Se desmorona plan de inversiones del Puerto del Mariel

Zona Especial de Desarrollo Mariel.

En cinco años la Zona Especial de Desarrollo Mariel, vendida como el proyecto insignia de la economía cubana, ha tenido un pobre desempeño.

Las perspectivas de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), el megaproyecto económico en el que Cuba ha cifrado sus esperanzas de inversión y prosperidad nacional, no parecen muy prometedoras cinco años después de su pregonada inauguración.

Al cierre del pasado marzo, sólo había 35 empresas aprobadas en la de las cuales 10 estaban en operaciones y 25 en proceso de inversión.

En cinco años, más de una decena de presidentes y jefes de Estado de diferentes regiones han visitado el recinto, acompañados de un sinnúmero de empresarios y ejecutivos de sus respectivos países en misiones de exploración, como consecuencia del efecto dominó causado por el deshielo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, en diciembre del 2014.

Sin embargo, la ZEDM sólo ha podido captar hasta la actualidad $1,191.4 millones de dólares, comparados con los $12,500 millones que habían planificado a razón de $2,500 por año, para un pobre 9.5% del cumplimiento del plan trazado.

La ZEDM -vendida como el proyecto insignia de la economía cubana- sólo ha logrado generar en cinco años 4,888 empleos directos. En cambio, el cuentapropismo ha generado en ocho años 578,421 puestos de trabajos directos, lo cual significa que los emprendedores cubanos, a pesar de las limitaciones a las que están sometidos, han generado 118.33 veces más empleo que la flamante ZEDM con todas sus ventajas y favoritismos.

La inversión conseguida en 35 proyectos desde 2013, significa una inyección financiera anual de $398.28 millones de dólares, repartidos en siete proyectos anuales, lo que se traduce en una inversión de $56.89 millones de dólares por cada proyecto de inversión.

En 5 años la ZEDM ha tenido un déficit de inversión de más de 11 millones de dólares.

¿Por qué tan pobre desempeño?

Las propias autoridades cubanas atribuyen los bajos resultados en materia de inversiones a una combinación de factores que no han podido superar a estas alturas. Entre ellos se destacan una burocracia excesiva, un complicado proceso de toma de decisiones, y retrasos en la finalización de la infraestructura.

A esto hay que agregar la mala preparación de los equipos negociadores, la lentitud en el seguimiento de las ofertas de inversión de las empresas extranjeras, la verticalidad en la toma de decisiones y los prejuicios que aun lastran la mentalidad negociadora de los ejecutivos cubanos.

Lo cierto es que a pesar de reconocer esas deficiencias, las autoridades gubernamentales no parecen mostrar avances en corregirlas. En el primer trimestre del año solo se habían aprobado dos proyectos de inversión en la ZEDM.

Estos resultados son una señal clara de que el tsunami desatado por el deshielo Cuba-EEUU se ha desvanecido con la llegada de Donald Trump en la Casa Blanca y la crisis que se generó a raíz de los ataques sónicos a 24 diplomáticos estadounidenses en la isla.

El gobierno cubano no aprovechó la oportunidad que generó la apertura impulsada por Barack Obama y es palpable que el glamour que se levantó sobre Cuba como destino de inversión ha caído a niveles mínimos.

La economía de un país no pueda generar riquezas si los recursos humanos no tienen la libertad empresarial para generarlas, muchos menos repartirlas. Con este esquema es imposible generar capital que pueda ser reinvertido para favorecer crecimiento económico.

Proyectos aprobados en el ZEDM.

Un veneno para el socialismo tropical

El axioma de los dirigentes del gobierno chino de que sus ciudadanos puedan generar riquezas es un orgullo para el país asiático. Sin embargo, en el pensamiento estratégico de la élite gubernamental cubana, la generación de riqueza por parte de sus ciudadanos es un veneno que corroe al sistema.

Por el momento, las autoridades de la isla muestran una gran contradicción entre el discurso y los hechos.

Ocho años después de implementadas las reformas económicas empalmadas en los lineamientos económicos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista, todavía existe una montaña de problemas sin resolver y de lineamientos sin cumplir. Y no cabe esperar gestiones inmediatas para revertir ese estancamiento.

La centralización de la economía sigue siendo la camisa de fuerza que lastra el desarrollo económico del país. Es muy sintomático que recientemente el primer secretario del Partido Comunista de Viet Nam, Nguyen Phu Trong, exhortara al gobierno cubano a despojarse de los tabúes que impiden abrazar la economía de mercado.

En una conferencia en la Universidad de la Habana, el pasado marzo, el dirigente vietnamita expresó: “Vietnam ha tenido grandes logros con la puesta en marcha desde 2001 de la economía de mercado… En casi 20 años unos 30 millones de vietnamitas salieron de la pobreza”.

Y más adelante recalcó algo que debe haberles sonado raro a los atrincherados en la ortodoxia socialista cubana:

La economía de mercado, en sí misma, no puede destruir el socialismo, pero para construir con éxito el socialismo es necesario desarrollar la economía de mercado de manera adecuada y correcta. Somos conscientes de que la economía de mercado es el resultado de la sensibilidad humana con la que se puede coexistir y adaptarse a las diferencias con las modalidades sociales”.

En pleno traspaso formal del poder a Miguel Díaz-Canel, los sabios consejos del aliado vietnamita le vienen como anillo al dedo al nuevo presidente, quien tiene por delante un tremendo reto para sacar el país del desastre económico en que se encuentra. El mensaje fue directo y claro, a ver si esa verdad de Perogrullo terminan por entenderla los “duros” del régimen cubano: Desarrollar la economía de mercado de manera adecuada y correcta fue lo que sacó a 30 millones de vietnamitas de la pobreza en casi 20 años.

Tal vez terminen alguna vez por entenderlo Raúl Castro, Díaz-Canel y la acartonada élite gubernamental que ahora se rompe la cabeza buscando una salida para el insoluble desastre al que han abocado a la nación cubana.