Serafín, un anciano medio ciego y encorvado de 79 años, cada día se levanta a la 4 y 30 de la mañana y se dirige a una panadería a diez cuadras de su casa. Allí compra 40 flautas de pan de corteza dura y 100 panecillos suaves redondos.
"Yo debo garantizar el pan antes que abra la cafetería particular para la que trabajo. El dueño me paga 50 pesos diarios (2 dólares) y laboro 7 días de la semana. Gano 1,400 pesos mensuales (55 dólares), siete veces el monto de mi pensión, que es de 200 pesos (10 dólares)", cuenta el anciano, mientras en la cola intenta cobijarse del cortante y húmedo frío matinal con un gabán que una vez fue carmelita y por el olor se nota que llevaba mucho tiempo guardado en el escaparate.
Cuando usted le pregunté sobre la próxima Cumbre de la CELAC, se ríe y no se avergüenza de su desinformación. "¿Qué rayo es eso? Es que hay tantas reuniones en el mundo... Pero da igual, ninguna resuelve nada. Es más pa' la foto que pa' otra cosa", dice, y con sus manos temblorosas prende un cigarrillo Popular.
Serafín no cree que en la Cumbre de la CELAC en La Habana se plantee lo mal que lo están pasando los ancianos en Cuba. "Con las actuales reformas económicas, somos el grupo perdedor. No se ha hecho nada para mejorar nuestras condiciones de vida y pensiones. En ninguna cumbre tocarán ese tema. Los viejos estamos de vuelta".
Con lo que está ocurriendo en la isla, la gente de a pie tiene poco tiempo y ningún deseo de informarse. Es cosa más bien de élites. Norka, 38 años, madre soltera de dos hijos bien lo sabe.
"Después de estar 8 horas trabajando en una oficina donde gano 345 pesos (alrededor de 15 dólares), cuando llego a casa tengo que lidiar con la comida de mis hijos, lavar ropa y ver cómo les preparo merienda para llevar al colegio al día siguiente. Lo que menos me interesa es escuchar o ver noticias políticas o de guerra. Tampoco lo que pasa en Cuba. Para qué, si las cosas no van a cambiar por estar informada. Lo único que veo en la tele son las novelas y el parte del tiempo. La palabra CELAC se me confunde con Cerelac, aquel brebaje que hace unos años le daban a los viejos por la libreta", dice molesta.
Hice preguntas a 12 personas en edades comprendidas entre 19 y 79 años, y aunque diez sabían más o menos de que se trataba, no mostraron el menor interés informativo por la Cumbre de la CELAC en La Habana.
"Seguro qué por algún canal de la televisión pasan los debates. Pero yo prefiero ver el fútbol internacional en el canal deportivo. O la pelota. Cualquier cosa menos esa Cumbre. Para mí ningún político sirve. Desde esa pandilla de descarados que no sintieron vergüenza a la hora de colocar precios escandalosos a los carros hasta Obama, que espía al mundo entero", expresa un estudiante de preuniversitario.
Ahora mismo en Cuba -supongo que en otros países también- los políticos no están de moda. La opinión generalizada es que la Cumbre de la CELAC no traerá ningún beneficio a los cubanos de a pie.
Se hablará de diversos temas, pero para ellos será como escuchar la melodía de una música lejana, pues no mejorará el menú de sus familias. Es la percepción de muchos en La Habana. Y es que el día a día en la isla pasa por romperse la cabeza y exprimir el bolsillo, intentando llevar cada día a la mesa al menos una comida caliente y decente.
Luego están otras penurias. Problemas con el abasto de agua. Pésimo servicio de transporte urbano. Salarios que son un chiste de mal gusto. El techo de la casa que se nos viene encima. Y el futuro personal, que ni siquiera las pitonisas callejeras mejor cotizadas suelen acertar.
La falta de libertades políticas, no poder tirarse a la calle sonando calderos vacíos o convocar una huelga por mejoras salariales, puede que estén en la mente de muchos ciudadanos, pero la mayoría prefiere seguir viendo el juego desde las gradas. Y lo peor, presienten que el futuro con los herederos de la actual dinastía, será más de lo mismo.
Sigue siendo mayoritario el segmento de personas que desea huir. Y como no pueden irse, se refugian en el alcohol, psicotrópicos o drogas. Bailan reguetón y apagan el televisor cuando comienzan las mesas redondas sobre temas políticos.
Viajar al extranjero o casarse con un extranjero con 'fulas', sigue siendo una premisa importante para los jóvenes. Que con el paso de los años, también se antoja distante. Tan distante como los discursos en la Cumbre de la CELAC en La Habana.
"Yo debo garantizar el pan antes que abra la cafetería particular para la que trabajo. El dueño me paga 50 pesos diarios (2 dólares) y laboro 7 días de la semana. Gano 1,400 pesos mensuales (55 dólares), siete veces el monto de mi pensión, que es de 200 pesos (10 dólares)", cuenta el anciano, mientras en la cola intenta cobijarse del cortante y húmedo frío matinal con un gabán que una vez fue carmelita y por el olor se nota que llevaba mucho tiempo guardado en el escaparate.
Cuando usted le pregunté sobre la próxima Cumbre de la CELAC, se ríe y no se avergüenza de su desinformación. "¿Qué rayo es eso? Es que hay tantas reuniones en el mundo... Pero da igual, ninguna resuelve nada. Es más pa' la foto que pa' otra cosa", dice, y con sus manos temblorosas prende un cigarrillo Popular.
Serafín no cree que en la Cumbre de la CELAC en La Habana se plantee lo mal que lo están pasando los ancianos en Cuba. "Con las actuales reformas económicas, somos el grupo perdedor. No se ha hecho nada para mejorar nuestras condiciones de vida y pensiones. En ninguna cumbre tocarán ese tema. Los viejos estamos de vuelta".
Con lo que está ocurriendo en la isla, la gente de a pie tiene poco tiempo y ningún deseo de informarse. Es cosa más bien de élites. Norka, 38 años, madre soltera de dos hijos bien lo sabe.
"Después de estar 8 horas trabajando en una oficina donde gano 345 pesos (alrededor de 15 dólares), cuando llego a casa tengo que lidiar con la comida de mis hijos, lavar ropa y ver cómo les preparo merienda para llevar al colegio al día siguiente. Lo que menos me interesa es escuchar o ver noticias políticas o de guerra. Tampoco lo que pasa en Cuba. Para qué, si las cosas no van a cambiar por estar informada. Lo único que veo en la tele son las novelas y el parte del tiempo. La palabra CELAC se me confunde con Cerelac, aquel brebaje que hace unos años le daban a los viejos por la libreta", dice molesta.
Hice preguntas a 12 personas en edades comprendidas entre 19 y 79 años, y aunque diez sabían más o menos de que se trataba, no mostraron el menor interés informativo por la Cumbre de la CELAC en La Habana.
"Seguro qué por algún canal de la televisión pasan los debates. Pero yo prefiero ver el fútbol internacional en el canal deportivo. O la pelota. Cualquier cosa menos esa Cumbre. Para mí ningún político sirve. Desde esa pandilla de descarados que no sintieron vergüenza a la hora de colocar precios escandalosos a los carros hasta Obama, que espía al mundo entero", expresa un estudiante de preuniversitario.
Ahora mismo en Cuba -supongo que en otros países también- los políticos no están de moda. La opinión generalizada es que la Cumbre de la CELAC no traerá ningún beneficio a los cubanos de a pie.
Se hablará de diversos temas, pero para ellos será como escuchar la melodía de una música lejana, pues no mejorará el menú de sus familias. Es la percepción de muchos en La Habana. Y es que el día a día en la isla pasa por romperse la cabeza y exprimir el bolsillo, intentando llevar cada día a la mesa al menos una comida caliente y decente.
Luego están otras penurias. Problemas con el abasto de agua. Pésimo servicio de transporte urbano. Salarios que son un chiste de mal gusto. El techo de la casa que se nos viene encima. Y el futuro personal, que ni siquiera las pitonisas callejeras mejor cotizadas suelen acertar.
La falta de libertades políticas, no poder tirarse a la calle sonando calderos vacíos o convocar una huelga por mejoras salariales, puede que estén en la mente de muchos ciudadanos, pero la mayoría prefiere seguir viendo el juego desde las gradas. Y lo peor, presienten que el futuro con los herederos de la actual dinastía, será más de lo mismo.
Sigue siendo mayoritario el segmento de personas que desea huir. Y como no pueden irse, se refugian en el alcohol, psicotrópicos o drogas. Bailan reguetón y apagan el televisor cuando comienzan las mesas redondas sobre temas políticos.
Viajar al extranjero o casarse con un extranjero con 'fulas', sigue siendo una premisa importante para los jóvenes. Que con el paso de los años, también se antoja distante. Tan distante como los discursos en la Cumbre de la CELAC en La Habana.