Un editorial del periódico The Washington Post cuestiona este martes el reciente hábito de Estados Unidos de dar participación a Cuba en su entorno militar de lucha contra delitos comunes en el continente, como el narcotráfico y el tráfico de personas.
El Post hace un recuento de la presencia de varios funcionarios cubanos en una base aérea en Cayo Hueso, en abril pasado, como invitados del comando militar estadounidense para América Latina, y recuerda que algunos de ellos desempeñan un papel destacado en la represión a los activistas de derechos humanos en la isla, como es el caso de Idael Fumero Valdés, jede de Investigaciones de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
Sobre el subdirector de la división de América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores, Gustavo Machín Gómez, quien encabezó la delegación cubana en la reunión de Cayo Hueso, el Post recordó su expulsión de EEUU en noviembre del 2002, por actividades de espionaje.
El editorial señala que, al parecer, la Administración Obama tenía una agenda más amplia en mente cuando aceptó por primera vez la participación de La Habana en la XIV Conferencia de Seguridad del Caribe, auspiciada por el Comando Sur de Estados Unidos, que tuvo lugar en enero pasado en Kingston, Jamaica.
El diario estadounidense afirma que los militares latinoamericanos valoran la legitimidad que viene acompañada con los lazos con sus homólogos estadounidenses, y alaba el logro de la política exterior de Washington hacia América Latina de condicionar la cooperación y la asistencia militar al respeto al estado de derecho y los derechos humanos.
Según el Post, normalizar los lazos militares entre Estados Unidos y Cuba con la excusa de combatir las drogas y otras amenazas comunes implica que el poder de los civiles ya no es tan importante, y que los militares en Cuba son moralmente equivalentes a sus homólogos del continente, cuando en realidad son cómplices de la represión política y la corrupción.
Por último, el editorial subraya que una legislación pendiente en el Congreso de EEUU podría bloquear la completa normalización de las relaciones militares con Cuba hasta que en la isla se democratice. Mientras, Washington no debería -advierte el Post- comprometerse en una relación con los opresores del régimen castrista.