La cubana María Caridad Camejo Páez lleva más de dos años esperando la ayuda que le prometió el Gobierno para reparar su casa, afectada por el huracán Ian en 2022.
“Me llevó el techo de fibra prieta completo, me abrió las paredes. Aunque un campesino me cedió el techo de su casa de tabaco que había arrancado el ciclón y yo lo puse en mi vivienda, así y todo, me mojo porque tiene muchos huecos”, explicó la mujer a Martí Noticias.
Camejo Páez reside en Puerto Esperanza, perteneciente al municipio Viñales en la provincia de Pinar del Río, una de las comunidades devastadas por el ciclón, donde muchos de sus pobladores aún esperan la reparación de sus viviendas.
Una comisión evaluadora, formada por representantes del gobierno y el partido municipal, constató los perjuicios a 1.444 viviendas en Puerto Esperanza, justo el punto por donde Ian abandonó el territorio cubano.
La mujer, que vive con su hijo pequeño enfermo con asma bronquial severa, ha ido de un lugar a otro realizando trámites con el propósito de que la ayuden a restaurar su casa dañada por el fenómeno natural pero la emigración y las asistencias humanitarias se han convertido en la única salida para miles de cubanos que han perdido sus casas como consecuencia del azote de huracanes. El auxilio estatal ha quedado en promesas.
El 13 de octubre de 2022, quince días más tarde del paso del huracán por el poblado, en el que vivían 6.624 personas en ese momento, el gobernante Miguel Díaz Canel visitó la localidad y aseguró que los damnificados serían resarcidos.
Según Camejo Páez, las autoridades asignaron una cantidad de sacos de cemento para los casos más apremiantes, pero como su esposo y ella habían puesto un precario techo a su vivienda, no fue incluida dentro de los “más urgentes”.
Se dirigió a la Dirección Municipal de la Vivienda: “Vinieron y tiraron fotos para hacerle a mi casa un cambio de categoría, de ‘total de techo’ a ‘derrumbe total”’. Pero hasta ahí llegaron las acciones de los funcionarios.
“Cuando empezaron las aguas otra vez y yo me estaba mojando, decidí escribirle al presidente Miguel Díaz Canel por Facebook, y el equipo de Vivienda me manda a buscar a los tres o cuatro días”.
La jefa de la entidad estatal autorizó la entrega de 25 sacos de cemento, 18 fibras de zinc, 350 bloques y un juego de baño para Camejo Páez, cuando entraran los materiales, de acuerdo al relato.
“Yo abrí un crédito para pagar esos materiales cuando vinieran porque no me alcanza el salario para pagar todo eso y esperé”. Pero nada.
“Mientras yo me callaba la boca, mi niño se siguió enfermando. Tenía frecuentes ataques de asma y me la pasaba del hospital al policlínico y pagando medicinas a precios muy altos”.
La falta de resguardo de la vivienda debido a los huecos que tienen el techo y las paredes corroídas por la humedad, así como el piso de tierra, son factores que agudizan la enfermedad de su niño de apenas tres años, considera Camejo Páez.
“Vuelvo a mi delegado y le pregunto en qué quedaron los materiales que me iban a dar? porque me enteré que iban hacer seis casas de madera, pero la mía no estaba contemplada ni para fabricarla ni para arreglarla”.
Tras consultar con sus superiores, el delegado informó a la damnificada, que la promesa de materiales había sido hecha por otra funcionaria “que se fue para Estados Unidos”.
Camejo Páez sigue, incansable, la búsqueda de su objetivo, gestiones con el departamento de atención a la población de la Presidencia y con empleados de la Asamblea Municipal del Poder Popular pero no obtiene la ayuda para reparar su casa “porque el Estado no tiene los materiales”.
“Ahora vamos a empezar los primeros seis casos de derrumbe total y después vamos a ver qué se puede hacer contigo”, señaló Camejo citando las respuestas que recibió.
“Fui a hablar con el intendente, me dice ‘lo único que te puedo facilitar es el petróleo y la guía de la madera y unas puntillas’”.
Para fabricar su casa de madera, Camejo Páez tendrá que cortar la madera, serrarla, transportarla y pagar la mano de obra.
“Yo no tengo 10.000 o 15.000 pesos para pagarle al tractor para que me traiga la madera ni el aceite para la motosierra, ni la gasolina”.
Además, tiene que pagar la mano de obra para construir su casa, “son 80.000 pesos, y mi salario no da. Por eso necesito que me ayuden a hacer mi casa, que yo la pago por crédito, pero es como si me dieran vaselina”, concluyó.
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