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"¡No más oxígeno a la dictadura!", exigen artistas y activistas cubanos


El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel junto al general Raúl Castro presiden el desfile del 1ro de Mayo en la plaza cívica José Martí, de La Habana. ( AP/Ramón Espinosa)
El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel junto al general Raúl Castro presiden el desfile del 1ro de Mayo en la plaza cívica José Martí, de La Habana. ( AP/Ramón Espinosa)

"Por un cambio real en Cuba: ¡No más oxígeno a la dictadura!", se titula una petición que han lanzado artistas y activistas cubanos en la plataforma Change.org.

La curadora de arte Anamely Ramos González; la editora y activista de Justicia 11J, Salomé García Bacallao; el activista del proyecto Yucabyte, Norges Rodríguez; el opositor exiliado, Esteban Rodríguez, el activista Albert Fonseca, la activista Betty Gerra Perdomo, el activista Pedro López Mesa, la periodista Camila Acosta Rodríguez, el escritor Ángel Santiesteban Prats, las curadoras de Arte, Carolina Barrero y Claudia Genlui Hidalgo, el rapero Eliexer Márquez Duany (El Funky), el activista Luis Alberto Mariño Fernández, la artista Camila Ramírez Lobón, la escritora Katherine Bisquet, la activista Saily González Velázquez, la cineasta Yaima Pardo La Red, la opositora Iliana Hernández Cardosa, y los proyectos CubaSpaces y la Asociación Cubano-Vasca Demokrazia Kubarentzat, entre otros, han firmado la petición que alerta que "dar dinero a la dictadura ahora mismo es sumamente irresponsable."

Los firmantes, autodenominados como nueva generación de la disidencia, alertan de los intereses ocultos de quienes abogan por un acercamiento entre Washington y La Habana y aseguran que un deshielo con Estados Unidos solo alargará la agonía del pueblo cubano y los perpetuará a ellos en el poder.

La petición considera que las sanciones coordinadas a nivel internacional pueden ayudar al pueblo de Cuba a librarse de sus opresores.

El martes, Estados Unidos anunció que continúa comunicándose con el gobierno de Cuba con respecto a las consecuencias humanitarias y ambientales en evolución, tanto del huracán Ian como del incendio del 5 de agosto en Matanzas. Un vocero del Departamento de Estado, en un correo electrónico a Radio Televisión Martí, señaló, sin añadir detalles, que la administración del presidente Joe Biden está evaluando las formas en que puede continuar apoyando al pueblo cubano, de conformidad con las leyes y reglamentos de los Estados Unidos.

El pedido, respaldado por cientos de firmantes, recuerda que "recientemente la prensa norteamericana ha dado realce al pedido de ayuda que Cuba ha hecho a Estados Unidos" y afirma que es necesario que esta solicitud no sea vista como gesto de buena voluntad de Cuba, sino como "la desesperada acción de la dictadura para perpetuarse, una dictadura que tal vez esté ensayando formas menos soberbias hacia afuera, pero que hacia adentro muestra en este minuto su cara más cruel e irracional. Ayudar al régimen de La Habana seria como ayudar al régimen de Putin, ni más ni menos".

A continuación reproducimos la declaración

Por un cambio real en Cuba: ¡No más oxígeno a la dictadura!

Los cubanos vuelven a tomar las calles para exigir sus derechos. Desde el estallido social del 11 de julio del 2021, la ciudadanía es consciente de la efectividad que tiene este método de manifestación pública para reclamarles a los funcionarios del gobierno demandas concretas, de las que no queda exceptuada la demanda fundamental de libertad. Eso queremos dejarlo claro: el pueblo de Cuba sabe cuál es el origen de sus males, sabe que para tener una vida digna y a largo plazo hay que sacar al régimen totalitario que lleva más de 63 años en el poder y construir todo de nuevo. Los catalizadores de las protestas en cada caso pueden ser diversos, pero hay que verlas todas como un proceso de rebelión constante que prende y se apaga, solo aparentemente, por la represión que no cesa.

La Dictadura tiene un sistema represivo que se ha perfeccionado por décadas y al que dedican mucho del dinero que entra al país. Las hileras de patrullas que se han visto en las calles estos días muestran la militarización extrema de las ciudades cubanas y los recursos que se destinan a ello, lo que echa por tierra esa imagen lastimera que el régimen quiere vender al mundo para recaudar fondos.

Lo peor han sido los cortes de internet en el país completo por dos noches consecutivas, como mismo hicieron el 11 de julio. Algo tan represivo que impide la exposición de imágenes y vídeos en tiempo real de lo que sucede en los momentos climáticos de las protestas. A los que dicen que los cortes de internet no son suficiente indicador de represión, los animamos a que interpreten la realidad cubana como un todo, que incluye los más de 1000 presos políticos, entre ellos menores de edad, y el miedo de la gente a engrosar esa lista en cualquier momento, la inseguridad de las cárceles cubanas (un país que tiene una población penal per cápita de las más altas del mundo) donde se han documentado para Naciones Unidas numerosos casos de tortura, donde el sistema judicial (como todas las instituciones) está supeditado a la Seguridad del Estado, donde pueden detenerte arbitrariamente y devolverte al otro día o pasar más de un año en prisión sin juicio, donde incluso pueden aplicarte una prisión domiciliaria por meses sin que lo justifique ningún documento legal. No se puede banalizar estos cortes de internet ahora, o las desapariciones forzadas que se han reportado, ya que lo que se manifiesta es una violencia de Estado sistemática orientada a silenciar a la ciudadanía e imponerse por el terror. En este escenario los cortes de internet son la garantía que podrán reprimir impunemente a puertas cerradas. El gobierno cubano le está suprimiendo al pueblo la única plaza pública virtual que este tiene para manifestarse, para hablar, para reportar, para defenderse, para protegerse, para ejercer la Democracia que no tiene Cuba en la vida real.

Por la urgencia, hemos relatado brevemente la situación de la represión, pero pudiéramos hacer una lista igual de larga que prueba la corrupción del sistema y su ineficiente gestión económica. Y la causa no es el embargo, que es la carta de presentación con la que la dictadura cubana se presenta ante el mundo –un embargo que además permite desde 1992 la entrada al país de medicinas y alimentos–.

Sostenemos que las sanciones son necesarias cuando se trata con un régimen totalitario que ha militarizado también la economía y que impone la violación de los derechos humanos en cada negociación comercial. Ojalá el mundo sancionara a la Dictadura de manera coordinada, sería una forma concreta y con miras a largo plazo de ayudar al pueblo de Cuba a librarse de sus opresores.

Esta visión de conjunto es la que estamos demandando de las organizaciones internacionales, de los gobiernos democráticos y también de la prensa. Especialmente interpelamos a las agencias de prensa extranjera que aún están en Cuba para que salgan a la calle a cubrir las protestas y la represión, para que denuncien los intentos de coacción y las distintas vías por las que el régimen cubano bloquea su trabajo. Recientemente la prensa norteamericana ha dado realce al pedido de ayuda que Cuba ha hecho a Estados Unidos. Más allá del sensacionalismo que produce que la "intransigente" Cuba pida ayuda a su supuesto enemigo histórico, hacemos un llamado a comprender esta solicitud no como gesto de buena voluntad, sino como la desesperada acción de la dictadura para perpetuarse, una dictadura que tal vez esté ensayando formas menos soberbias hacia afuera, pero que hacia adentro muestra en este minuto su cara más cruel e irracional. Ayudar al régimen de La Habana seria como ayudar al régimen de Putin, ni más ni menos.

Insistimos que dar dinero a la dictadura ahora mismo es sumamente irresponsable. Es entregar recursos a un sistema que ni siquiera puede ser transparente con los datos de las víctimas generadas por su propia ineficiencia, como sucedió con los jóvenes muertos en el incendio de los supertanqueros de Matanzas. Rechazamos la agenda de aquellas organizaciones lobistas que se han convertido en cazadoras de desgracias en Cuba, encubriendo sus intereses pro engagement (con motivaciones económicas concretas) con supuestas intenciones humanitarias cuando ni siquiera se comunican con las organizaciones de la sociedad civil cubana, ni tienen entre sus prioridades la denuncia de las violaciones de derechos humanos en Cuba.

Como Ciudadanos Cubanos y Sociedad Civil Cubana, declaramos que no estamos de acuerdo con ningún tipo de oxigenación a la Dictadura cubana. Que entendemos, y podemos demostrar con datos y reflexiones, que un deshielo con Estados Unidos solo alargará la agonía del pueblo cubano y los perpetuará a ellos en el poder. De hecho, esos argumentos son lo que hemos llevado a los políticos norteamericanos, y también europeos, cada vez que hemos tenido la oportunidad y en casi todos los casos hemos advertido una tendencia a desoír o minimizar lo que exponemos, no solo desde el saber, sino desde la experiencia personal. En consecuencia, rechazamos que utilicen nuestro capital simbólico, como nueva generación de la disidencia, para avalar ningún acercamiento que pueda producirse en la sombra, desatendiendo la naturaleza totalitaria del régimen cubano y obviando a la Sociedad Civil Cubana. Lo único que podrían negociar es su salida inmediata del poder y nunca de espaldas a la ciudadanía.

Ayudar al régimen cubano no es ayudar al pueblo cubano. Ayudar al régimen cubano es ayudar a una dictadura a amordazar más al pueblo y a continuar expandiendo la violación de derechos humanos incluso fuera de sus fronteras. La Democracia en Cuba no podrá construirse con la dictadura en el poder. Para reconstruir nuestra nación necesitamos que el cambio sea real y sistémico. Y allí sí podremos reconstruir no solo el sistema eléctrico, sino toda la infraestructura y también las instituciones y el tejido social.

Puede parecer más lento pero será definitivo. Lenta ha sido esta larga noche de la Democracia en Cuba. Pero no será eterna.

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