congresista Joe García, primer cubanoamericano del partido demócrata electo al Congreso. En diario destaca que "aunque apoya el embargo, García tiene diferencias significativas respecto a las posiciones de otros congresistas del sur de Florida".
A los que apoyan la política del embargo en el legislativo, The New York Times los califica como "pequeño pero apasionado grupo de legisladores de ascendencia cubana" en referencia a Bob Menéndez, Marco Rubio, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart. Sin hacer mención al senador Ted Cruz, republicano por Texas y al representante demócrata por New Jersey Albio Cires.
El diario recuerda la alocución de Menéndez el pasado mes de abril, durante la crisis por la invasión rusa a Ucrania que "Washington debía tomar nota de los abusos de un “estado policial estalinista” a 90 millas de Estados Unidos" y "advirtió que ampliar oportunidades de viaje a Cuba empodera a un estado déspota". Y asegura el rotativo que en la Casa Blanca temen que el senador use su cargo de presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, para frenar las de candidatos a cargos federales si Obama decide flexiblizar el embargo. También argumenta The New York Times que el legislador por New Jersey "cree que el servicio de inteligencia de la isla intentó destruir su carrera, al difundir en los medios una noticia falsa implicando al senador de haber tenido relaciones sexuales con prostitutas menores de edad en República Dominicana".
En el editorial se critican declaraciones de Ileana Ros-Lethinen por el viaje a la isla de prominentes figuras del entretenimiento en EE UU como Beyonce y su esposo Jay-Z; y afirma el periódico de La Gran Manzana que el tema del embargo "es visceralmente personal, ya que evoca sentimientos de ancestro, patria y pérdida" y termina diciendo que la política exterior de EE UU no puede seguir anclada "en un curso errado que ha generado tensión en las relaciones de Washington con sus vecinos, ha inhibido el comercio con la isla y le ha proporcionado al gobierno cubano una excusa para justificar sus fallas".