Con la prisión y el parto a las puertas, una opositora cubana solo piensa en sus hijos

  • Lizandra Díaz Blanco

Yamilka Abascal y Rolando Casares con una de las hijas del matrimonio.

Dos palabras tienen el poder de separar durante años a esta joven madre de su esposo e hijos: “¡Abajo Fidel!"

Yamilka espera dar a luz el primero de abril, pero en estas cuestiones nunca se está seguro. Yamilka tampoco sabe si su esposo podrá acompañarla, ni cuánto tiempo podrá tener a su pequeño a su lado para amamantarle, ni si podrá mostrarle el recién nacido ella misma a sus dos hijos pequeños y a sus familiares.

Esta activista cubana, de 27 años, no sabe qué pasará con su vida en las próximas dos semanas. Todo dependerá de la revisión que un tribunal haga de su caso. El lunes presentará la apelación y entonces, a esperar.

Los activistas de la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana (MDJC) José Rolando Casares y Yamilka Abascal han sido condenados este miércoles por el Tribunal de San Juan y Martínez, Pinar del Río. Casares recibió cinco años de trabajo correccional con internamiento, mientras Abascal deberá cumplir dos de prisión domiciliaria.

Casares fue juzgado el pasado 15 de febrero por los supuestos delitos de “desacato en su figura básica”, junto a dos delitos de “atentado” y “ultraje sexual”, y el mismo día Yamilka Abascal por el delito de “desacato de figura agraviada”.

Las condenas se harán efectivas en 10 días y los condenados tienen 72 horas para para apelar la sentencia.

Mientras más cerca está su fecha de parto o de entrada a prisión, la activista solamente piensa en el futuro de sus hijos.

“Psicológicamente eso me tiene a mi bastante afectada. Imagínate tú, separarme de mi familia sería lo más difícil…”, confiesa la joven madre y deja inconclusa la frase, como si no pronunciarla hiciera su condena menos probable.

No son muchos los preparativos que ha podido hacer. Los niños, un varón de 6 años y una niña de 1, quedarán a cargo de la madre de su esposo y una tía que vive en la misma casa, en San Juan y Martínez, Pinar del Río.

La madre de Yamilka falleció y su padre cortó relaciones con ella por sus ideas políticas y su activismo. Con el padre de su hijo, un militar, tampoco puede contar: hasta para obtener la manutención han tenido que ir a tribunales.

“Yo espero que mis hermanos de lucha junto con mi madre y mi tía, son las únicas personas en las que hemos podido confiar que puedan asumir esa responsabilidad, una responsabilidad muy alta para ella, porque con la edad que tiene no tiene ninguna entrada económica, solamente lo que he buscado yo. ¿Ahora, al faltar yo, cómo van a poder subsistir?”, se pregunta el esposo de Yamilka.

El drama de Yamilka es el de otras opositoras cubanas

El drama que hoy vive Yamilka es el de otras tantas mujeres que cumplirán o cumplen prisión en Cuba, solo que en el caso de ella y otras activistas cubanas la verdadera causa de su encierro es su voluntad de defender sus ideas políticas contrarias al gobierno de Raúl Castro.

La Fiscalía pide siete años de privación de libertad para la activista Melkis Faure, con 4 meses de embarazo.

Faure, quien cumple el próximo 6 de marzo siete meses en prisión, fue arrestada el 6 de agosto de 2016, tras protagonizar una protesta en la calle Monte de la Habana Vieja. Permaneció detenida varias semanas en el centro de detención El Vivac, donde pasó más de un mes en huelga de hambre.

Su esposo, Freddy Nomieles, advirtió que Faure hasta el pasado primero de marzo no había recibido atención médica por su estado de gestación. “Ella está con sus síntomas”, indicó. “Está en una celda de castigo”.

Mientras, en casa, Nomieles cuida de los dos hijos de la pareja.

“Están locos porque a su mamá la suelten, por estar con ella. Más nunca nosotros hemos podido salir juntos en familia”, lamentó.

Yamilka volvería a repetir “!Abajo Fidel!” a pesar de todo

Yamilka confiesa que extrañará el día a día: llevar a su hijo mayor a la escuela, ayudarle a hacer las tareas, sacarlo de paseo el fin de semana, cuidar a su pequeña mientras hace las labores del hogar.

“Mis niños son bellos”, dice. Esa es la única descripción que sale de sus labios cuando se le pregunta por ellos, como si la belleza de sus hijos justificara sus acciones.

Dos palabras tienen el poder de separar durante años a esta joven madre de su esposo e hijos: “¡Abajo Fidel! ¡Abajo Fidel! ¡Abajo Fidel!” Pero Yamilka volvería a repetirlas a pesar de todo.

“Quiero que hayan cambios en nuestro país, cambios para nuestros hijos, porque con el castrismo que tenemos implantado, los jóvenes y mis hijos no van a tener futuro alguno”, indica la activista. “Para que no sucedan estas cosas, a mí que estoy embarazada, a otras embarazadas, a las mujeres opositoras”.